14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

María del Carmen Vargas se gana la vida en una parada de buses y le gustaría ser ministra “para ganar billetes”. (LA PRENSA/M. MATUTE)

El lado rosa del gabinete de Daniel Ortega

En la historia de Nicaragua muy pocas mujeres han asumido posiciones de máximos liderazgos en los poderes del Estado, aunque fue el primer país de la región en tener una mujer como Presidenta. El presidente Daniel Ortega propuso equidad de género en su Gabinete, pero ¿cómo le va a los sandinistas en asuntos de género? […]

  • En la historia de Nicaragua muy pocas mujeres han asumido posiciones de máximos liderazgos en los poderes del Estado, aunque fue el primer país de la región en tener una mujer como Presidenta. El presidente Daniel Ortega propuso equidad de género en su Gabinete, pero ¿cómo le va a los sandinistas en asuntos de género?
[doap_box title=”¿Le gustaría ser ministra? ¿Por qué?” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

LA PRENSA le preguntó a algunas mujeres, escogidas al azar, en las calles, cuán dispuestas estarían a ocupar un cargo público. Las respuestas varían. En algunas se interpone la mala imagen que se han encargado de crear los mismos funcionarios públicos, y en otras juega un papel importante el nivel educativo de quien responde. Pero claro, la oportunidad salarial es un elemento que le haría brillar los ojos a cualquiera.

¡A quién no le gustaría! Si tuviera capacidades, entonces sí. El hecho de ser ministra nivelaría a la mujer con respecto a los hombres. Así demostraríamos que tenemos las mismas capacidades para ser ministras, diputadas y hasta para ser presidentas. Somos más capaces que los hombres, gobernamos mejor. Deberíamos pelear por la igualdad de oportunidades.

Sí. Yo creo que sí me gustaría. Podría servir para ayudar más a las personas que se beneficiaran de mi puesto. A mí por lo menos me gustaría trabajar en el campo de la educación, porque yo sé que hay muchas necesidades. Tendría muchas ideas para apoyar a los maestros y a toda la gente que está envuelta en ese sistema tan importante para el país.

No, para nada. No me gustaría. Dicen que los ministros ganan bien, pero a veces no saben lo que hacen. No es un puesto que me llamaría la atención. Yo creo que los ministros son algo corruptos.

No, son ladrones los ministros. Hasta ahora han destituido a varias ministras, y no es justo, tiene que haber alguien que nos represente a nosotros como mujeres. A mí me gustaría que hubiera por lo menos el cincuenta o el sesenta por ciento de mujeres ministras.

¿Destituidas por ser mujeres?

La lista de mujeres destituidas se comenzó a llenar en el mes de febrero, cuando el nuevo gobierno tenía apenas un mes y algunos días de haber asumido el poder, y de haber nombrado a “su gente de confianza”.

Todos los puestos fueron llenados por sandinistas reconocidos como “brazos derechos” del Presidente, sin embargo los cambios ocurridos hasta la fecha podrían demostrar inseguridad en los nombramientos.

En febrero salió a luz Glenda Ramírez, quien funcionaba como Ministra de la Familia, y fue sustituida por Rosa Adilia Vizcaya.

En marzo, le siguió Margine Gutiérrez, quien ocupaba el cargo de directora del Instituto Nicaragüense de Cultura. Su destitución ocurrió un día después de que LA PRENSA publicó una entrevista exclusiva de Gutiérrez, en la que criticaba al presidente Ortega por haber regalado unos manuscritos a su homólogo Hugo Chávez.

Su puesto fue asumido oficialmente por Emilia Torres, a pesar de que entre el gremio artístico se rumoraba el nombre de Luis Morales Alonso.

En abril, la “actividad” pasó al Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales, donde ejercía el máximo poder Amanda Lorío. Su cargo fue ocupado por Juana Argeñal.

