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Ernesto González Valdés

La persistencia es la clave para alcanzar el éxito tanto individual como familiarmente El éxito y la familia En una ocasión cayó en mi poder un libro que hacía referencia a cómo lograr el éxito. Antes de leerlo pensaba que el éxito dependía exclusivamente de uno mismo. ¿Estaba equivocado? La respuesta a la interrogante me […]

La persistencia es la clave para alcanzar el éxito tanto individual como familiarmente

El éxito y la familia

En una ocasión cayó en mi poder un libro que hacía referencia a cómo lograr el éxito. Antes de leerlo pensaba que el éxito dependía exclusivamente de uno mismo. ¿Estaba equivocado? La respuesta a la interrogante me la proporcionaría la lectura y comprensión del voluminoso texto. A medida que pasaban las páginas me daba cuenta que para alcanzar el éxito una persona depende fundamentalmente de su trabajo diario y de la claridad de la meta que se proponga alcanzar.

Pero el hecho no era aislado, donde los logros alcanzados tenían su repercusión en la familia. Si se fija en las familias que están por encima del éxito, que llegan a la excelencia, no es que no tengan problemas, los tienen, pero en vez de intentar eliminar las cosas negativas están enfocadas a crear cosas positivas que no estaban ahí antes.

Nuevas metas, nuevas opciones, nuevas alternativas que optimizarán las situaciones. En definitiva, están orientados a la oportunidad. ¿Qué hacer entonces para lograr un éxito familiar? Dedicar un tiempo a planificar el futuro, no creando utopías (plan o sistema halagüeño, pero irrealizable) sino la confección de un “plan” convertido en pequeños pasos que tengan una continuidad en la vida.

¿Resulta fácil de lograr? Lo más difícil es hacerlo sobre la familia, ya que estamos acostumbrados a planificar sobre un futuro individual, donde cada uno va hacia su lado. Pero piense en su familia como un todo, cada uno diferente, pero “avanzando juntos”.

¿Una experiencia? Visitaba una escuela y una profesora había ideado —trabajando con niños y niñas, previamente orientados— recortar fotos o dibujos donde los chigüines se sintieran identificados con lo que les haría sentirse orgullosos de sus padres y hermanos en el futuro. Los más pequeños comenzaron a dibujar, los mayores seleccionaban dentro de un mar de fotos… cada grupo pensó en diferentes opciones.

Cada grupo de estudiantes por equipo crearon sus propios carteles, los enmarcaron con ayuda de sus padres y los convirtieron en un recordatorio especial “Hacia dónde vamos”.

Siempre hay una oportunidad para comenzar a tomar las riendas de un futuro deseado “juntos hacia el éxito”. Y si conforme pasa el año piensa que estaba sembrando sobre suelo infértil, recuerde lo que le sucede al árbol de bambú. Cuando se siembra pasan años hasta que aparece el tallo.

En este tiempo no se ven sus raíces pero son las que se van consolidando en el suelo. Siguen pasando los años y, por más esfuerzo y cuidados que se le dé, es hasta el quinto año cuando crece esbelto y fuerte. Persistencia es la clave de su crecimiento.

Igual ocurre con la educación de nuestros hijos, la cual en muchas ocasiones le entregamos la responsabilidad parcial a los docentes, pero usted como madre o padre de familia debe sumarse íntegramente: piense lo que quiere sembrar; ponga manos a la obra y use todos los métodos para abonar su sueño día a día.

Persista, manténgase en el tiempo. Cuando obtenga sus frutos, disfrútelos, ocurrieron gracias a su visión de futuro.

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