- Una gran cantidad de desempleados compiten cada mañana por encontrar una solución a sus problemas en el sector construcción. Todos los días se les ve aglomerados frente a los proyectos constructivos en ejecución —papeles en mano— con la esperanza de encontrar trabajo “de cualquier cosa”
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Cada mañana, Modesto Morgan se levanta muy temprano, se baña, se viste y desayuna una taza de café con dos bollos de pan. Toma una mochila descolorida en la que lleva una mudada para trabajar, sale a la calle y después de unos 40 minutos de presuroso andar, llega a la puerta de entrada de una obra en construcción donde se encuentra con más de un centenar de hombres en similares condiciones que las de él, y con la misma esperanza: que ese día les den trabajo.
En el portón de madera asoma la cabeza un señor bastante mayor luciendo un casco protector y un chaleco anaranjado sobre una camisa café. Con cara de pocos amigos responde cada vez que le preguntan por una plaza: “Hoy no hay trabajo, regresen mañana”.
Y ese “regresen mañana” se ha convertido en una diaria “canción”. Modesto Morgan tiene ya buen tiempo de realizar todos los días esa misma rutina. En su currículo incluye que es carpintero, que tiene 44 años, una esposa, seis hijos y seis meses en el desempleo.
En un rótulo gigantesco ubicado sobre la valla de láminas de zinc que circundan los terrenos donde será construido el nuevo edificio corporativo del Banpro, dice: Construye Edificadora MSG del Grupo M&S, con una enorme imagen del edificio que se levantará en las inmediaciones de la rotonda El Güegüense.
Junto a Modesto Morgan está Miguel Ángel Martínez, un ayudante “de cualquier cosa” que anda buscando trabajo para mantener a su esposa y una niña de un año. “Todos los días vengo a intentar y nada. Siempre me dicen que venga mañana, pero ese mañana nunca llega”. Miguel Ángel también llega caminando hasta la construcción, pero a diferencia de Morgan, éste vive a unas siete cuadras.
En un fólder lleva la fotocopia de su cédula de identidad, la fotocopia del carné del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) y una carta de recomendación, ya que según él, esos son los documentos que generalmente solicitan las empresas constructoras para dar empleo a los obreros que requieren.
Entre los hombres que se encuentran en las afueras del proyecto, se observan desde jóvenes de unos 17 ó 18 años hasta veteranos que fueron jubilados hace varios años pero que, según dicen, todavía tienen fuerzas para seguir trabajando, “y mucha necesidad”.
Las especialidades de los aspirantes son diversas: albañiles, carpinteros, armadores, pero la mayoría dice llegar a buscar trabajo como ayudante. “¿Ayudante de qué?”, le pregunto a uno de ellos.
— De lo que sea. Lo que queremos es trabajar y ganarnos el bocado.
La mayoría carga una mochila, un bolso de tela o una bolsa plástica en la que llevan ropa de trabajo. Algunos, quizá los más pesimistas, sólo cargan los documentos necesarios en un fólder bajo el brazo. “Es que aquí casi nunca lo dejan a uno el mismo día, primero piden los papeles y después hay que estar viniendo para ver si lo llaman en la puerta para que entre a trabajar”, explicó un habitante del barrio Memorial Sandino que no quiso dar su nombre.
Después de las 9:00 a.m. el grupo se va desgranando poco a poco. La mayoría argumenta que a esa hora es prácticamente imposible que metan gente para trabajar. A eso de las 10:00 a.m. sólo quedan los que tienen más fe, o más necesidad, y éstos no llegan a diez.
YA ADENTRO
Portando un casco protector, un chaleco anaranjado y un par de guantes de lona se encuentra un joven de unos 25 años que dos semanas atrás le dieron trabajo en un proyecto que ejecuta la misma empresa que construye el edificio corporativo del Banpro en las inmediaciones de la rotonda El Güegüense. Es el que todos conocen como el proyecto del Hotel El Recreo, ubicado frente al Colegio Centro América.
“Yo venía todos los días hasta que me dieron trabajo. Gracias a Dios que me quedé porque dicen que este proyecto va a durar todo el año, así es que yo creo que tengo asegurado por lo menos hasta diciembre”.
El ingeniero Pablo Acuña, uno de los encargados de la obra, señaló que por ahora tienen unos 180 obreros, pero que muy pronto el proyecto requerirá de muchos más. “Ahorita estamos con lo que llamamos el trabajo gris (levantado y reforzado de las paredes del edificio), pero cuando se trabaje en electricidad, fontanería, pisos, aire acondicionado, acabados y áreas de parqueo, se va a necesitar como a unas 500 personas”, expresó.
Acerca del procedimiento de selección del personal, dijo que generalmente son los maestros de obra quienes se encargan, pues la mayoría de los que llegan a buscar trabajo “son gente que ya han trabajado con nosotros y los maestros (de obra) ya los conocen”.
—¿Y los que no conocen, no tienen opción de quedarse?
— Pues sí, también, porque cuando se requiere de una cuadrilla de ayudantes, ellos mismos se organizan y se contratan para que trabajen.
DÉFICIT INSUPERABLE
Según Luis Barbosa, líder sindical del sector construcción de la Central Sandinista de Trabajadores (CST), este fenómeno es producto de la enorme brecha que hay entre los empleos generados en el país y la cantidad de jóvenes que ingresan a la población económicamente activa (PEA). Según dijo, anualmente se crean unos diez mil nuevos empleos y la PEA se incrementa en cien mil, lo que deja un déficit de noventa mil plazas por año.
“En Nicaragua el principal problema es el desempleo. Por eso cuando vas por la calle y ves un proyecto de construcción, hay casi cien personas buscando trabajo, contratan a cinco y el resto se va a su casa decepcionado. Este problema lo han creado las políticas macroeconómicas, las políticas que genera el Banco Mundial, el BID (Banco Interamericano de Desarrollo)”, expresó.
La idea de buscar trabajo en el sector construcción surge cuando los desempleados no tienen preparación académica, ni técnica, mucho menos profesional, porque como ayudantes sólo tienen que realizar las tareas que se les indican, las que generalmente son físicamente pesadas, pero técnicamente fáciles, como colar arena, hacer mezcla, abrir zanjas, cargar hierro, cargar madera, piquetear paredes, entre otras.
También hay muchas personas con nivel académico medio que buscan en el sector construcción una salida al desempleo. Gran cantidad de albañiles, carpinteros, armadores, electricistas y pintores que se encuentran desempleados, se observan en los alrededores de los proyectos en busca de trabajo.
CANASTA BÁSICA
Los obreros que logran insertarse en un proyecto de construcción tendrán seguro que al menos podrán comprar con su salario entre el 80 y el ciento por ciento de la canasta básica de 52 productos.
Según Barbosa, el salario de los ayudantes se incrementa en un 30 por ciento cuando trabajan al destajo, o por producción, lo cual los lleva a una cobertura del total de los 3,046.40 córdobas que cuesta la canasta. Aunque Barbosa argumenta que ésta fue estructurada en los años ochenta como una “canasta básica de guerra y subsistencia” y que no se ajusta a las necesidades reales de los trabajadores actuales.