Y hace unos días, para completar la saga de cada mes, fue destituida Torres de la dirección del Instituto de Cultura y finalmente el reconocido artista plástico, Luis Morales asumirá el puesto.

Según la diputada María Eugenia Sequeira, es normal que los gobiernos tengan un período de “acomodamiento”, pero “me preocupa que sus acomodos los está haciendo en los cargos donde hay mujeres”.

“Según los análisis feministas que se han hecho sobre la condición de la mujer en los espacios públicos, en política los hombres son los permanentes y las mujeres transitorias y descartables. Si vos te fijás, las mujeres casi no repiten en los cargos ni se sostienen por mucho tiempo”, explica Sofía Montenegro, del Centro de Investigaciones de la Comunicación.

“Las mujeres somos más valientes, y lo que no es correcto lo denunciamos, no nos da temor. Me imagino que este gobierno quiso decir ‘oye, esperate, aquí el que hable va para afuera’, y ese mensaje también fue para los hombres”, asegura la diputada Sequeira, de la Alianza Liberal Nicaragüense.

[/doap_box]

La Ley de Equidad de Género buscaba eliminar o aminorar ese tipo de situaciones en las que se discrimina a las mujeres, sin embargo, espera el visto bueno en “el orden del día” para ser discutida por los diputados en la Asamblea Nacional.

María del Carmen Vargas es una mujer que a sus 34 años no tiene muchas aspiraciones.

Se dedica al comercio informal. Antes vendía en un semáforo, pero ahora dice que su situación ha mejorado porque trabaja en un puesto de artículos para celulares en una parada de buses de la capital.

Ella no ha estudiado mucho, pero asegura que si fuese preparada no sería “una más del montón”. A ella le gustaría ser ministra, “para hacer billetes”, dice.

Lo que no sabe María es que las últimas mujeres que han ocupado esos puestos de importancia nacional no han tenido mucha suerte en su desempeño.

En lo que va del gobierno del Frente Sandinista ellas han sido destituidas con apenas un par de meses de haber comenzado a ejercer sus cargos y a veces hasta menos.

En sus promesas de campaña el presidente Daniel Ortega Saavedra prometió y repitió más de una vez que su gabinete estaría distribuido de manera tal que el cincuenta por ciento serían mujeres y la otra mitad hombres. Sería un gabinete justo, equitativo.

Algunos sandinistas como la directora de Radio Mujer, la periodista Ada Luz Monterrey, opinan que se debe resaltar que “en la historia de Nicaragua es la primera vez que un Gobierno presenta una propuesta de esa naturaleza”.

Para comprobar si la oferta presidencial se estaba cumpliendo, levantamos una lista e hicimos el cálculo de cuántas mujeres tenían rangos de ministras y directoras de entes autónomos o institutos.

En la primera revisión los resultados no alcanzaron la meta. Aproximadamente el 46 por ciento de ministerios estaban dirigidos por mujeres. La cifra sonaba alentadora, pero seguía bajando mientras descendía el nivel del rango.

Las viceministras ocupan apenas el 38 por ciento de los puestos y las direcciones de institutos y entes autónomos tienen un 33 por ciento de mujeres a la cabeza. En general las mujeres estaban ocupando el 38 por ciento de los puestos del gabinete de Gobierno.

Pero, a mitad de la semana, los números variaron. Hubo un par de destituciones más que se suman a la lista que inauguró en febrero pasado Glenda Ramírez, ex titular del Ministerio de la Familia.

El miércoles pasado, Emilia Torres, recién nombrada directora del Instituto Nicaragüense de Cultura, luego de la destitución de Margine Gutiérrez, fue eliminada del cargo junto a María Auxiliadora Briones, directora ejecutiva del Instituto de Desarrollo Rural (IDR).

Algunos optimistas como Monterrey dicen que la meta del cincuenta por ciento es un proceso que requiere tiempo. En cuanto a la coincidencia de que las destituidas en los casi cinco meses de gobierno sean todas mujeres, afirma que no se debería relacionar a problemas de género.

