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Ernesto González Valdés

La autoestima alta surge de las experiencias positivas, que produce en los niños seguridad, aceptación y la confianza La autoestima en el niño Todo niño normal nace con el potencial necesario para alcanzar la salud mental, siendo indispensable para lograr este objetivo el poseer una autoestima elevada, que se fundamenta en la creencia del niño […]

La autoestima alta surge de las experiencias positivas, que produce en los niños seguridad, aceptación y la confianza

La autoestima en el niño

Todo niño normal nace con el potencial necesario para alcanzar la salud mental, siendo indispensable para lograr este objetivo el poseer una autoestima elevada, que se fundamenta en la creencia del niño de ser digno de amor y que importa por el hecho de existir, sintiendo que se valora y respeta su individualidad.

El niño posee cualidades y recursos internos suficientes para gustarse a sí mismo. Desde que nace aprende a verse como considera que le ven las personas que le rodean. Su imagen la construye en función del lenguaje verbal y corporal, de las actitudes y los juicios que sobre él emiten las personas que considera importantes.

¿Alta o baja autoestima? Evidentemente las cualidades de una u otra deberán ser antagónicas: la autoestima alta surge de las experiencias positivas, que produce en los niños seguridad, propia aceptación y la confianza suficiente para poder realizarse en todas las áreas de la vida. Las expectativas sobre sí mismos serán apropiadas, alcanzando en el futuro la estabilidad emocional; por el contrario, la autoestima baja da lugar a la inseguridad, una escasa resistencia a la frustración, un bajo sentido de quién es y provoca ansiedad. El niño se sienten inepto y carece de motivación para relacionarse de forma positiva o comenzar nuevos aprendizajes. Suele ser una de las principales causas de las conductas desadaptadas en la infancia, ya que cuando el niño tiene un concepto negativo de sí mismo, cree ser “malo” y adecua sus comportamientos a este juicio.

¿Qué hacer nosotros los padres y madres en este sentido? Él deberá considerarse aceptado y amado incondicionalmente. No basta con que le demos todo nuestro amor, debemos asegurarnos que él lo siente y experimenta. Tendrá que percibir que se respeta y acepta su individualidad. Aceptar al niño significa sobre todo no confundiendo el valor de su existencia, con el de su comportamiento, tendrá que sentirse valioso, útil y capaz, vinculado a los grupos que pertenece (familia, clase, etc.) y recibir de éstos seguridad y confianza; interiorizando formas de conducta positivas; debe desarrollar seguridad interior para afrontar con éxito las dificultades que se le presenten.

Para ello, se le pedirá que concluya las tareas que comience, se le asignarán responsabilidades en función de su edad y capacidad, no se hará nunca por el niño o la niña aquello que sea capaz de hacer solo, se le ayudará a aceptar las consecuencias de sus acciones y a medir sus posibilidades antes de comenzar una actividad; otra forma de lograr elevar su autoestima será a través de su confirmación como individuo donde cada niño es único e irrepetible y necesita sentirse distinto a los demás. Finalmente, deberá adquirir pautas de conducta y una escala de valores personales que le sirvan de referencia para que su forma de pensar y actuar adquiera coherencia, para que aprenda a distinguir el bien del mal. Padres, madres y posteriormente educadores, las personas cuya estima y aprobación busca con más esfuerzo, por ello serán los modelos que intente imitar.

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