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Sobre la presencia de los chinos en Nicaragua

Fernando Centeno Chiong

Existen algunas referencias de que los primeros chinos llegaron a Nicaragua a mediados del siglo XIX, en los barcos que operaban la Compañía Accesoria de Tránsito, dirigida por el comodoro Cornelius Vanderbilt, la cual hacía la ruta Nueva York-San Juan del Norte y cuyo trabajo consistía en trasladar pasajeros de todo el mundo y principalmente norteamericanos que llegaban a California por la llamada “Fiebre del Oro”.

Los viajeros ingresaban a San Juan del Norte navegando el río del mismo nombre y luego el lago de Granada, para desembarcar en el puerto La Virgen, en Rivas, trasladándose por tierra a San Juan del Sur, donde tomaban otro barco hacia California.

Es posible que entre los miles de pasajeros que realizaron ese trayecto hubiera ciudadanos chinos que se quedaron en Nicaragua atraídos por la belleza natural y la hospitalidad de un país que continúa manteniendo esas mismas características a los inmigrantes de diferentes nacionalidades que han hecho aquí su segunda patria.

Durante esta época hubo restricciones que prohibían el ingreso de ciudadanos asiáticos, a pesar de lo cual, muchos de ellos desafiándolas se establecieron en lo que pudiera ser la primera presencia china en el continente americano, quizás antes de la llegada de estos ciudadanos a Perú, Cuba o Panamá.

Oficialmente la presencia de los chinos en Nicaragua se registra en el año de 1920 cuando el segundo censo revela la presencia de más de 400 ciudadanos de origen chino, la mayor parte de ellos procedentes de la provincia de Cantón, teniendo más incidencia en el sector Atlántico, donde un buen número de familias se asentaron principalmente en Bluefields, La Cruz de Río Grande, Puerto Cabezas, Waspam, Laguna de Perlas, El Rama y otras localidades costeñas, donde se dedicaron principalmente al comercio, así como también algunos poblaron el Triángulo Minero de Rosita, Bonanza y Siuna atraídos por la actividad minera.

Esta es una de las razones por las cuales la raza china reproduce uno de los mestizajes más interesantes de Nicaragua, que incluye además de los miskitos en el Atlántico, los mestizos en la zona central y el Pacífico.

A finales del siglo XIX los comerciantes chinos se habían instalado en León, Managua, Granada, Masaya y Carazo especialmente, y a principios del siglo XX era una colonia con una importante influencia económica como producto de su dedicación al trabajo.

Siendo la mayor parte de los inmigrantes varones, muchos de ellos encontraron en las atractivas mujeres nicaragüenses la pareja ideal para compartir su dedicación al trabajo, al estudio y a la familia.

Las familias chinas que actualmente existen en Nicaragua se sienten muy orgullosas de cómo sus antepasados con un gran sentido de disciplina y abnegación fundaron y desarrollaron empresas dedicadas, no sólo al comercio sino que también a la industria, especialmente de dulces, ropa, jabón, así como actividades de transporte, restaurantes, bares, madera, etc., constituyendo en la actualidad un ejemplo de lo que se puede lograr, aún partiendo de cero.

Apellidos como Lau, Sujo, Chang, Cheng, Sui, Ley, Quant, Chow, Chiong, Kuan, Wong, Samqui, San-Cam, Loyman y otros son llevados con mucha honra por los descendientes de los primeros inmigrantes que vinieron a nuestro país no con una mano atrás y otra adelante, como han afirmado algunos, sino que con los bolsillos llenos de ilusiones y esperanzas de vivir y desarrollarse en una tierra que continúa siendo una de las naciones más abiertas a los espíritus emprendedores.

Esta es una de las razones también, por las cuales la inversión taiwanesa en Nicaragua es quizás la más importante inversión extranjera, abarcando no sólo proyectos en las zonas francas, industrias hoteleras y turísticas, o comercio, sino que también en el sector agropecuario, porcino, forestal y tecnológico.

Este año la celebración del Día Nacional de China, en reconocimiento a la gesta del doctor Sun Yat-se al fundar la primera república democrática del Asia, en 1911, está revestida de una especial importancia, por cuanto la Asociación China-nicaragüense, inaugura lo que será la sede definitiva del Centro Chino, gracias al tesón y el esfuerzo de destacados dirigentes de quienes continuando con la tradición de sus antepasados y luego de superar diferentes obstáculos desde el año 1925 que se fundó la Unión Fraternal China hasta la fecha, han logrado edificar un hermoso y amplio local para reunir en él a los miembros de esta comunidad que junto con las familias que han llegado de Taiwan y de otros lugares, podrán compartir, recordar y rendir homenaje a la raza de la cual nos sentimos altamente orgullosos.

El autor es periodista y secretario de la Asociación China Nicaragüense

Editorial
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