- “José es el nombre de aquel chavalo/ que un día mi pueblo miró nacer,/ un pobre niño desamparado/ que vino al mundo por un placer./ A los tres meses de haber nacido/ lo regalaron sin compasión,/ porque su madre tenía otros hijos/ los que adoraba con devoción”
[/doap_box]
“¿Qué cómo paso la vida?
Enredando las cosas cada día, porque si usted lo piensa bien, los hombres nacemos para enredarnos en problemas en su mayor parte creados por nosotros mismos, y para quebrarnos la cabeza tratando de desenredar ese nudo de enredos que es nuestra vida.
“Un día soy músico, otro día soy poeta y compositor. Pero también me he enfrentado a otros oficios para poder vivir, en temporadas soy constructor y pintor, me he desenvuelto como chofer, trabajé enchapando carreteras… En fin, de todo le he hecho, menos robar”.
Su nombre completo.
José Alfonso Zamora.
¿Nada más?
Nada más, llevo el apellido de mi madre porque soy ilegítimo y nunca fui reconocido.
Bajando de Sébaco, en la primera entrada a Ciudad Darío a mano derecha, está la venta de quesillos de don José Alfonso Zamora, varón campechano de palabra fácil, cuentacuentos irredento, dicharachero, parrandero, cantador y, según propia confesión, el único nicaragüense que cuenta su vida a través de canciones.
¿Cómo afectó su vida el hecho de ser un niño regalado?
Voy a contestarle su pregunta con unas estrofas de mi canción La historia de José. Escuche. (A capela y en tono medio canta).
“Hay muchos niños que a diario nacen/ para ser víctimas del dolor,/ unos se entregan de lleno al vicio,/ otros se matan por decepción./ Los sufrimientos que da el destino/ hay que enfrentarlos con gran valor,/ no es un consuelo perderse en drogas/ o ahogarse con el licor,/ hay que ser fuertes y enfrentar la vida/ y darse cuenta que existe Dios”.
EL BELÉN DE ROSA SARMIENTO
¿Dónde nació usted, don Alfonso?
A mucho orgullo, son nacido y criado en Ciudad Darío, aquí han transcurrido los 49 años de mi vida. (Canta) “Lindo Metapa pueblo querido,/ donde nació Rubén Darío,/ yo soy de aquí, esta es mi gente/ y por todo el mundo mi pueblito está presente”.
¿Me imagino que Darío está ligado íntimamente a la vida de todos los habitantes de este pueblo?
Tiene que ser así. Así lo expreso en mi canción Antología Dariana. Escuche: (canta de nuevo) “Rosa Sarmiento llegó/ antes de caer la noche,/ se miraba tan bonita/ como flor de Sacuanjoche./ Y escogió como Belén/ a esta cuna adorada/ para parir a ese niño/ que el las entrañas llevaba./
Doña Gatona Ruiz Torres/ la partera más famosa,/ que aquel dieciocho de enero/ vio el parto de doña Rosa./ Ella ayudó a que viviera/ ese niño incomparable,/ que le heredó a Nicaragua/ grandezas inolvidables”.
¿Qué recuerdos guarda de la Ciudad Darío de su infancia?
(Se arregla la garganta y vuelve) “Qué bonito es recordar/ como se formó este pueblo/ con sus chozas adornadas/ de ramitos de melero/ qué verdecitas lucían/ a orillas del arroyo,/ por eso es que la nombraron/ la tierra de los chocoyos./ Eran tiempos muy hermosos/ los que aquí se disfrutaban,/ viajeros enamorados/ siempre en carreta pasaban/ y así paso mucha gente/ como Rosita Sarmiento,/ que se enamoró del pueblo/ y aquí se quedó buen tiempo”.
LOS BEMOLES DEL MARIACHI
Ahora hablemos en prosa. ¿Me dijeron que usted pertenece a un grupo de mariachis?
Hace años yo pertenecía al mariachi El Norteño, de eso hace como 28 años. Tocábamos en La Trinidad de Estelí, pero lo dejé porque era difícil estar viajando. Fue entonces cuando trabajé como chofer de enchape de carreteras en El Cuá, La Pavona y Los Planes de Vilán, en unos camiones de Edmundo Rostrán.
¿Se gana bien en el quehacer de mariachi?
Ahora muy poco. Antes sí se ganaba porque habían menos grupos, menos competencia. Ahora muy poco, pero hace como un mes fuimos a Honduras a hacer un toque, pero de ahí nos salió otro en la frontera de El Salvador y ahora el 17 de ese mes vamos para Guatemala.
¿Cómo se llama su conjunto musical?
Mariachi Dariano, somos ocho, nueve cuando llevamos a mi hija que canta también. Somos dos trompetas, un acordeón, tres armónicas, guitarrón, guitarra y los vocalistas.
