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Tal como el público lo esperaba, Gilberto Santa Rosa dio todo lo que traía para ofrecer. (LA PRENSA/B. PICADO)

Una noche de pura salsa

Trece mil almas se movieron al ritmo de Gilberto Santa Rosa y Rey Ruiz Mientras en el Teatro Nacional Rubén Darío, 16 señoritas se disputaban la corona de Miss Nicaragua 2006, en el concierto “Salsa en Grande”, miles de señoritas y señoras se disputaban para recibir aunque fuera una mirada del boricua Gilberto Santa Rosa […]

  • Trece mil almas se movieron al ritmo de Gilberto Santa Rosa y Rey Ruiz


Mientras en el Teatro Nacional Rubén Darío, 16 señoritas se disputaban la corona de Miss Nicaragua 2006, en el concierto “Salsa en Grande”, miles de señoritas y señoras se disputaban para recibir aunque fuera una mirada del boricua Gilberto Santa Rosa y del cubano Rey Ruiz.

Gritos de euforia se escucharon entre la multitud cuando una joven nicaragüense subió a la tarima y fue tomada de la cintura y de su mano derecha por el salsero puertorriqueño Gilberto Santa Rosa, quien bailó mientras cantaba uno de sus tantos temas que interpretó anoche en el concierto “Salsa en Grande”.

Cuando Santa Rosa eligió a la joven bailarina entre el público, ella se mostró nerviosa, aún así subió emocionada y rápido. Con la ayuda de los guardas de seguridad se instaló en la tarima al lado del boricua, afirmando con sus movimientos que en Nicaragua también se baila salsa.

Los reflectores de colores adornaban todo el terreno cubierto por una delgada alfombra negra que protegía del pasto los pies de los espectadores. Mientras ella bailaba, miles de jovencitas gritaban y lloraban al ver cómo una nicaragüense tuvo la oportunidad de danzar con uno de los mejores exponentes de la salsa.

Mismos sentimientos que se proyectaron cuando el salsero apareció a las nueve y media de la noche en un escenario muy sencillo, vestido con un jean azul, camisa a rayas y un saco gris que combinaba con su faja y zapatos cafés, haciéndolo lucir como un joven empresario; look que más tarde refutó a través de sus pasos, dejando claro que es todo un experto en la salsa.

Los nicaragüenses disfrutaron de un Santa Rosa completamente entregado, desde que apareció cantando su tema Déjate querer hizo ojitos a las jovencitas y lanzó besos a las señoras, porque había de todas las edades y de ambos sexos.

A las once y media de la noche, cuando Santa Rosa se despidió agradeciendo a las 13 mil almas salseras de esa noche, los rostros no fueron de decepción porque la fiesta continuaba; después de unos 20 minutos de receso, el cubano Rey Ruiz subió a la tarima e hizo bailar a todo el público convirtiendo el concierto en una discoteca gigante jamás vista en Managua.

Ambos salseros agradecieron a los nicaragüenses por su apoyo, mientras la joven que subió al escenario, la cual se esfumó entre las masas, seguramente agradeció a Dios por esa oportunidad.

Espectáculo

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