Hanks no es reconocible comparado a su trabajo en El Náufrago: Dos perros calientes
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El Maligno ronda en las salas de cine del país. El Código Da Vinci será el primer brebaje que tomaremos para enloquecernos, y el segundo, La Profecía, que se presentará el Día de la Bestia, el 6 de junio del 2006 y el que nos convencerá de que es mejor pasarnos al bando de los diablitos. Así es señoras y señores, ha llegado el día de las revelaciones y debemos estar listos para cambiar del partido de los buenos al de los malos.
Ya en serio, si la fe mueve montañas, me pareció ridículo que los católicos se persignaran y rezaran ante la presentación de El Código Da Vinci, una película basada en la novela del estadounidense Dan Brown y cuya teoría es que Jesús y María Magdalena tuvieron… ahh no, tampoco les voy a contar toda la película.
Lo que sí les diré es que no es ni tan buena ni tan peligrosa como la hicieron parecer estos días en que todos hablaban de pecado para arriba. No, el filme de entrada muestra una seria deficiencia en su intento de meter miedo con una banda sonora tan inquietante e incómoda como el ulular de las ambulancias, bomberos y policías. Nada más patético que el burdo engaño de una música que intenta llevarnos al borde del ataque del corazón mientras nunca pasa nada.
Lo segundo, es que cuenta con tan pobres actuaciones que Tom Hanks no es reconocible comparado a su aplaudido trabajo en El Náufrago, por ejemplo, y tal parece que le ordenaron que durante toda la película abriera los ojos a más no poder, mientras que Audrey Tautou se muestra como una mujer que nunca termina de sorprenderse de su propio asombro y no es ni la sombra de su actuación en Amélie.
El único salvable de este fracaso cinematográfico que costó casi 200 millones de dólares, es Ian McKellen, el Magneto de los X Man, y en ésta, un tullido que tiene las respuestas a todas las interrogantes y las claves para descifrar el misterio detrás de El Código Da Vinci.
Sé que nada en esta columna evitará que los amantes del cine vayan a ver esta película, ni tampoco pretendo detenerlos. Vayan a como fueron cientos desde ayer a las 11:00 de la mañana cuando ya varias salas estaban bastante llenas, pero cuando termine, les aseguro que ninguno de ustedes se levantará ni siquiera a toser por esta historia que nos presenta un diablo de pura envoltura.