“No existe tradición en Nicaragua de mujeres en los cargos públicos. Hay otros que dicen ‘tres mujeres ya salieron’, pero no es porque no sirvan. Éste es un ejercicio democrático y es más, no han sido (destituidas) porque son mujeres, han sido destituidas quizás por razones políticas”, comenta Monterrey.

DEMAGOGIA

Otros como la también periodista y directora ejecutiva del Centro de Investigaciones de la Comunicación (Cinco), Sofía Montenegro, opinan que los cambios corresponden a un comportamiento típico de un gobierno patriarcal.

“La propuesta es demagógica porque para que fuera consistente primero el Gobierno tendría que demostrar su compromiso desarrollando iniciativas de leyes y desarrollando los derechos de las mujeres, no quitándoselos. Y lo otro, tendría que tener un estricto apego al Estado de Derecho, a la institucionalidad del país y a estar empeñado en promover la democratización de esta sociedad y no lo está haciendo”, sostiene.

Entre sus críticas, Sofía Montenegro señala que las pocas mujeres que aún permanecen en sus puestos como titulares de algunas instituciones del Gobierno no juegan roles atractivos, ya que funcionan según los “permisos” concedidos por el Presidente o su esposa, Rosario Murillo, nombrada coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía.

“Las mujeres que participan (como ministras) porque creen en su partido (FSLN) están participando en condiciones en las que no las dejan hablar, no las dejan opinar. Uno ve esas cosas que hace Rosario Murillo en la casa del Frente, donde habla ella y habla Daniel Ortega, con los ministros y ministras como si estuvieran oyendo misa”, compara Montenegro.

“Yo creo que un ministro tiene una dignidad, un piso y un techo mandado por la ley. Pero lo que veo es que la pareja presidencial trata a sus ministros como si fueran sirvientes de su casa”, agrega.

Es por eso que Montenegro no cree que las actuales ministras y directoras del gabinete de Gobierno vayan a hacer alguna diferencia histórica, “a diferencia de doña Rosario Murillo, que ha llegado al poder de la forma más viciada. No es por mérito democrático, es por imposición y nepotismo”.

Según Montenegro, Murillo “ha llegado a ejercer ese poder, no en base a su propio mérito reconocido por una votación, ni siquiera ha sido elegida en su partido. ¿Cuál es el gran mérito? La relación nepótica donde su marido Presidente la nombra. ¿Eso la hace representante legítima de las mujeres? Para nada, en un régimen democrático ella no representa a nadie más que a su interés personal y al de su familia”.

¿LE GUSTARÍA SER FUNCIONARIA PÚBLICA?

La pregunta resulta curiosa para una mujer humilde, sin preparación. Pero ¿qué contestarían mujeres con niveles académicos y experiencia como Ada Luz Monterrey o Sofía Montenegro?

“Absolutamente no. No creo que esté entre los objetivos de alguna mujer consciente ser parte de los regímenes autoritarios. Yo pudiera trabajar de futuro y me encantaría hacer algo por mi país con un gobierno progresista, democrático. Un gobierno feminista porque sería mucho pedir, pero sí pediría un gobierno democrático que respete las leyes, que esté a favor de los derechos de la gente y con voluntad política hacia los derechos de la sociedad”, responde Sofía.

Y Ada Luz Monterrey tampoco se aleja de la respuesta. “yo soy sandinista, sin embargo, sucede algo significativo para mí. ¿Por qué si yo soy mujer, no aceptaría jamás un cargo público? Lo he dicho públicamente que no aspiraría jamás aun cargo público. Me parecería incompatible mi función de comunicadora, de informar al pueblo. La verdad es que aquí la función pública está tan devaluada que la gente hasta se atreve a decir que “ese (ministro) es ladrón, es corrupto”.

Reportajes

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí