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Un helicóptero MI-8 como éste fue el que se desplomó en Ayapal.

Relato de una madre sobreviviente

La muerte de los niños fue lenta, según Lesbia Castillo, la madre sobreviviente, quien perdió en el accidente a su hijo de tres meses de edad y a varios parientes. El piloto de la aeronave sostiene lo contrario. Los niños y las madres murieron a raíz de la explosión. Según el relato de Castillo, los […]

La muerte de los niños fue lenta, según Lesbia Castillo, la madre sobreviviente, quien perdió en el accidente a su hijo de tres meses de edad y a varios parientes.

El piloto de la aeronave sostiene lo contrario. Los niños y las madres murieron a raíz de la explosión.

Según el relato de Castillo, los estaban reubicando desde la margen del río Coco hasta Ayapal, para trasladarlos de allí a San José de Bocay, en varios viajes de helicóptero.

Pero la nave en que viajaría su tierno de tres meses estaba en mal estado, lo que era sabido por la población y sus tripulantes. Según Castillo, ese helicóptero en una ocasión anterior en que iba cargado de bultos, chocó con un árbol y se le rompió una hélice. Los días 18 y 19 de noviembre, el helicóptero había sido reparado para reiniciar las evacuaciones, aseguró.

El día que serían evacuados, se les dijo que en el vuelo sólo irían niños, enfermos y ancianos, y los demás debían ir a pie al nuevo asentamiento. Pero las madres insistieron en ir con sus hijos porque de lo contrario caminarían con ellos durante días enteros en aquella región inhóspita.

A Lesbia Castillo le permitieron viajar con su niño de tres meses, a diferencia de otras madres. La tripulación había hecho tres viajes y realizaría otros seis, según decían.

Una vez alzó vuelo el helicóptero sufrió un desperfecto, según el relato de Castillo se despegó la hélice completa (rotor trasero) y a la vista de todos los pasajeros la nave cayó dando vueltas en la pista de Ayapal, quedando la puerta principal internada en tierra.

La muerte de los niños fue lenta por falta de ayuda, agregó Castillo. No hay detalles de cómo ella salió del helicóptero.

Los restos de los 75 niños y de sus madres, fueron colocados en seis ataúdes, para luego darles cristiana sepultura, según el relato de Castillo. La versión de los hermanos Pineda (ver nota principal) es que los metieron en dos ataúdes.

El relato de Castillo consta en el informe “Situación de los derechos humanos de un sector de la población nicaragüense de origen miskito”, presentado al gobierno sandinista el 29 de noviembre de 1983, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA), que investigaba en aquellos años la evacuación de los miskitos de sus lugares de origen, a causa de la guerra. La comisión la entrevistó a raíz de la tragedia de Ayapal.

El estudio hace referencia al reasentamiento masivo de la población miskita de toda la margen nicaragüense del río Coco, por el Ejército Popular Sandinista (EPS), para recluirlos en aldeas estratégicas, al modo de Vietnam, para controlar a la población y quitarle base social a la Contra.

Durante la reubicación, el Ejército quemó las casas, mató el ganado para consumo y no dejó rastro de alimentos que la Contra pudiese utilizar. A la gente la llevaron al asentamiento Tasba Pri.

La Navidad de 1981, conocida como “Navidad Roja” porque el Ejército Sandinista sufrió ataques en las regiones miskitas, provocó la reacción violenta del gobierno que organizó las aldeas estratégicas.

La versión del gobierno era que los evacuaban por razones humanitarias, para salvarles la vida, aunque los estudios muestran que en realidad había una razón militar: quitarle base social a la Contra.

La tierra del olvido

Ayapal es un pueblo olvidado, a 300 kilómetros al norte de Managua, el último lugar al que se puede llegar por carretera, al norte de Jinotega y a las puertas de la Reserva de Bosawás.

–Después de Ayapal sólo hay montañas y ríos. En ese pueblo se desmovilizaron en 1997 los rearmados del Frente Norte 380, ceremonia a la que asistió el presidente de la República de entonces, Arnoldo Alemán, acompañado de embajadores y cooperantes.

–Las 480 casas del pueblo, alineadas al borde de su única calle, terminan justo en la confluencia del Río Ayapal con el Río Bocay.

–Sacar la producción de granos básicos desde la profundidad de la montaña hasta Ayapal, a lomo de mula, le toma a un campesino hasta dos días y medio de faena. Enfermedades como la lepra de montaña y la conjuntivitis se ensañan en la población.

–La actividad de bandas delincuenciales que portan armas de guerra, aún genera inseguridad en Ayapal.

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