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El ADN y la canción de Sorullo

Jorge A. Huete-Pérez*[email protected]

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El ADN y la canción de Sorullo


Jorge A. Huete-Pérez*
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Una trillada canción dominicana cuenta la historia de Capullo y Sorullo, un matrimonio de rubios cuyo último hijo les salió de piel oscura. Esto habría sembrado la desconfianza en el padre quien se preguntaba: ¿Es hijo mío el negrito? Haciendo alarde de la certeza que sólo la madre puede tener, Capullo admite al fin algo que superaría las sospechas: de los nueve “el negrito es el único tuyo”.

Sabemos que las características físicas del hijo no siempre coinciden con las del padre o la madre. La genética nos enseña que los genes de un individuo provienen de la combinación de la “información” genética heredada de padre y madre. Esa información, que no siempre es visible, a veces se salta alguna generación para manifestarse posteriormente en los nietos o bisnietos. Más allá del color de la piel la herencia de cientos de genes es objeto de estudios rigurosos de la medicina genómica.

Ignorando estas leyes de la genética y agobiados por la suspicacia, por todas partes cada vez más hombres recurren a las pruebas de paternidad por ADN. También por estas latitudes vienen poniéndose de moda las pruebas de paternidad. Por aquí, son más bien las mujeres quienes demandan el uso de las pruebas de ADN para demostrar la paternidad y exigir apoyo en la manutención de los hijos. Y es que, para evadir sus obligaciones muchos hombres niegan a sus hijos bajo el pretexto de alguna infidelidad. Y si bien por tanto tiempo se han salido con la suya, esto podría cambiar a través de una iniciativa de “Ley de Responsabilidad Paterna y Materna”, auspiciada por el Ministerio de la Familia con el apoyo técnico de la Universidad Centroamericana.

Resultados de varias encuestas nos indican que anualmente más de diez mil niños nicaragüenses no reciben el apellido paterno y, mientras el 30 por ciento de los hogares se sostiene únicamente con el trabajo de las madres, más del 70 por ciento de los niños sin reconocimiento no recibe ningún apoyo económico del padre. Esto sin mencionar la falta del cariño paterno y su valor en la formación de la personalidad del niño. Hábilmente, la iniciativa que se encuentra ya en la Asamblea Nacional, tiene la virtud de buscar más allá del simple apoyo económico del padre y pretende promover también mejores relaciones afectivas entre padres e hijos.

Como ha ocurrido en otros países, este tipo de iniciativa seguramente encontrará resistencia de parte de muchos hombres al ver reducida su “hombría” por no poder más dar rienda suelta a sus instintos sexuales sin repercusiones. Ésta fue la experiencia de Costa Rica en donde la entrada en vigor de una ley similar causó una verdadera agitación social. Pasado el vendaval, sin embargo, los beneficios de la ley son más que evidentes. En sólo dos años el nacimiento de niños registrados como “de padre desconocido” disminuyó del 30 a 10 por ciento. Curiosamente la prueba sirvió para absolver a los hombres en un 20 por ciento de los casos. Además, según estudios sociológicos la ley viene generando transformaciones culturales en la sexualidad masculina y en un mayor sentido de responsabilidad en torno a la paternidad.

Dado el interés social y las consecuencias de la ley sería de esperarse que la iniciativa de ley encuentre el apoyo suficiente de parte de los diputados y de la población para convertirla en un instrumento acertado a favor de la niñez y la adolescencia. La mera disponibilidad de las pruebas de ADN y su admisibilidad en el sistema judicial representan un recurso valiosísimo para toda la sociedad. Sería ingenuo, sin embargo, pensar que el machismo y la irresponsabilidad paterna o materna podrían eliminarse por decreto. Este instrumento tendría que acompañarse de políticas públicas adicionales que promuevan la integridad familiar y mejores valores.

Hay también otros asuntos relacionados al complejo tema de la comprobación de la paternidad como la atención del drama psicológico de la familia, la significación de la masculinidad y, lo que más hiere el orgullo del varón, la infidelidad femenina.

Reconociendo el machismo que prevalece en nuestra región debemos estar conscientes de que aún con la ley de paternidad responsable y con la existencia de las nuevas tecnologías, los cuestionamientos por infidelidad, reales o por pretexto, continuarán. Pero en una sociedad cada vez más influenciada por la genética y la biotecnología estas pruebas de ADN proveen la posibilidad de contar con certeza científica respecto a la paternidad, y esta es una realidad que no debemos ignorar.

* El autor es doctor en biología molecular

Editorial
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