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Las calles de El Almendro permanecen desoladas. Sin embargo, esto no se debe a que la población tenga temor por las enemistades de algunas familias, sino por la pobreza que impera en el municipio. (LA PRENSA/M. GARCÍA)

Los fantasmas que aterrorizan en El Almendro

LA PRENSA visita la zona donde la ‘justicia’ viaja en bala [doap_box title=”Iglesia busca solución” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] El clero de la Diócesis de Chontales y Río San Juan, que preside el Obispo, monseñor Sócrates René Sándigo Jirón, pidió a la Policía Nacional un actuar objetivo y mayor presencia policial en El Almendro, donde, según sus […]

  • LA PRENSA visita la zona donde la ‘justicia’ viaja en bala
[doap_box title=”Iglesia busca solución” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

El clero de la Diócesis de Chontales y Río San Juan, que preside el Obispo, monseñor Sócrates René Sándigo Jirón, pidió a la Policía Nacional un actuar objetivo y mayor presencia policial en El Almendro, donde, según sus pobladores, actualmente se respira incertidumbre por los sucesos ocurridos desde noviembre del 2006.

“Estamos viendo un ambiente de tensión con la población (en El Almendro), porque hay inseguridad. Pedimos que haya mayor presencia y un actuar objetivo (de la Policía) que dé confianza a la población”, reiteró el Obispo de la Diócesis de Chontales y Río San Juan, monseñor Sándigo Jirón, tras reunirse ayer en Acoyapa, Chontales, con todo el clero de dicha Diócesis y autoridades de la Policía Nacional de Zelaya Central, Chontales y de Managua, estando presente el comisionado general Juan Báez, y el comisionado mayor Francisco Aguilera, jefe de la Dirección de Inteligencia.

Sándigo Jirón manifestó su tristeza al ver que las personas de El Almendro no son capaces de enfrentar públicamente su angustia ante cualquier situación que se les presenta, por miedo a que les hagan algo.

Dijo que por ese motivo todos los padres del clero expresaron sus preocupaciones a la Policía, aclarando que “en ningún momento nosotros como Iglesia estamos defendiendo a una familia concreta, sino la tranquilidad de todo el pueblo de El Almendro, donde se respira la inestabilidad por miedo a que vuelva la situación que se vivió en el 2005, donde hubo extorsión, asesinatos y secuestros” recalcó.

Según el prelado, muchos sacerdotes del clero expresaron ante las autoridades las necesidades de un actuar diligente. “Ojalá se haga algo para que el actuar de la Policía no quede a mitad de camino por cuestiones jurídicas”, recalcó Sándigo.

No obstante, el sacerdote indicó que la Policía les prometió poner “manos en el asunto” para dar mayor respuesta a la población que vive con temor por lo que pueda pasar.

Mercedes Sequeira

La mediación

Mercedes Sequeira[/doap_box]

EL ALMENDRO

La retardación de justicia en el caso de la muerte de Oswaldo Escobar López, conocido como “El Brujo”, tiene a los pobladores de El Almendro en una situación de incertidumbre.

El Almendro está ubicado a más de 300 kilómetros al sureste de Managua. Ahí las diferencias se resuelven a balazos, en reyertas públicas frente a testigos mudos.

Desde hacía un año y medio el pueblo respiraba en relativa tranquilidad, pero el asesinato de Escobar, ocurrido el 10 de noviembre pasado, trajo más dilemas que temores.

La población se debate entre el “bienestar” que trajo la muerte de Escobar y la atemorizante presencia de su enemigo público número uno: Eddy Alfonso Mendoza, a quien llaman “Santos Pasma”, su seudónimo cuando militaba en la Contra.

Escobar murió con la fama de haber manejado las bandas delincuenciales de la zona, y de raptar hace tres años a Mendoza, quien relató públicamente haberse escapado justo cuando lo iban a matar, tras quitarle la capucha a su supuesto raptor.

Los productores aseguran que no tienen temor de ir a sus haciendas, ya que el caso es entre familias.

