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Liga no rentable

[email protected] Con una producción insuficiente, el país funciona de acuerdo a su capacidad de endeudamiento. Y nuestro beisbol, no es la excepción. No produce lo que necesita y no consigue el patrocinio requerido. En consecuencia, los números en rojo se multiplican. Siempre hay pérdidas. Nuestra Liga de Beisbol Profesional es cada día más costosa. Aquellos […]

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Con una producción insuficiente, el país funciona de acuerdo a su capacidad de endeudamiento. Y nuestro beisbol, no es la excepción. No produce lo que necesita y no consigue el patrocinio requerido.

En consecuencia, los números en rojo se multiplican. Siempre hay pérdidas.

Nuestra Liga de Beisbol Profesional es cada día más costosa. Aquellos tiempos en que podíamos disfrutar de un espectáculo como el ofrecido entre 1956 y 1967, con peloteros que provocaron verdaderos impactos, se fueron para nunca más volver.

En cada una de las tres primeras temporadas, Chinandega ha registrado un déficit que se balancea entre 90 y 100 mil dólares. Sencillamente ha sido improbable asegurar, con entradas y patrocinios, los casi 275 mil que han exigido los gastos.

Esta tercera liga ha sido calificada como la de más alto nivel competitivo, y todos parecen estar de acuerdo, pero es un atrevimiento contratar peloteros cuyos salarios se mueven entre tres, cuatro y hasta cinco mil dólares mensuales.

Ahí tienen el reciente drama del Chinandega, que estando en la pelea, se vio obligado a endosar sus dos mejores pítcheres, para que ingresaran a la planilla del Bóer.

Y es que en el estirón de gastos, no hay nada seguro para nadie, y eso distorsiona una liga. Agreguen que los equipos eliminados se ven bruscamente golpeados a perder su capacidad de recuperación. Según informes vistos en tres partidos de una final, un equipo puede obtener mayores ingresos que en 27 juegos de la temporada regular.

Así que, el riesgo de los directivos es mayúsculo y hay que hacerles un reconocimiento. Difícilmente se consiguen voluntarios para meterse a las brasas.

Con una infraestructura tan deficiente, el público fajándose con la incomodidad y los patrocinadores más viables agobiados por las solicitudes de apoyo, y el Estado sin interés en el proyecto, la Liga Profesional tiene su impredecible futuro embotellado.

Hace falta tanto por hacer y hay tan pocas posibilidades de lograrlo que el horizonte permanece nublado.

No podemos pensar en saltar hacia una Serie del Caribe, mientras no logremos encontrar puntos de equilibrio para funcionar y este beisbol sea consistente.

Obvio, ninguno de nosotros tiene la menor idea de cómo y cuándo podríamos llegar a eso.

Con un beisbol no es rentable, no se pueden hacer grandes planes.

Como éxito económico, pese a los gigantescos gastos, tengo como referencias el Torneo de la Amistad en 1971 y el Mundial de 1972. Luego, el Mundial de 1973, la Supercopa de 1977 y el Mundial de 1994, por diferentes motivos no alcanzaron tanta repercusión, y en todos los casos, fue necesario el decidido apoyo del Gobierno.

Claro, conociendo el paralelogramo de dificultades, y la imposibilidad de resolverlas con la inmediatez deseada, se necesita poner en marcha varias iniciativas, aunque no se tenga experiencia en mercadeo y no hayamos sometido a prueba la capacidad de maniobrar de los dirigentes más allá de la búsqueda de patrocinios.

Sobreviviendo en este torneo 06-07, queda flotando una gran interrogante sobre el futuro. ¿Podrá ser sostenido el nivel de competencia que se ha conseguido?

Para tumbar inconvenientes del tamaño de Goliat, se necesitan hondas, varias piedras y saber usarlas.

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