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Hazaña informática

En la semana pasada la Dirección General de Ingresos inauguró el Centro de Información Tributaria. Lo verdaderamente importante no se podía ver: el nuevo sistema informático de administración de rentas, un sistema más complejo que los sistemas usados por los bancos para administrar las cuentas de sus clientes, pues no solamente maneja las cuentas de […]

En la semana pasada la Dirección General de Ingresos inauguró el Centro de Información Tributaria. Lo verdaderamente importante no se podía ver: el nuevo sistema informático de administración de rentas, un sistema más complejo que los sistemas usados por los bancos para administrar las cuentas de sus clientes, pues no solamente maneja las cuentas de todos los contribuyentes como en un banco, registrando obligaciones, pagos y saldos sino incorpora todas las reglas del código tributario como declarar los impuestos, pagar impuestos, hacer sustitutivas de declaraciones, introducir reparos y reclamar más otros procedimientos.

El sistema permite a la DGI funcionar en todo el país igual como un banco moderno, con sucursales en diferentes lugares incluyendo una sucursal electrónica en la Internet, que todas a todo tiempo tienen acceso a toda la información de todos sus clientes. Cuenta además con una interfaz con los sistemas propios de los bancos de Nicaragua, que registra al instante los pagos directos o vía transferencia en los bancos, o sea algo que de banco a banco aún no existe. En potencial el sistema permite que hasta las sucursales de Microfinancieras o los Cibercafé puedan servir como puntos de acceso para los contribuyentes, verdaderamente un salto gigantesco no sólo para acabar con las largas filas en las oficinas de renta sino a la vez reduciéndoles en forma sustancial los costos implícitos de estar al día con el Fisco a los contribuyentes. Me consta que es el sistema más avanzando de Centroamérica, y vale la pena mencionar que el Fisco alemán fracasó a inicios de este año en su proyecto de poner sólo el impuesto de renta “en línea”.

Pero lo verdadero “nicaragüense” de la hazaña no está en el sistema como tal, sino en que todo el desarrollo de los sistemas usados por la DGI casi desde sus inicios estaba en manos de cuadros nicaragüenses. Me acuerdo aún de los inicios en el 1993, cuando se propuso trasladar un sistema incompleto e inconcluso desde El Salvador a Nicaragua. En una carta al Ministro de Finanzas de aquel entonces recomendé a no hacerlo. No obstante se lo intentó. Los consultores externos fueron igualmente trasladados, pero dentro de poco tiempo se fueron del país y dejaron atrás un sistema plagado de fallas y errores, pero sin documentación técnica alguna. En este momento un joven equipo nicaragüense se metió de lleno y logró echarlo andar.

El mismo equipo, incorporando poco a poco a otros en un proceso riguroso de entrenamiento interno, continuaba con tenacidad garantizando el funcionamiento del sistema y mejorándolo aún en condiciones nada favorables, como cuando Byron Jerez fungía como Director de la DGI. La última etapa de cinco años para llegar al sistema moderno de hoy costó apenas unos 2 millones de dólares, con todo el hardware y la red de la DGI incluida, precio de ganga, si se lo compara con los costos de sistemas bancarios de similar complejidad o con los honorarios estratosféricos, que cobran los consultores externos en otros proyectos.

¡Felicidades jóvenes, ustedes merecen un reconocimiento por el país entero!

Cornelio Hopmann,Director ejecutivo eNicaragua(AIN)

[email protected]

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