Pero nadie olvida que un problema similar dio origen al capítulo más sangriento en la historia de El Almendro hace tres años, cuando las familias Cardoza, Cuajos, Sequeira, Valverde, Cortedano, Mena y Mejía casi desaparecieron matándose entre sí.

Todas se señalaban entre sí de ser bandas de delincuentes, y se “protegían” unas de otras.

Los asesinatos se daban de día o de noche, en público o en privado, en los potreros, en los caminos, en el parque, en los buses y hasta en las propias casas de sus enemigos. Las familias perdieron miembros en tres de sus generaciones. De una de éstas, sólo un integrante sobrevive y se encuentra en la cárcel.

EL MAL CAPITAL

“La extorsión es el mal de este pueblo”. Esa es la rápida conclusión a la que llegan no sólo los jefes de la Policía y del Ejército, sino también los pobladores, quienes no hablan del tema sin que se les insista, pero piden no ser identificados.

El Almendro es uno de los cinco municipios con los índices de pobreza más altos de Nicaragua, junto a Waspam, Puerto Morazán, El Jicaral y San Lucas, según un informe del Ministerio de la Familia de octubre del 2006. Ninguna de sus casas impresiona, no hay hoteles y sólo algunas calles del centro están adoquinadas. Los productores no tienen camionetas del año y ellos mismos trabajan la tierra. A simple vista, no hay nada que robarles más que el ganado, pero las extorsiones no son por sus reses.

“Lo que pasa es que los productores aquí tienen riales. Ellos comen arroz con frijoles y tortilla con sal, pero tienen 20 vacas lecheras que dan 200 litros, a diez pesos cada uno son dos mil diario, 60 mil al mes, aquí no hay bancos. ¿Dónde guardan sus riales? Debajo del colchón”, comenta un poblador.

Mónico Escobar Bravo, primo del fallecido y quien está detrás de las denuncias del caso hechas por la Iglesia sobre la retardación de justicia que provoca inestabilidad en El Almendro, confirma que la muerte de Escobar López tiene su origen años atrás, en un acto de extorsión.

El denunciante asegura que Mendoza llegó a la casa de José María Escobar, padre de Escobar López, y junto a un grupo de hombres armados intentó extorsionarlo. Al no lograrlo, le robaron y violaron a una sobrina junto a la cocinera.

Meses después José María Escobar habría caído en una emboscada planificada por los Cuajos, pero salió ileso y hasta mató a uno. Los Cuajos juraron vengarse, pero Escobar López dijo públicamente que los mataría antes que ser presa de ellos.

“Los siguió, pero no hizo nada porque huyeron a Puerto Príncipe, Managua y Costa Rica, después vino la matanza de los Mejía (supuestamente enemistados con los Cuajos), de ahí que cada muerto que aparecía era Oswaldo, pero eso es lo que piensa la gente, no es que así sea, los Escobar somos gente de paz, honorable, trabajadora”, asegura Escobar Bravo, mientras se lleva la mano a la cintura para desenfundar un aparato desgastado que sólo utiliza cuando es meritorio, su celular.

Escobar Bravo reconoce que el apellido tiene mala fama y por eso hizo la denuncia. Un poblador de El Almendro comenta que el temor no se basa en que los Escobar sean gente de cuidado, “el problema es que son muchos, están por todos lados aquí, si les hacés algo no sabés cómo va a reaccionar uno”.

Los Escobar desconfían de los jefes de la Policía y el Ejército actuales. La gente piensa que el interés es que se vayan para vengarse de Mendoza, lo que generaría otra guerra de familia.

LA “LISTA NEGRA”

La denuncia tiene una segunda parte, la “lista negra”. En ella supuestamente aparecen los miembros de las familias Escobar, Martínez y Bravo. Según Escobar Bravo, Escobar López fue el primero. Luego seguían Pedro, Ramón y José Enrique Escobar, pero huyeron a Managua.

Los Escobar están seguros de que Mendoza y su fiel colaborador, Julián Serrano, están detrás de esa lista. Sin embargo, el capitán Gustavo Ortega, jefe de la Policía de El Almendro, delegación Zelaya Central, negó que esa lista exista.

