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Cuando muera Fidel

Lo de Fidel se parece a lo de Franco. Se le dio por muerto bastante antes de que ocurriera. Desde el primer anuncio de su muerte, o de la inminencia de ella, vivió por lo menos un año más. Ello, incluso, fortaleció la fe de sus seguidores que no estaban tan convencidos de la mortalidad […]

Lo de Fidel se parece a lo de Franco. Se le dio por muerto bastante antes de que ocurriera. Desde el primer anuncio de su muerte, o de la inminencia de ella, vivió por lo menos un año más. Ello, incluso, fortaleció la fe de sus seguidores que no estaban tan convencidos de la mortalidad del Caudillo. Popularmente circulaba el siguiente diálogo con uno de esos seguidores:

—El problema se va a plantear cuando muera Franco.

—Y por qué pensar en eso; todavía falta mucho,

—El Caudillo tiene una salud de hierro —sostenía el franquista.

— Sí, puede ser, pero algún día va a morir.

—¡O no!

Ese año de más le sirvió a Franco para dejar un paquete bastante bien atado, como luego confirmaron los hechos. ¿En el caso de Castro, será lo mismo?

Es difícil hacer pronósticos, que no son sólo sobre lo que pasará en Cuba, sino también en Latinoamérica.

Fidel Castro ha logrado ser un tema doméstico de cada país y una referencia y emblema a nivel continental.

Si se está con Fidel, se es de izquierda. No importa si no se hacen elecciones, si se violan las leyes, si no se respetan las libertades, si se pisotean los derechos más básicos de los ciudadanos, si se persigue a los disidentes y si además se aplica una política económica basada en las recetas más ortodoxas de la escuela de Chicago. Fidel santifica y le asegura a su seguidor, sobre todo si es Presidente o Jefe de Estado, que no tendrá problemas con los sindicatos, con las organizaciones sociales, con la mayoría de las ONG y con una buena cantidad de “observatorios” e instituciones defensoras de los derechos humanos en general y de la libertad de prensa en particular, y que además están en contra de todo tipo de discriminación, incluso la sexual. Todas organizaciones, que, por supuesto, no se ocupan ni están enteradas de lo que pasa en Cuba. En realidad parecería que fijarse en lo que pasa en la isla no está dentro de lo políticamente correcto, y a eso se atienen también en otras regiones, en especial en Europa.

La credencial que da Fidel tiene fuerza. ¿Alguien imagina la posibilidad de que Lula o Bachelet, que van por caminos muy diferentes a los que transita Fidel, puedan tener un acto de rechazo para éste, pese a que sí lo harían y lo hacen por cosas menores con respecto a otros países y gobernantes? ¿ Alguien imagina al Juez Garzón juzgando a Fidel?

La pregunta es qué pasará cuando muera Fidel, porque, algún día va a morir. La respuesta es a la vez el gran pronóstico. ¿Quién será el heredero, quién se quedará con esa etiqueta, con esa patente, con esa varita mágica que transforma en una maravilla hasta la peor atrocidad?

A nadie se le ocurre pensar que esos “royalties” pasarán a manos de su hermano Raúl o del gobierno cubano que sigue hoy manejando la isla.

El candidato es Chávez. Ya hay muchas organizaciones y observatorios, de esos que tienen un olfato tremendo para lograr financiaciones, que sostienen e impulsan esa tesis. El propio Fidel parecería que lo nombró su sucesor. Chávez por supuesto que está anotado, no lo puede disimular y además ha invertido mucho dinero — de los venezolanos— para que sea así. Por momentos parece estar demasiado ansioso —quizás más que EE.UU.— por ver dilucidado de una vez ese tema, para lo cual es preciso el retiro de Fidel, quien sólo está dispuesto a concretarlo el día que se muera.

La otra pregunta que tiene que ver con los pronósticos es si el resto aceptará ese enroque. Parece que Morales, de Bolivia, y Correa, de Ecuador, están de acuerdo. Pero ¿pasa lo mismo con los otros? Incluso con Ortega. También en ese aspecto resulta difícil imaginar a Lula, Kirchner o Bachelet, aceptando esta nueva tutoría o conducción, que además, dado el personaje, será muy activa e invasiva.

¿Y qué va a pasar con la propia Cuba? ¿Seguirá Chávez manteniéndola cuando ya no esté Fidel? ¿De qué le sirve? ¿Pretenderá que en la “herencia” se incluya el poder en la isla? ¿Pretenderá ir a dar órdenes? Y ¿qué harán los cubanos?

El 2007 será un año de continuas sorpresas y aún más si se muere Fidel. No hay mucho lugar para otros vaticinios.

Cabe una última pregunta: ¿Qué hará EE.UU.? Lo más seguro, en este caso, es que resuelva enviar unos veinte mil soldados más a asegurar la democracia en Irak.

Periodista uruguayo

Internacionales

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