- María José Bravo recibió un balazo al salir de la oficina electoral en Juigalpa, donde había una protesta
- El sospechoso de haberle disparado, Eugenio Hernández González, fue alcalde liberal de El Ayote
Rosario Montenegro Z.y Luis Alemán
Un disparo a quemarropa, realizado presuntamente por el ex alcalde liberal de El Ayote, Eugenio Hernández González, terminó con la vida de la joven periodista y corresponsal del diario LA PRENSA, en Chontales, María José Bravo.
El hecho ocurrió ayer a las 6:30 de la tarde en la salida del Centro de Cómputos de Juigalpa, donde ella daba cobertura a las protestas que hacían simpatizantes de la Alianza para la República (Apre) de Santo Tomás y del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Cuapa, enfrentados por los resultados electorales en esos municipios.
María José, de 26 años de edad y originaria de Santo Tomás, recibió un disparo con orificio de entrada en el tórax entre la cuarta y quinta costillas, sin orificio de salida. “Fue realizado muy de cerca, a quemarropa”, dijo el comisionado Otilio Duarte Herrera, jefe de la Policía en Chontales.
Duarte dijo que Eugenio Hernández González, el principal sospechoso, fue detenido anoche mismo y se le ocupó una pistola calibre 38. Hernández González aparece como ex contra en la base de datos de desmovilizados de la Resistencia Nicaragüense y, según los mismos, su seudónimo era “Noel”.
OTROS DETENIDOS
Junto al ex alcalde liberal fueron detenidos su esposa, Juana María Duarte Blanco, por obstruir su detención, y Leslie Ramón Álvarez. Sin embargo, el jefe policial dijo que las sospechas recaen en Hernández González, por las versiones de los testigos y porque a él se le ocupó un revólver calibre 38 mm.
El comisionado Duarte dijo que la institución policial realizará todas las investigaciones para determinar quién es el verdadero culpable y el móvil de este crimen.
El jefe policial dijo que anoche mismo se tomaría declaraciones a los testigos, incluso algunos de ellos dieron persecución al sospechoso de realizar el disparo que acabó con la vida de María José.
El señor Miguel Alemán, una de las personas que trasladó a la joven periodista al Hospital Asunción, de Juigalpa, relató a LA PRENSA que ella ya llegó muerta a ese centro hospitalario y que los médicos confirmaron que recibió el balazo a quemarropa.
VERSIONES DE TESTIGOS
Enriqueta Ruiz, una de las testigos del crimen, dijo que María José salía del Centro de Cómputos del Consejo Electoral Departamental en Juigalpa, cuando ella y otras personas la llamaron para que les contara cómo iba la revisión aritmética de votos. “Varias personas la rodearon y, cuando ella se disponía a hablar, se oyó una detonación. Todos volvimos a ver de dónde provino el estruendo, cuando la periodista se desvaneció en el centro del grupo y de su pecho emanaba mucha sangre”, dijo Ruiz a LA PRENSA.
Alcides Villachica, otro de los que estaban cerca de María José a la hora de los hechos, dijo que logró ver a Hernández González cuando se escondía detrás de una mujer, a quien identificó como Esperanza. “El se camiseó y después se escuchó el disparo”, agregó.
PRESIDENTE CONDENA
El presidente Enrique Bolaños Geyer, en un comunicado de prensa, condenó “los hechos de violencia acontecidos ayer en la ciudad de Juigalpa y que cobraron la vida de la periodista María José Bravo, corresponsal del diario LA PRENSA”.
El comunicado expresa que el presidente Bolaños se comunicó con el ministro de Gobernación, Julio Vega, para que gire instrucciones a la Policía Nacional para que “inicie una investigación a fondo, que deje caer sobre los responsables de este lamentable hecho, todo el peso de la ley”.
Asimismo, el mandatario indica que ordenó al Ministro de Gobernación, tomar todas las medidas de seguridad adicionales para evitar nuevos hechos de violencia, tanto en la ciudad de Juigalpa como en otras ciudades donde se reportan disputas por los resultados electorales.
El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) condenó el asesinato de la periodista y demandó de las autoridades una investigación efectiva que conlleve a sancionar a los autores del delito y tomar las medidas necesarias, para prevenir más agresiones contra el gremio periodístico.
El organismo instó al gobierno a no permitir que este crimen quede en la impunidad, porque “lesionó el más fundamental de los derechos, como es el derecho a la vida, y el derecho a la libertad de expresión y de prensa de la ciudadanía, por causa de la intolerancia y la violencia que por tanto tiempo hemos querido erradicar de nuestras contiendas electorales”, manifiesta el comunicado del Cenidh.
También condenaron el crimen, la Unión de Periodistas de Nicaragua (UPN) y la Asociación de Periodistas de Nicaragua (APN).
(Con colaboración de Tatiana Rothschuh y Mercedes Sequeira).
MOCHILA CON RON
La Policía encontró en el lugar del crimen de la periodista María José Bravo Sánchez, una mochila negra en cuyo interior estaba la cédula de identidad del principal sospechoso de su muerte, Eugenio Hernández González, y una botella de Ron Plata. La mochila tenía un orificio aparentemente de bala, por lo que suponen que allí escondió la pistola, para disparar.
UNA PERIODISTA INCANSABLE
María José Bravo Sánchez, de 26 años, era madre del pequeño Néstor José Velásquez Bravo, de tres años.
Se graduó en 1999 como comunicadora social, en la Universidad Centroamericana (UCA), donde aún estaba cursando un post grado en medios de comunicación y derechos de la niñez.
Inicialmente trabajó para un organismo finlandés en Santo Tomás, donde editó la revista El Chontaleño. Después empezó a trabajar como colaboradora del diario LA PRENSA y del diario Hoy.
Residía en Santo Tomás, Chontales, con su madre Elda Antonia Sánchez Vásquez y con su hermana Esperanza Sánchez Sevilla.
“Era la más sencilla, sincera y espontánea de mis amigas… Aún recuerdo lo que creo fueron sus últimas palabras. Me llamó a mi celular a eso de las 6 y 10 de la noche, comentándome que el trabajo estaba apretado, que tenía dos días de desvelo. Me dijo: ‘ahí nos vemos el sábado’, esas fueron sus últimas palabras y casi estoy convencida de que la muerte de María José ocurrió minutos después de nuestra rápida conversación”, expresó su amiga y colega Noelia Sánchez, corresponsal también del diario LA PRENSA, en Rivas.