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Oswaldo Mairena venció a los Estados Unidos para conseguir la victoria más sonada de Nicaragua en el actual Mundial.

Oswaldo Mairena, llegó a la cima

El zurdo listo parala muerte súbita Edgard Rodríguez C.Enviado [email protected] HOLANDA.- Nada ha sido fácil en la vida para Oswaldo Mairena. Él tenía tan sólo 17 meses de edad cuando murió su padre, víctima de un par de disparos que segaron su vida. Y su carrera, por poco termina incluso antes de comenzar. Para remate, […]

  • El zurdo listo parala muerte súbita

Edgard Rodríguez C.Enviado [email protected]

HOLANDA.- Nada ha sido fácil en la vida para Oswaldo Mairena. Él tenía tan sólo 17 meses de edad cuando murió su padre, víctima de un par de disparos que segaron su vida. Y su carrera, por poco termina incluso antes de comenzar.

Para remate, Noel Areas lo despidió del Chinandega sin antes haberlo probado y cuando llegó a las Grandes Ligas, Sammy Sosa le dijo: “Oye, tú tienes que ser bueno para que te hayan llamado, porque sabes qué, estás chiquitico”.

Lo que muy pocos sabían es que bajo esa apariencia inofensiva y ese habladito con sabor a montaña, se escondía un competidor brutal, un lanzador agresivo, que estaba dispuesto a ir por encima de todas las barreras que colocaran a su paso.

“Creo que tenía unos ocho años cuando me enamoré del beisbol. Escuchaba los partidos por radio y sólo me decía: ‘Algún día me van a mencionar así a mí’. Pero sabía que no era fácil. Yo estaba en Rodeo Grande en ese entonces”, recuerda.

Rodeo Grande es la comarca donde nació Oswaldo, cuyo más reciente impacto ha sido vencer 14-2 a Estados Unidos, que vino al Mundial, con un equipo repleto de prospectos de Ligas Menores. Antes había rematado al conjunto de Australia.

“Estoy agradecido con Dios que me ha dado esta oportunidad de venir aquí y ayudar. Lo he hecho porque quiero a Nicaragua y porque fue a través de la Selección Nacional que fui firmado por los Yanquis”, señala de entrada el lanzador.

Mairena está junto a este redactor, bajo un toldo que se ha levantado en las afueras del Estadio de Rotterdam.

Hasta ahí arriban los peloteros a los cuales se les solicita salir del clubhouse, luego de las medidas que impiden el acceso a los medios.

INICIO DIFÍCIL

Después de impactar en su comarca, Mairena fue contratado por un equipo de Somotillo, lo cual para él constituyó un enorme salto, pero doña Juana Paula, su mamá, se llenó de tristeza porque vio que su chavalo abandonó los estudios.

“Las clases nunca me atrajeron. Sólo imaginate que hacía el mate que iba a la clase y me iba con otros chavalos a bañar a un río. Éramos tan vagos que un día metimos un caballo y lo ahogamos. Mi mama tuvo que recoger para pagarlo”, recuerda.

En Somotillo lanzaba para el equipo Sertrama, que le pagaba mil córdobas mensuales, pero su visión de ir más allá y un retraso en el pago, le hicieron tomar una invitación de Humberto Galeano, quien lo trajo junto a Omar Varela al Chinandega.

“Recuerdo que Noel Areas nos dijo que volviéramos el próximo año porque ya estaba hasta aquí (se pasa el dedo índice por la frente) de pítcheres. Pero antes de volverme a mi comarca pasé por donde Galeano y le conté lo que había pasado”, afirma.

Galeano se vino con ellos al Estadio de Chinandega y persuadió a Noel para que les diera un chance. Los probaron y se quedaron en el equipo, aunque Mairena asegura que no fue nada fácil ese ingreso al equipo con el que había soñado toda su vida.

“Cuando llegué al Chinandega, ahí estaban todos caballos como Próspero (González), el ‘Perol’ (Róger Peralta) y todos aquéllos que brillaron con el equipo. Y la verdad es que nos miraban como gatos y nos desanimaban, pero no pudieron”, dice.

