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¿El estilo japonés o Western?

América Economía Acá estoy, en la entrada del baño de una tienda de departamentos en Tokio, mirando los avisos que hay en cada una de las puertas de los privados: “Japanese style” y “Western style”. ¿Cuál seguir? Cuando se llega a Tokio, uno no se demora mucho en percibir que los japoneses tienen un estilo […]

América Economía

Acá estoy, en la entrada del baño de una tienda de departamentos en Tokio, mirando los avisos que hay en cada una de las puertas de los privados: “Japanese style” y “Western style”. ¿Cuál seguir?

Cuando se llega a Tokio, uno no se demora mucho en percibir que los japoneses tienen un estilo muy propio. Uno desembarca en el aeropuerto y necesita un transporte hasta el hotel. Nada de ese enjambre de aprovechadores ofreciendo una carrera sabe Dios hacia dónde. Jóvenes sonrientes y tímidas esperan tranquilamente detrás de un mesón para que uno se dirija a ellas a hacer la solicitud. Es el Japanese style.

En el hotel, en cuanto el botones carga el equipaje, uno se pregunta cuánto se da de propina en este país. Dos dólares estará bien, piensa uno.

NO A LA PROPINA

El joven, en tanto, comienza a mostrar cómo funciona cada detalle del cuarto… Tal vez unos 3.00 dólares. “No, señor, no aceptamos propina. Es nuestro trabajo”, dice en un inglés impecable. Nuevamente, el Japanese style.

A la hora de la cena, comienzo a saborear un combinado de sushi y sashimi. En cuanto la garzona trae el sake, se para a mi lado y, después de algunos segundos mirándome, coloca la pequeña copa en mis manos para servirme el licor y dice, con una sonrisa en el rostro: “Japanese style”. Sostener la copa mientras el otro sirve es una demostración de respeto y gentileza.

Lo más sorprendente del estilo japonés, sin embargo, no está tan al alcance de nuestros ojos. Está en la habilidad con que su economía se recupera después de ocho años de decrecimiento. Y en el buen trabajo de la mano invisible, descrita por Adam Smith en el siglo XVIII, que hace a la economía funcionar naturalmente y que comienza a reconducir al país al crecimiento: en 2005 el aumento nominal del PIB llegó a 4.2 por ciento, después de bajar 5 por ciento entre 1997 y 2004. Sólo para comparar, en estos ocho años, el PIB nominal estadounidense creció 42 por ciento.

COREA Y TAIWÁN IMITAN

El modelo japonés fue imitado con éxito por los también asiáticos Corea y Taiwán y debería ser seguido por América Latina. Japón es el ejemplo de un país que entendió rápidamente el valor de invertir en ciencia, tecnología y, por lo tanto, en educación, para transformarse en sinónimo de calidad high-tech, exactamente lo que China espera conseguir en algunos años más e infelizmente lo que América Latina está lejos de conquistar.

Pero nada fue fácil para Japón. En los 60, un producto “made in Japan” tenía el mismo valor que tiene hoy uno “made in China”. Existe una historia que se escuchó por muchos años, sobre que Japón había bautizado una ciudad como “USA” sólo para poder poner la frase “made in USA” en sus productos exportados, ya que en aquel tiempo los artículos japoneses eran conocidos por su mala calidad.

Tiempo después, se supo que la ciudad de USA existía, en la isla de Kyushu, pero desde mucho antes de la Segunda Guerra Mundial y, hasta donde se sabe, nunca se fabricó un chip en ese lugar.

INVERSIÓN EN CIENCIAS

El hecho es que los japoneses se habían tomado en serio la inversión en ciencias y a fines de los noventa la productividad de un trabajador japonés ya era cinco veces mayor que la de un latinoamericano. Siempre se puede argumentar que no tenían la posibilidad de exportar materias, como soja o cobre, pero ¿y qué? La riqueza no está sólo en el suelo fértil, sino en cuán industrializada y eficiente es la agricultura. La riqueza está sobre todo en la creación de conocimiento, punto del cual América Latina cada vez se distancia más de los emergentes asiáticos.

Hay mucho que aprender de Oriente y ya es hora de que América Latina siga el Japanese style. Bueno, quizá en el baño el Western style sea más conveniente.

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