14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Toma-tu-Teta

Los cuentos son como una especie de enlace mágico que une generaciones tras generaciones. Es muy común en Nicaragua escuchar a las personas decir que entre los detalles que más recuerdan de su niñez, está la imagen del abuelito, abuelita, de la china (la nana), del vecino o la vecina mayor que contaba historias maravillosas […]

Los cuentos son como una especie de enlace mágico que une generaciones tras generaciones. Es muy común en Nicaragua escuchar a las personas decir que entre los detalles que más recuerdan de su niñez, está la imagen del abuelito, abuelita, de la china (la nana), del vecino o la vecina mayor que contaba historias maravillosas que los hacía transportarse a un mundo misterioso y lleno de aventuras.

Carolina Sediles recuerda con inmenso cariño esos momentos en que de niña, su abuelo compartía historias con ella y su familia. “Fijate que mi abuelo se ponía a contarnos a todos los nietos historias y leyendas como la de La Llorona, El Cadejo y esas cosas pero él no perdía oportunidad para echar a andar su imaginación, contando historias que él se inventó. Era el tiempo de la guerra, época en que nadie trabajaba y estábamos toda la familia, tíos, primos, hermanos, sobrinos, nietos, en fin, todos en un solo lugar, un lugar fuera de la ciudad.

Me imagino que para distraernos y para distraerse él, nos juntaba a todos los chavalos y nos contaba cuentos… ¡qué cuentos! Y el cuento que pasó a la historia en nuestra familia fue éste: es como una parodia de La Llorona. Se llama La Toma-tu-Teta. Cuenta mi abuelo que había una mujer en Los Cedros (Carretera Vieja a León, donde viví por muchos años) que le habían robado a su hijo recién nacido. La mujer se volvió loca de la desesperación porque no encontraba a su chavalito y con eso de que las mujeres producen leche materna y se le agrandan los pechos a causa de la leche, pues la mujer entre el dolor de no encontrar a su hijo y el dolor de los pechos que era insoportable, se volvió loca. Lo único que hacía es que cada vez que miraba un chavalo, pensaba que era el suyo y andaba por la carretera llamando a las chavalitos y diciéndoles: “toma tu teta… toma tu teta… toma tu teta” con los grandes pechos de fuera y haciéndolos tomar la leche de sus pechos. Bueno, la historia yo trato de contarla lo más decentemente posible, pero mi abuelo no reparaba en usar las palabras que normalmente usaría un nicaragüense mal hablado. El asunto es que esa historia era el último cuento de la tarde y sólo se levantaba y salía corriendo y diciendo, ¡corran, corran que ahí viene la tomatuteta! y salíamos todos los chavalos en guinda para la casa.”

Colaboración de Carolina Sediles. tomado de Nicaragua de Mis Recuerdos: Cuentos y Leyendas.

La Prensa Literaria

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí