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Esteliana se esfuerza por ejercer medicina en EE.UU.

A pesar de tener título de médico pediatra, Anita González Arroyo regresó a las aulas universitarias [doap_box title=”Doble graduación” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] La graduación de la doctora Ana González será a mediados del 2007, estará cercana a la de su hijo mayor Carlos Roberto, quien obtendrá su título en Diseño Creativo en el prestigioso Art Center […]

  • A pesar de tener título de médico pediatra, Anita González Arroyo regresó a las aulas universitarias
[doap_box title=”Doble graduación” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

La graduación de la doctora Ana González será a mediados del 2007, estará cercana a la de su hijo mayor Carlos Roberto, quien obtendrá su título en Diseño Creativo en el prestigioso Art Center College of Desingn (ACCD) de Pasadena, California, ganador de varios concursos y becas por diseñar e inventar artículos comerciales.

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Una vez graduada espera poder atender a hispanos con pocos recursos

CORRESPONSAL/CALIFORNIA

El año más feliz para la esteliana Anita González Arroyo pudo haber sido 1981, cuando se convirtió en profesional al recibir el título de médico en la UNAN-León, en Nicaragua. Inició sus servicios de internado en los hospitales Fernando Vélez Paiz y Manolo Morales, en Managua, y dos años después obtuvo el título de médico pediatra.

Cuando todo le parecía que estaba saliendo bien, la situación política y económica se agudiza en Nicaragua y el destino le preparó una migración a EE. UU.

RUMBO A LOS ÁNGELES

“En 1997, cuando la crisis en general en Nicaragua se puso muy mal, mi marido Julio Montenegro, también médico, decide que tenemos que irnos a Estados Unidos, con mis hijos Carlitos y Marlon, que en ese momento tenían 5 y 2 años. Esa decisión me causó pánico, pues no estaba en mis planes, aunque en circunstancias diferentes ya había estado allá”, dijo en su residencia en la ciudad de Burbank, al norte del condado de Los Ángeles, sur de California.

Añade que: “Pese a todo apoyé a mi marido y el sitio a viajar era la casa de mi hermana Ethel y mi mamá Corina González, en Los Ángeles, sabía que con ellas encontraríamos apoyo, estaríamos entre familia y con alguien que conocía bien el lugar y nos iban a guiar… pero qué miedo sentía de marchar”.

Llegar a tierras californianas no tuvo mayores inconvenientes, lo hicieron con visas múltiples.

“Al venir con otros planes de quedarnos teníamos que solventar el asunto migratorio, pero además ni mi marido ni yo podíamos ejercer como médicos por requerirse reestudiar la carrera como la ley exige a los inmigrantes y además estaba la barrera del idioma”, comenta.

Los niveles de pobreza de esa época para esta familia fueron máximos, agobiantes, de desesperación y arrepentimiento, dice la doctora. “Por momentos lloré, quería regresar a mi país, no teníamos nada, faltaba zapatos para mis niños, la ropa era la misma, comenzamos a trabajar cuidando ancianos y en otras cosas que no era lo nuestro, pero estábamos abundantes de amor y cariño pero carentes de centavos”.

A ESTUDIAR

Para salir de esa difícil situación los esposos realizaron un pacto. “Él se quedaría trabajando y yo a la escuela y después a la inversa”, dice Ana González.

En la actualidad a la doctora nica sólo le faltan nueve meses para obtener la licencia y poder practicar la medicina en cualquier Estado de la unión americana. “Eso… no ha sido fácil. Los estudios han sido como volver a comenzar, 10 materias de ciencias básicas en tres etapas y cada examen es terrible, el primero en el 2000 el último en el 2003, pero todavía debo concluir más estudios, aunque paralelamente ejerzo como médico pediatra pero sólo en Puerto Rico, estoy en el San Juan City Hospital”.

Según González, cuando vuelva a California, trabajará para centros médicos y clínicas que dan servicios a hispanos de escasos recursos.

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