Consultado un poblador sobre por qué los amenazados huyen a Managua, si igual están enlistados, éste respondió que “aquí se dice: tengo riales, necesito un rumbo, y encontrás (quien lo haga), es más fácil encontrar trabajo así (ejecutando) que de albañil; en Managua nadie hace eso por lo que pagan aquí”.

La misma persona piensa que Mendoza y Serrano no necesitan pagar. Quizá eso explica que nadie en El Almendro haya querido identificarlos, aún cuando el primero supuestamente rondaba el parque.

MISTERIOSA AMISTAD

Pero hay una tercera parte en la denuncia, la complicidad de un ex miembro del Ejército de Nicaragua.

Escobar Bravo asegura que su primo fue informante del Ejército y la Policía cuando las más altas autoridades de estas instituciones detuvieron las matanzas anteriores con operativos de inteligencia.

Supuestamente, mientras Escobar López andaba en el campo consiguiendo información, Mendoza testificó sobre el secuestro y lo señaló de ser el líder de las bandas delictivas. Cuando el informante volvió, ya no tenía la confianza de las autoridades.

El denunciante sostiene que en noviembre del 2006, un ex oficial de Inteligencia del Ejército amigo de Mendoza, supuestamente el mayor Humberto Rivas, se comunicó con Escobar López para que llegara al camino a Pájaro Negro. Al día siguiente, el cuerpo de éste fue encontrado sin vida a unos 300 metros del cuartel del Ejército de Nicaragua.

Tanto Ortega como el teniente coronel Noel Pichardo, asignado a investigar el caso por el Ejército, coinciden en negar que Escobar López haya sido un informante. El policía niega nexos entre Mendoza y las instituciones, pero el militar dice que no puede afirmar si hoy existe una amistad entre su colega retirado y el enemigo del ahora difunto.

JUSTICIA DE DOS VELOCIDADES

Lo que no se explica en todo esto es la retardación de justicia. Ortega insiste en que la Policía ya cumplió su parte al investigar el caso y pasarlo a la Fiscalía, pero no responde nada de importancia cuando se le pregunta por qué no tiene sospechosos, y por qué no investiga a Mendoza, quien fue su víctima, delinquió supuestamente a la familia del difunto, y después puso a la población en su contra.

Lo que complica las cosas es que la fiscal Belisa Guido se abstiene de comentar sobre el caso, porque la Policía no se lo ha remitido.

“No han hecho ningún informe de avance investigativo, nada, y a mí no me tiembla el pulso, a esos señores (Escobar López y Mendoza) ya los tuve aquí por denuncias, al final ninguno comprobó nada, ni el caso del secuestro quedó comprobado, así que no puedo opinar nada”, expresó.

Comisión investiga

Una comisión presidida por el Inspector de la Policía Nacional, comisionado general Juan Báez, investiga las denuncias efectuadas en los últimos días por el Obispo de la Diócesis de Chontales y Río San Juan, monseñor Oscar René Sándigo, relacionadas con la seguridad de ese sector.

El jefe de Relaciones Públicas de la Policía Nacional, comisionado mayor Alonso Sevilla, manifestó que por órdenes de la directora general de la institución, primera comisionada Aminta Granera, viajaron a la zona de El Almendro oficiales especialistas para investigar lo que ocurre en la zona.

“Es un tema que la directora (primera comisionada Granera) lo ha tomado muy en serio, y el hecho de que haya mandado al inspector general a cargo de la comisión creo que es muy importante para aclarar todo lo que se ha dicho de la seguridad en ese lugar”, apuntó Sevilla.

El Almendro respiró tranquilo con la muerte ocurrida en noviembre. Pero el asesinato de Lissette Hurtado, un mes después, a manos de unos asaltantes, alborotó al pueblo y los fantasmas del pasado revivieron.

El caso de diciembre fue resuelto. No tenía nada que ver con los sucesos del pueblo. Pero todavía hoy la ejecución de noviembre está en el limbo. La Policía y el Ejército intentan acercar a los Escobar con los Mendoza y los Serrano. Mientras, El Almendro se conforma con que ya pasó lo peor.

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