Pese a que grupos religiosos habían apelado a protestar ante los cines de Estados Unidos, las primeras exhibiciones de El Código Da Vinci, ayer por la mañana en Nueva York, tuvieron lugar sin apenas manifestantes y sin grandes colas.
Enfadados por el argumento de la obra de ficción, centrada en los intentos de la Iglesia Católica por ocultar a los descendientes que tuvieron Jesús y María Magdalena, asociaciones y grupos de católicos y cristianos habían prometido dar guerra a la película en el día de su estreno.
En la Tercera Avenida de Nueva York, frente a uno de los cines en los que se había anunciado una protesta, un hombre identificado como Jack, representaba en solitario a sectores católicos y cristianos que habían expresado su indignación por el libro y la película.
Portando una pancarta en la que se leía “Amo a nuestro Señor Jesucristo. Rechazo El Código Da Vinci”, Jack dijo a la AFP que lamenta que la obra “no está basada en hechos”.
“Es un mito total que están tratando de promover como un hecho”, agregó, añadiendo que “hubiera sido diferente” si Dan Brown, el escritor de la novela, y Ron Howard, el director de la película, hubieran accedido a precisar que se trata de una obra de ficción.
La exhibición de la película en otros puntos del país dará la verdadera medida de las protestas, aunque ayer no parecían a la altura de la ira expresada por algunos líderes religiosos.