A LA SELECCIÓN

Mairena admite que al principio los nervios lo tenían paralizado y que por poco se daba en los pies con la pelota de tan descontrolado que estaba.

“Un día Róger Peralta dijo, ‘este chavalo jodido va llenar el estadio con tantas bolas que tira’. Y tenía razón. No daba strikes. Fui a devolver el uniforme a Galeano y me dijo que no fuera loco, que me fajara y que me dejara de babosadas. Y lo hice”, afirma.

Le lanzó un gran partido al San Fernando y el miedo se esfumó. Unas semanas después estaba en Preselección Nacional como invitado, pero cuando se leyó la lista para el Mundial de 1994, su nombre aparecía en el staff de lanzadores.

“Fue una cosa emocionante para mí. Jamás pensé que haría el grado en la Selección y lo hice. Le gané a Francia, pero estaba listo para mejores equipos. Tuve mis buenos ratos y de ahí salí a ser firmado por los Yanquis en 1996”, rememora.

Mairena fue recomendado por Luis Tiant y Jorge Oquendo lo firmó por 48 mil dólares. Después de ascender hasta Doble A, los Yanquis lo pasaron a los Cachorros y con éstos debutó en las Grandes Ligas en la campaña del 2002.

“Ese cambio me ayudó porque con los Yanquis no iba a subir. En ese momento tenían a varios zurdos y yo estaba estancado, así que cuando me mandaron a Chicago pensé que era el chance de mi vida y pudo subir a las Mayores”, señala.

AQUEL DEBUT

Cuando Mairena debutó era un manojo de nervios. Hizo cuatro lanzamientos ante Todd Helton de los Rockies y tres de ellos rebotaron en el piso antes de llegar al home. Fue entonces cuando Joe Girardi, entonces catcher de los Cachorros, fue a la colina.

“Recuerdo que no me dijo nada más que ‘tranquilo, no te preocupes, tranquilo’. Pero era horrible. Me sentía inútil. Y tras aquella base por bolas, Todd Walker me dio un jonrón y como veinte minutos después pude sacar los tres outs”, dice ahora sonriendo.

Dusty Baker no volvió a utilizarlo y pasó más tarde a los Marlins, donde le causó una buena impresión al manager Jeff Torborg, quien lo utilizó como uno de sus relevistas estelares durante más de un mes de permanencia en el plantel.

“Haber llegado a Grandes Ligas fue una meta que cumplí pese a que muy pocos creían en mí. Yo la verdad, pocas veces he tenido el respaldo de la gente, pero me tengo una gran confianza en mí mismo y con eso me ha bastado”, dijo sin rencor.

Su última gran faena, fue su brillante trabajo ante Estados Unidos, equipo al que le lanzó seis ceros seguidos, hasta que Lastings Milledge, el prospectazo de los Mets, le conectó un jonrón en el séptimo episodio para expulsarlo de la colina.

“Ahora estoy listo para el juego de la muerte súbita y sé que muchos dirán que en este equipo hay mejores lanzadores que yo, pero yo no le hago caso a eso. El día que yo estoy en el box, ese día me creo el número uno y ya no me tiemblan los pies”, afirmó.

De eso estamos claros.

AQUEL GOLPE

En 1995, Oswaldo Mairena fue impactado en la frente por una línea bestial salida del bate de Alberto Hernández, del equipo de Cuba. Aquello fue espantoso. Una ambulancia llevó al zurdo al hospital de Edmonton.

Aún tiene la hendidura en la frente, pero nada ha podido aplastar su corazón guerrero. Y pese a lo que se diga de él, el día que se haga el staff de los mejores del país, Mairena tiene que estar obligatoriamente ahí.

“Lo más duro que me pasó fue cuando se me fregó el brazo en una liga campesina a los 16 años. Yo lanzaba los dos juegos cada domingo, pero un amigo que hasta el nombre se me ha olvidado, me llevó donde Granera Padilla y ese señor me sanó”, asegura.

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