Un perro caliente para Mamá Grande y sus malos actores.
Después de muchos años y luego de fracasar, está de vuelta la segunda parte de Mamá Grande, aunque no creo que fuera el mismo título de la primera vez. Esta es una película liviana que pretende sacarnos de nuestra rutina de ver animales, monstruos, bombas, explosiones, Irak y todo tipo de juegos pirotécnicos para darnos una experiencia familiar con una niñera a prueba de balas. No, ese es el título de otra película.
La trama es sobre piratas tecnológicos, secuestros, policías y uno que otro “oso”, como dicen ahora los chavalos. En mi archivo de películas que está guardado detrás de mi ojo derecho, tengo un cajón con al menos doce que incluyen a un hombre vestido de niñera y que pretende, o acercarse a la madre, ser protector, enseñar cosas valiosas a los niños o ser guardaespaldas de la familia, por lo que este papel no es desconocido.
Sobre las actuaciones, son regulares y varias quedaron a media calle porque no lograron llegar a relajarse. La familia no se compenetra en la trama y la verdad, es que uno termina sólo recordando a la niñera más por su gordura y “gracias” que por lo que contribuye en la cinta.
Los actores que usaron como la familia a la que la niñera debía cuidar, parecían estar asustados ante las cámaras y no daban más expresiones ni emociones de las mínimas que se exigían. Nunca había visto una tan mala escogencia de un reparto.
Se los digo de corazón. Hace menos de una hora que terminé de ver la película y al escribir, ya se me han olvidado hasta los nombres de los personajes.
Pero debo reconocer la actuación de quien encarna a Mamá Grande. Si dio lo que se esperaba, aunque tampoco se excedió. Mamá Grande definitivamente es la cosecha del peor año del cine de comedia estadounidense y ni los refritos los pueden salvar del declive.
Nosotros deberíamos enviar cartas a Hollywood pidiendo explicaciones ante tales comportamientos de los directores y obligarlos a ser más responsables en su trabajo de divertir, porque quien divierte mal, sólo es un torpe.
¿Cuánto costó esta película? Cincuenta millones de dólares, tal vez porque ahora ninguna producción está por debajo de esta cifra, y si lo está, es considerada de “baja” calidad. Aunque a veces parecía que lo era porque los trucos estaban a la vista.