Iván Alberto Solís Torres
Además de los ruidos producidos por los parlantes de algunos templos, de las máquinas de algunos talleres irresponsables, de los vehículos que suenan sus bocinas inmisericordemente aún cerca de los hospitales, etc., existen otros ruidos igualmente perniciosos como es el producido por algunos perros que ladran día y noche y… “no dan tregua a su furor jamás como si tuvieran fuegos de Moloch y de Satanás”…(Rubén).
Lo peor de todo es que algunos dueños de estos animales no admiten ninguna queja sobre el daño que causan a los demás y más bien permiten a sus animales que sigan afectando a sus vecinos. Esta actitud irresponsable y poco sensible de estas “personas” en más de una ocasión ha causado violencia entre vecinos, los que ya es mucho decir en un país tan volátil como el nuestro.
Ticuantepe