- Una nica ha empezado a estudiar a los 50 años en los cursos libres de la Fraternidad Americana
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Corresponsal/Miami
Marlene Valdivia es el ejemplo de una vida de amor, sacrificio y superación. Arribó a Estados Unidos hace 20 años, junto a su esposo y seis hijos, en busca de una mejor vida para la familia.
Todos sus esfuerzos estaban encaminados a sacar adelante a sus hijos, lo que le impidió estudiar, pero hoy, con más de 50 años de edad, decidió ingresar a las aulas de clase para superarse. “Ahora me toca a mí”, manifiesta con orgullo.
En Nicaragua se graduó de Enfermería y luego en Trabajo Social. Al llegar a Estados Unidos, igual que la mayoría de inmigrantes, su vida cambió radicalmente. Nunca había tocado una máquina de coser, pero aprendió porque era el trabajo que tenía a las puertas en ese momento.
“Tenía dos trabajos, uno en el día y el otro por la noche; había que cuidar la casa, los muchachos, el esposo, no hubo tiempo de estudiar en ese entonces”, recuerda.
Ella es una de las nicaragüenses beneficiarias del programa de educación que ofrece la Fraternidad Americana Nicaragüense, donde aprovecha los cursos gratuitos de inglés, computación y ciudadanía. En este último los estudiantes son capacitados para realizar el examen escrito y la entrevista ante un oficial del Servicio de Inmigración de Estados Unidos, ambos realizados en inglés.
Marlene aplicó para la ciudadanía americana y se prepara para el momento de estar frente al funcionario de Inmigración que la examinará. Es beneficiaria de la Ley Nacara, que otorgó estatus legal a miles de nicaragüenses a finales de la década de los noventa.
Dice que su próxima meta es convertirse en ciudadana de Estados Unidos, porque eso le permitirá aplicar a programas de salud del Gobierno, ejercer derecho al voto en las elecciones presidenciales del 2008 y acceder a otros beneficios propios de los ciudadanos americanos.
DE OBRERA A GERENTE
Marlene pasó cinco años de su vida frente a una máquina de coser, luego consiguió un trabajo mejor remunerado en un restaurante de comida rápida, inició desde abajo, pero 15 años después la historia es otra: ella se ha convertido en la gerente.
“Me aprendí el nombre de todos los alimentos que vende el restaurante, poco a poco fui aprendiendo el inglés básico que se requiere para atender al público; por la dedicación y la experiencia que he adquirido durante los 15 años, me nombraron gerente de la empresa”, relata.
Señaló que a través de los cursos que recibe en la Fraternidad ha adquirido mayor destreza en el manejo de programas de computación y desempeña mejor su trabajo.
“Fui capacitada por los dueños del restaurante antes de asumir el cargo, pero aquí he aprendido nuevas habilidades”, apuntó.
DE NUEVA GUINEA
Alba Jirón es una joven de 23 años, originaria de Nueva Guinea. Llegó a Miami hace tres años y su meta inmediata es aprender inglés.
Por ahora no posee un estatus legal en Estados Unidos, sin embargo se prepara para cuando llegue el momento.
“No quiero seguir sintiéndome mal, al no saber qué responder cuando me hablan en inglés. Mi meta es establecerme aquí y entendí que para eso necesito aprender el inglés”.
Lourdes de Lazo, originaria de Jinotega, llegó a Estados Unidos con su esposo y cuatro hijos. Ella se prepara para el examen de la ciudadanía y dice sentir orgullo porque su hija estudia Medicina y será funcionaria del Servicio de Inmigración en los próximos días. “Ojalá y sea ella la que me haga la entrevista”, expresa con satisfacción.