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El vacío que deja Herty Lewites

La candidatura presidencial de Herty Lewites, quien falleció el recién pasado domingo 2 de julio, representaba una magnífica posibilidad de que en Nicaragua se estableciera una alternativa de izquierda democrática, moderada y respetable, opuesta a la izquierda tradicional nicaragüense obsoleta y autoritaria que se encarna en el FSLN como partido y en Daniel Ortega como persona.

En realidad, la existencia de una izquierda democrática bien posicionada en el electorado nicaragüense, sería a todas luces positiva para el mejor funcionamiento de la democracia como sistema de participación política y de gobierno; incluso es indispensable para que la alternancia en el ejercicio del poder no sea sólo de personas y de partidos, sino también de corrientes ideológicas, de cualquier signo que sean, siempre y cuando no atenten contra las bases democráticas y republicanas del Estado ni contra los valores de la libertad y los principios de derechos humanos.

En términos generales eso es lo que representaba de manera personal el candidato presidencial Herty Lewites Rodríguez, quien fue un enérgico y valiente disidente del FSLN tradicional y autoritario. Pero insistimos en que era a título personal que Lewites representaba una alternativa electoral de izquierda democrática, porque es evidente que el liderazgo de la alianza que él encabezaba como candidato presidencial, está integrada o dominada por cuadros de antigua formación y militancia sandinista que desempeñaron funciones de gobierno de primera importancia, en la dictadura autoritaria de izquierda que impuso el FSLN durante la revolución sandinista de 1979 a 1990. Y según sus propias expresiones públicas, esos antiguos cuadros sandinistas se distanciaron del FSLN por motivos personales, algunos, y otros por contradicciones en la interpretación de la ortodoxia ideológica y moral del sandinismo.

Se trata, entonces, de militantes políticos de izquierda que reivindican los principios ideológicos de la revolución sandinista y repudian el liderazgo caudillista de Daniel Ortega, particularmente su pactismo con el liberalismo neosomocista. Sin embargo, esos militantes revolucionarios que siguen siendo sandinistas aunque no orteguistas, hasta ahora no se han identificado de manera clara y categórica con la izquierda y el socialismo democráticos de tipo europeo o de algunos países iberoamericanos. Por ejemplo, ellos no han llegado a decir como dijera el presidente brasileño Lula da Silva para quitarse de encima cualquier tufillo autoritario: “Yo soy de izquierda pero no izquierdista”.

Herty Lewites tampoco se identificó de manera explícita con una izquierda democrática como la brasileña o la chilena. Por el contrario, al parecer para atraer adeptos en las bases del FSLN dijo en una ocasión que él y Ortega eran “zorros del mismo piñal”. Pero Lewites llegó a la izquierda desde el conservatismo populista y nunca tuvo una formación política marxista. De manera que no fue por razones ideológicas, sino más bien políticas anti somocistas que Lewites desafió el caudillismo de Daniel Ortega en el FSLN. Y por esas mismas características de su personalidad fue que en la última etapa de su vida se identificó más con líderes de la izquierda democrática latinoamericana, como los presidentes Lula da Silva, Tabaré Vázquez y Michelle Bachelet —de Brasil, Uruguay y Chile, respectivamente—, que con déspotas izquierdistas como Fidel Castro y Hugo Chávez.

De manera que no será fácil llenar el vacío personal que por su fallecimiento ha dejado Herty Lewites en el escenario electoral. Tal vez por eso fue que una de las principales dirigentes de la Alianza MRS expresó, inmediatamente después de la muerte de Herty Lewites que éste era insustituible, aunque dicha coalición electoral continuará en la campaña para las elecciones del 5 de noviembre próximo y seguirá confiando en la victoria.

Desde el punto de vista legal no hay dificultad para sustituir a Lewites en la candidatura presidencial de la Alianza MRS. Los artículos 3 y 145 de la Ley Electoral prevén que, en casos como este, el mismo partido o alianza que lo postuló como candidato a Presidente de la República debe designar a quien lo sustituya. La dificultad es más bien de orden político: Nominar a una persona que igual que Herty Lewites pueda proyectar una imagen de izquierda democrática confiable, pero que al mismo tiempo pueda quitarle votos —y no sólo “suaves” sino también “duros”— a Daniel Ortega y el FSLN. Y que la gente no lo vea como una simple apariencia de alternativa al FSLN, por razones tácticas, formales y secundarias.

Editorial
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