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Don Pedro Vargas junto a varios de sus hijos, tras cumplir cien años de vida. ( LA PRENSA/LUCÍA VARGAS C.)

Don Pedro arriba a un siglo de vida

La música le ha dado felicidad a su vida Corresponsal/Carazo La sonrisa de un pícaro conquistador no se pierde del rostro centenario de don Pedro Vargas Munguía, quien dice haber sido muy feliz desde joven por cuanto su vida entera se la pasó cantando y tocando su guitarra, aptitud nata en él, que heredó a […]

  • La música le ha dado felicidad a su vida

Corresponsal/Carazo

La sonrisa de un pícaro conquistador no se pierde del rostro centenario de don Pedro Vargas Munguía, quien dice haber sido muy feliz desde joven por cuanto su vida entera se la pasó cantando y tocando su guitarra, aptitud nata en él, que heredó a sus hijos, quienes ahora forman parte del grupo de música de cuerdas Los Hermanos Vargas.

Este 17 de enero cumple 100 años de edad, acontecimiento que motivó a sus nueve hijos a pasar con él una tarde amena. Don Pedro conversa muy amablemente, escucha bien y se moviliza con un poco de dificultad por su cuenta.

No padece de nada. Nunca usó lentes y asegura que aún puede ver y conocer a las personas.

Conversó con LA PRENSA y de sus propias palabras supimos que esa vitalidad se la debe a la buena alimentación que tuvo desde niño. Además de la vida sana que llevaba la juventud de entonces alejada de vicios y malas compañías.

“La juventud de ahora está perdida en la vagancia y la desocupación”, dice, tras recomendar que es bueno vivir con plenitud y por el buen camino la vida que Dios nos da.

Don Pedro Ramón Vargas nació y creció en la comarca del Río Grande y fue parte de una familia numerosa dedicada a la agricultura. No podía asistir a la escuela por la precaria economía de su familia, sin embargo, recibió las primeras letras de la recordada maestra Victoria Cano. Recuerda que aprendió a leer y escribir con las enseñanzas de las hermanas Marcia y Josefa Campos.

Desde muy niño experimentó la inquietud por la música y se inició con la guitarra que luego le llevó a grandes conquistas. Una de estas le dejó su primer vástago. Se casó luego con la señora María Ramos Velásquez, q.e.p.d., con quien procreó ocho hijos y compartieron una vida de 44 años. Don Pedro ahora está rodeado del cariño de sus nueve hijos: Dolores, Cristóbal, Carlos, Victoria, Orlando, María, Berta y Segundo, pero además por 30 nietos y 32 bisnietos.

El fin de semana su familia le realizó un agasajo, en donde fusionaron su arte musical, sus hijos y el grupo La Nota de Jinotepe. Esta familia ha dado un ejemplo a la sociedad ante el abandono y soledad en que someten a sus ancianos padres hasta dejarlos en un asilo.

En el caso de don Pedro, el amor es lo que le sobra, la compañía y la alegría de la música. Sus hijos dicen que fue un excelente padre y siendo muy pobre les enseñó el valor del trabajo y esfuerzo por cuanto es un orgullo para todos.

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