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(LA PRENSA/ J. MOLINA)

De la paz al abandono

El Parque de la Paz fue construido con una suma millonaria, se convirtió en un símbolo esporádico de la paz que anhelaban los nicaragüenses en los ochenta y ahora sirve como nido de rateros y antro de prostitución [doap_box title=”” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] El diseño del Parque de la Paz se puede considerar como la segunda […]

  • El Parque de la Paz fue construido con una suma millonaria, se convirtió en un símbolo esporádico de la paz que anhelaban los nicaragüenses en los ochenta y ahora sirve como nido de rateros y antro de prostitución
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El diseño del Parque de la Paz se puede considerar como la segunda fase, después que en ese mismo lugar se erigiera el Monumento a la Paz, fundado en conmemoración al desarme de la contrarrevolución y el fin de la guerra en la década de los ochenta.

El parque retoma una serie de elementos simbólicos expresivos, con el propósito de representar la paz a lo largo de la historia, retomando el símbolo precolombino: El espiral, el más representativo de la cultura hispánica; El Quetzalcoatl o la serpiente emplumada, observada en las pinturas rupestres de la Laguna de Asososca.

Este parque está ubicado detrás del edificio de Petronic, en Managua.

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El Gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) consiguieron el financiamiento para construir un monumento que simbolizara lo que los nicaragüenses ansiaron en la década de los ochenta, cuando la paz parecía algo inalcanzable. Pero se alcanzó la paz. Y se construyó un monumento a la paz.

Ese monumento luego se convertiría en el Parque de la Paz, que incluía el inicial monumento y algunos otros elementos, logrado con una inversión de 1.2 millones de dólares. No obstante, apenas han pasado ocho años desde su inauguración y ya se convirtió en cueva de ladrones, trabajadoras sexuales e indigentes.

La sección Revista, de LA PRENSA, visitó este lugar y constató que únicamente se paseaban por los alrededores jovencitas menores de edad y huelepegas, mientras los guardas de seguridad reposaban en las sombras del parque.

El Parque de la Paz cuenta con un anfiteatro bordeado por lo que es la gruta de las armas, donde fueron enterradas aproximadamente 15 mil fusiles de guerra el 14 de septiembre de 1990.

Y es justo en esa gruta donde reina la inmundicia, ya que cualquier persona que llegue a ese lugar debe cuidarse de no pisar las “minas” de heces humanas que la bordean.

PLAN IMPIDE MEJORAMIENTO

Marlon Sequeira, director de Ornato de la Alcaldía de Managua, dijo que el Parque de la Paz se ha visto afectado en su mantenimiento por el plan de mejoramiento urbanístico de esa zona.

“El parque está ubicado justo en el centro de ese plan urbanístico que nunca dio paso a iniciar. El Gobierno Central nunca lo llevó a efecto. Es decir, ha sido una obra que está afectada por las obras de futuro que no se han podido implementar”, afirmó Sequeira.

Para que el parque esté en óptimas condiciones se requiere componer los elementos que fueron diseñados, como el flujo de agua en las distintas fuentes y para ello se deben reactivar los generadores de agua.

“Ambos generadores costaron 50 mil dólares, tan valioso es este equipo que tiene la capacidad para riego de cultivo con una capacidad de extensión de 30 manzanas”, expresó el arquitecto Nelson Brown, diseñador de la obra.

De las trece placas que fueron instaladas inicialmente, ocho ya no existen. Son notorias sus ausencias. En ellas estaban los nombres de las personas que hicieron posible la construcción de tan emblemático parque.

Según su creador, se requieren alrededor de 600 mil dólares para reactivarlo. “Se necesita revestirlo, activar las bombas, pintarlo, ornamentarlo e iluminarlo”, explicó Brown.

IMPOTENCIA E INDIGNACIÓN

“Da impotencia, no sólo porque soy el que lo diseñó, sino porque Nicaragua merece que esté llena de monumentos, porque estamos llenos de vida y testimonio especial que no ha sido aprovechado por la Alcaldía”, refirió Brown.

El artista plástico Mauricio Mejía dijo que uno de los sentimientos que le provoca ver el grado de abandono en que está el Parque de la Paz, es de impotencia.

“Es normal cuando alguien eleve una propuesta monumental dirigida políticamente que haya daños, pero en el caso del Parque de la Paz, pienso que nunca hubo una tendencia hacia la derecha o izquierda, siempre hubo un concepto claro, como es la paz”, dijo Mejía.

Fuente documental : Arte público monumental en el siglo XX, escrito por Julio León Báez.

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