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No basta votar en América Latina

Más de la mitad de los ciudadanos de 18 países latinoamericanos, entre ellos Nicaragua, tienen dudas sobre si el sistema democrático es la vía para resolver los grandes problemas de la región. Una vuelta al autoritarismo en Latinoamérica no incomodaría a una mayoría siempre y cuando este último dé respuestas a la falta de empleo […]

  • Más de la mitad de los ciudadanos de 18 países latinoamericanos, entre ellos Nicaragua, tienen dudas sobre si el sistema democrático es la vía para resolver los grandes problemas de la región. Una vuelta al autoritarismo en Latinoamérica no incomodaría a una mayoría siempre y cuando este último dé respuestas a la falta de empleo y derechos sociales. No basta votar, es la voz de alerta que se desprende de un informe sobre el estado
    de la democracia en la región realizado por el PNUD.

Xiomara Chamorro

Frágil. En síntesis ese sería el diagnóstico del estado de la democracia en América Latina, según un estudio del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que fue dado a conocer esta semana.

“La democracia parece perder vitalidad, se la prefiere aunque se desconfía de su capacidad para mejorar las condiciones de vida; los partidos políticos están en el nivel más bajo de la estima pública; el Estado es mirado con expectativa y recelo a la vez y, en algunos casos, el ímpetu democrático que caracterizó las últimas décadas del siglo pasado se debilita. La sociedad está en las calles pero sin un objetivo que unifique sus reivindicaciones y demandas”, expresa el informe.

El estudio señala que existen dilemas que deben ser urgentemente abordados para encontrar respuestas a la solución de las tensiones entre la expansión democrática y la economía, entre la libertad y la búsqueda de la igualdad, entre crecimiento y pobreza, entre demandas públicas y reformas económicas y saber por qué la esperanza democrática no se traduce en avances en los derechos civiles y sociales.

“Estos son dilemas cuya solución es compleja, como lo demuestra nuestra propia historia reciente y no podrán ser resueltos si no se sitúan en el centro del debate público y las opciones que ofrecen los partidos. Desafortunadamente, en más de una ocasión parecería que existe un debate prohibido en América Latina. (…) El silencio de la política y de los que construyen la agenda del debate público no puede continuar indefinidamente ignorando el clamor de centenas de millones, a menos que se esté dispuesto a pagar el precio del languidecimiento de la democracia latinoamericana”, alerta el PNUD.

FRAGILIDADES DE LA DEMOCRACIA

El informe revela que un 58.1 por ciento de los ciudadanos de los 18 países latinoamericanos estudiados, entre ellos Nicaragua, estarían de acuerdo conque un presidente de la República vaya más allá de las leyes, mientras un 56.3 por ciento creen que el desarrollo económico es más importante que la democracia.

Pero más alarmante aún es que el estudio indica que un 54.7 por ciento de los ciudadanos apoyarían a un gobierno autoritario si resuelve problemas económicos, frente a un duro 43.9 por ciento que simplemente no creen que la democracia solucione los problemas del país.

“Aproximadamente uno de cada tres opina que la democracia puede funcionar sin instituciones como el Parlamento y los partidos políticos”, indica el PNUD.

LOS DEMÓCRATAS, LOS AMBIVALENTES Y LOS AUTORITARIOS

Centroamérica y México, donde se centran los países más pobres de la región, son paradójicamente los que mayor porcentaje de demócratas convencidos existen, en tanto en la región andina es donde menos convencimiento existe sobre este sistema.

Basado en el Latinobarómetro del 2002, el PNUD da a conocer que en los países centroamericanos y México hay un 46.6 por ciento de ciudadanos que prefieren la democracia a cualquier otro sistema de gobierno y apoyan las reglas democráticas al margen de cualquier dificultad.

En esta misma región, existe un 33.8 por ciento de “ambivalentes”, que son personas que básicamente están de acuerdo con la democracia, pero creen válido tomar decisiones antidemocráticas si las circunstancias lo ameritan.

“La preferencia de los ambivalentes por un liderazgo de base democrática pero con rasgos que aumenten la eficacia de su gestión aunque sean autoritarios, podría ser eventualmente capitalizada por los adversarios de la democracia”, previene el estudio.

Siempre en Centroamérica y México, los antidemocráticos alcanzan un 19.7 por ciento y están convencidos que lograr el desarrollo del país es una meta más importante que preservar la democracia y no creen que ésta sea indispensable para lograr soluciones económicas.

LOS PODERES FÁCTICOS

Dice la leyenda urbana que en Nicaragua los poderes fácticos son los reales, los gringos, los guardias, los curas y los Ortega. Comparando esta leyenda con el estudio del PNUD, el asunto no parece desencaminado si se considera que en América Latina un 79.7 por ciento de los consultados considera que los grupos económicos, los empresarios, el sector financiero, es el mayor poder fáctico que amenaza el buen funcionamiento de la democracia.

“La mitad de los consultados considera que las iglesias tienen influencia, aunque decreciente respecto al pasado. (…). En algunos casos se mencionan autoridades de la Iglesia Católica que en épocas de campaña electoral expresan opiniones políticas en sus homilías”, refiere el informe que en esta parte de la consulta usó la modalidad de respuestas múltiples por lo que los porcentajes sobre cada entidad no suman el cien por ciento.

Aproximadamente una quinta parte de los consultados le atribuyen a las Fuerzas Armadas una importante influencia, aunque actualmente menor por sus procesos de institucionalización, mientras la mitad señala a las embajadas de Estados Unidos y los organismos multilaterales como factores de gran influencia.

Es interesante cómo el narcotráfico surge como un poder fáctico señalado por líderes latinoamericanos, al que ven como doble desafío porque mientras intentan controlar parte del aparato estatal y partes significativas del territorio, al mismo tiempo crean fuertes incentivos para el pasaje de la economía formal a la informal.

Un empresario consultado sobre el tema manifestó que algunos sectores del crimen organizado son un poder creciente en Latinoamérica y cuentan con el apoyo de autoridades debido a la gran cantidad de dinero con que cuentan, constituyendo un gran riesgo para la democracia.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LOS PARTIDOS

Un análisis llamativo es el que se hace del papel de los medios de comunicación, un poder fáctico señalado por el 65.2 por ciento de los consultados, pero que en su rol aparecen como parte del control que ha permitido democratizar el ejercicio de gobierno, pero que al mismo tiempo es visto por los políticos como un poder que los desplaza.

Pero ese temor de los políticos a los medios de comunicación se debe en gran medida a la profunda crisis por la que atraviesan estas instituciones propias de la democracia, ya que en la mayoría de los países se considera que los partidos no funcionan ni cumplen su papel.

El Poder Ejecutivo en Latinoamérica es visto como un poder de gran influencia, al que se le atribuyen influencias positivas que favorecen la construcción de acuerdos y permiten la gobernabilidad, pero al mismo tiempo, a pesar de su capacidad de iniciativa, están condicionados y subordinados a factores extraterritoriales y fácticos.

DE ELECTORES A CIUDADANOS

“En América Latina se ha alcanzado la democracia electoral y sus libertades básicas. Se trata ahora de avanzar en la democracia de la ciudadanía. La primera nos dio las libertades y el derecho a decidir por nosotros mismos. Trazó, en muchos de nuestros países, la división entre la vida y la muerte. La segunda, hoy plena de carencias, es la que avanza para que el conjunto de nuestros derechos se tornen efectivos. Es la que nos permite pasar de electores a ciudadanos”, dice el informe del PNUD sobre el estado de la democracia en América Latina.

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