¿Entonces actualmente sólo trabajan por contrato?
Sí, por contrato. Casi nunca he trabajado de andar al garete. Una vez estuve trabajando así en Managua con un señor cuyo nombre es Marcelo pero todo el mundo lo conoce por “Cachelo”, pero no me gustó… Mucha caminadera, mucho desvelo. Entonces pensé que comer es obligación y trabajar era maña y me vine a este local a vender quesillos.
Antes teníamos este negocio en Darío pero cerraron las cuatro calles de la casa del poeta, nosotros estábamos en ese sector y perdimos porque ya no entraban ni los taxis. Por eso me vine para este lugar. Apenas estoy a un kilómetro de Darío.
COSAS DE SERENATEROS
¿Y en su vida nocturna de mariachi nunca lo asaltaron, nunca vio un fantasma?
No, nunca. A veces me he venido sólo desde Darío y hasta la vez nada.
¿Quiénes son los integrantes del mariachi?
Pablo Trujillo (acordeón), Jesús Treminio (guitarra y vocalista), Jorge Luis Treminio (guitarrón y vocalista), Mario Quijano (trompeta), Roberto Trujillo (guitarra), Filemón ( vocalista) y el que le habla que es trompeta. Todos ellos son músicos de oído.
¿No hay ninguno que sea académico?
No. Yo aprendí con mi papá, que me enseñó a solfear cuando yo era chavalo. No agarré mucho pero no me engañan en asuntos de música, así cualquier canción que no me puedo aprender la saco con el pentagrama y ya.
¿Y las ganancias? ¿Qué pasa con las ganancias?
Se reparten por igual. Cuando salimos a tocar fuera de aquí no dejamos de ganar seiscientos, setecientos córdobas.
¿Desde cuándo compone canciones?
Desde que era chavalo, compongo y descompongo. Cuando la propaganda de Agüero hice canciones para que nos compusieran las calles, que pusieran la luz. Aquí hubo un alcalde que recogió un dinero para poner el agua, y la gente daba y el dinero nunca se vio para donde agarró.
Me imagino también que debe algo que contar relativo a las serenatas.
Sí, esto fue en Estelí que anduve con El Norteño, nos contrató un muchacho para una serenata y cuando estábamos tocando, ya íbamos con la segunda canción, sonaron dos balazos adentro de la casa y se oyeron unos gritos. Eran los gritos de las hijas y la mujer del hombre. Se armó un bochinche y el serenatero desapareció. Ahí nos dejó.
Otra vez la agarramos con la guardia de Somoza. Estábamos tocando en San Isidro cuando oímos un grito: “¡Callen esa babosada!”. Nosotros creímos que era un bolo o un vago el que nos estaba gritando y seguimos tocando. Pero de inmediato oímos el “traca traca” de los Garand y los guardias que se acercan. A mí me agarró una risa de nervios y sin querer seguí tocando. Entonces un guardia casi me da con el Garand en la cabeza porque creía que me estaba burlando de ellos, cositas que han pasado así…
Pero también hemos tenido aventuras buenas. Por ejemplo en San José de los Remates somos muy bien recibidos desde que estuvo de alcalde Fabricio Cajina y me tocó componer una canción para ese pueblo. Quedó muy bonita y es un pueblo, nos tienen cariño y siempre nos buscan para cualquier evento.
CANTANDO HISTORIAS DE AMOR
Me decían que usted ha compuesto más de setecientas canciones.
¡No, hombre, qué barbaridad ni que fuera tantas! Quizá unas cincuenta. Pero como no he gravado ninguna ya se me han quitado las ganas de seguir haciéndolas. ¡Ah, si yo tuviera esa facilidad! Pero espero en Dios que de aquí a enero hacer mi primer CD, porque algunos amigos me quieren ayudar.
¿No ha tenido problemas con sus canciones de amor?
Ahorita tuve un problema con mi mujer porque estuve en Bluefields reparando una casa. Acordándome de “Oreja de Burro” que hizo aquella que dice: “Cuando calienta el sol”, se me vino una que dice: “Aquí estoy nuevamente/ en el mismo lugar/, donde estuve contigo/ disfrutando del sol y la brisa del mar./ Que feliz me sentí por eso estoy aquí/ con la fe de encontrarte,/ porque mi corazón no ha dejado de amarte./ Siento de nuevo el sabor/ de tus besos que en mi boca dejaste,/ y hasta escucho tu voz/ diciéndome soy tuya/ cuando a mí te entregaste”.
A pesar de mis explicaciones sobre la inspiración que tuve, mi esposa casi me da con un molinillo cuando me oyó cantarla. Pero también le hice su canción a ella.