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El caso de Zoilamérica

El caso de Zoilamérica Narváez, la hija política de Daniel Ortega que lo acusó en 1998 de haberla abusado sexualmente durante varios años, está nuevamente en el debate público. Y porque el caso ha sido relanzado en medio de la campaña electoral que está actualmente en desarrollo —en la que Daniel Ortega tiene bastante posibilidad de quedar en primer lugar y en todo caso de asegurarse el pase a una segunda vuelta—, algunas personas consideran que se trata de una “campaña sucia” para perjudicar al candidato sandinista.

Inclusive, en una reciente entrevista que Zoilamérica Narváez dio a la cadena internacional de TV, Univision, la cual reprodujo íntegramente LA PRENSA después de que fue censurada parcialmente por el canal local de televisión que la retransmitió, un funcionario de la entidad denominada Diálogo Interamericano, que tiene su sede en Washington D.C., aseguró que “el interés político que pueda tener (Zoilamérica) es destruir políticamente a este individuo (a Daniel Ortega), dejarlo fuera del campo”.

Pero en vez de acusar a Zoilamérica Narváez de querer perjudicar al candidato presidencial del FSLN, esas personas deberían de aconsejar a Daniel Ortega que responda a la acusación de su hijastra, o que desista de continuar aspirando a la Presidencia de la República por un nuevo período, porque mientras no aclare su situación seguirá cargando el peso de tan grave acusación.

Está claro que no es por gusto que Zoilamérica Narváez ha replanteado su caso precisamente ahora, cuando Ortega anda afanado por ganar la elección presidencial del próximo 5 de noviembre. Lo ha hecho porque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le pidió que actualizara los datos de la demanda que tiene interpuesta desde hace varios años ante dicho organismo hemisférico. Como se sabe, Zoilamérica acusó a Daniel Ortega en el año de 1998 pero en aquel entonces el líder del FSLN se amparó en su inmunidad parlamentaria para evadir el juicio correspondiente. Sólo después de pactar con Arnoldo Alemán para evitar el desafuero parlamentario, fue que Daniel Ortega se presentó (en el año 2001) ante una juez sandinista, la cual no lo declaró culpable ni inocente del delito por el cual fue acusado, sino que cerró el caso porque supuestamente ya había prescrito legalmente.

Precisamente por esa razón fue que Zoilamérica Narváez recurrió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en busca de la justicia que se le negó y se le sigue negando en su propio país. Y ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el Estado de Nicaragua, Zoilamérica Narváez ha continuado adelante con su demanda internacional y en esto debería ser respaldada por toda la gente de bien de Nicaragua.

Tiene razón Zoilamérica Narváez al decir —como lo dijo en la entrevista con Univision que LA PRENSA reprodujo textualmente— que ella no puede callar “porque está una campaña electoral en Nicaragua”. Y sobre la acusación que le hacen, de que con su denuncia está perjudicando el interés de Daniel Ortega de ganar la elección de noviembre próximo para volver a ser Presidente de Nicaragua, dijo Zoilamérica correctamente que: “Ésta no es mi responsabilidad. Si esto ya hubiere alcanzado una resolución judicial, este caso no estaría pendiente en la historia política de Daniel Ortega y el sandinismo”.

Cabe recordar que en julio del año 2001, poco antes de que comenzara oficialmente la campaña electoral de ese año en la que Daniel Ortega también se postuló como candidato presidencial, Zoilamérica Narváez envió una carta pública al ex canciller del régimen sandinista, Miguel de Escoto, después de que éste la descalificó por medio de un programa de televisión local. “Bien sabemos usted y yo —le dijo Zoilamérica a de Escoto— que Daniel Ortega está y estará atrapado en su mentira para siempre y que, por más máscaras que le pongan, él ya empezó a vivir una condena personal. Y nadie puede liberar a un pueblo siendo él mismo un preso de su propia incapacidad de reconocer errores”.

En realidad, mientras Daniel Ortega no aclare su situación de manera convincente y en tanto que la justicia nacional o internacional no dicte un veredicto claro, justo y correcto sobre la acusación de Zoilamérica, este bochornoso caso seguirá afectando la imagen pública del líder sandinista y su aspiración a ser de nuevo Presidente de Nicaragua.

Editorial
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