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Carlos García ha sobrevivido al paso del tiempo como un dirigente deportivo de mucha incidencia. (LA PRENSA/ARCHIVO)

El sobreviviente

García recibirá Orden Olímpica [doap_box title=”Algo más” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] Su aporte para que el beisbol fuera incluido en el programa olímpico. En 1972, cuando Nicaragua se preparaba para enfrentar a Cuba en Dominicana, Carlos García salió sigilosamente rumbo a Munich. Era más importante estar en el grupo que pelearía por el beisbol olímpico. Iba a […]

  • García recibirá Orden Olímpica
[doap_box title=”Algo más” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”]

Su aporte para que el beisbol fuera incluido en el programa olímpico. En 1972, cuando Nicaragua se preparaba para enfrentar a Cuba en Dominicana, Carlos García salió sigilosamente rumbo a Munich. Era más importante estar en el grupo que pelearía por el beisbol olímpico.

Iba a ser electo Presidente de la Federación Internacional en Japón en 1980, pero estaba preso. Antes en 1976, declinó la posibilidad en busca de fortalecer la re-unificación del beisbol amateur en México, y fue Director Ejecutivo con el cubano Manolo Gonzalez como Presidente.

Saliendo de prisión, aterrizó en Edmonton en la Copa de 1985, con un reconocimiento llamativo, y regresó a la trinchera organizando la liga de Miami, antes de regresar en 1990 para ser el “Vice” de Sucre Frech.

Aquel Mundial que costó tres millones de dólares en 1972, fue su obra maestra. Se sintió pintando el techo de la Capilla Sixtina.

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A los 75 años, Carlos García se siente como el viejo de Hemingway todavía fuerte para batallar, no con el gran pez, sino con las dificultades.

¿Acaso no ha sido eso lo que ha hecho durante toda su vida?

“Lo difícil estimula”, decía Lezama Lima y Carlos García es una prueba de eso, como lo son las Pirámides de la grandeza de la ingeniería y arquitectura egipcias.

Hay pasados que tienen “puntos de congelamiento”, que evitan continuar hacia el olvido y en Carlos, el Mundial de 1972, lo inmortalizó.

Claro, podemos agregar otros dos Mundiales, el de 1973 construido sobre los escombros del terremoto y el de 1994 retando también múltiples factores adversos. Tenemos también la Súper-Copa de 1977, impactante pese a la ausencia de Cuba y el Torneo de la Amistad de 1971, que enloqueció a Nicaragua.

No se necesita simpatizar con Carlos García para reconocer su trascendencia. ¿Qué otro dirigente deportivo ha trazado huellas tan imperecederas?

El próximo viernes 15, le será otorgada la Orden Olímpica.

¡Qué puntería! Fue Carlos que le dio forma y fondo al Comité Olímpico Nicaragüense en 1958, corriendo al lado del tiempo, para cumplir con el requisito y poder participar en los Juegos Panamericanos de 1959 en Chicago, aquellos que vieron al jovencito Rigoberto Mena todavía muy nervioso, distante del súper-pelotero que iluminó nuestra profesional y el beisbol mexicano por largo tiempo.

Conocí a Carlos en 1970, cuando con un atrevimiento sin medida, decidí meter mis narices en el periodismo deportivo y casi de inmediato, cuando estaba tratando de ajustar mis spikes en el kilómetro cero para despegar, recibí su apoyo y nació una amistad que ha perdurado a través de terremotos, contradicciones y tempestades.

Claro, no ha sido perfecto ni fue su pretensión, ha estado abierto a diferentes cuestionamientos, atravesando por los azares, las contingencias y los errores del manejo humano, pero ha sido útil.

En algún momento de su juventud, intentó ser pelotero cobijado de sueños ininterrumpidos, pero estaba escrito que haría historia como dirigente y lo logró.

“Otra locura de Carlos”, decíamos con cada uno de sus proyectos y se pasó burlando de nosotros.

En la cima de sus 75 años, no podemos decir ¡qué joven vemos a este veterano!, pero, siente que ha llenado el cáliz de su vida con delirantes fantasías convertidas en realidades.

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