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(LA PRENSA/ARCHIVO)

La genuina amistad

El apoyo emocional y la confianza distinguen la amistad de alta calidad Nuestra época se caracteriza, entre otras cosas, por un escepticismo en las interacciones humanas. En el trabajo nos encontramos a menudo con personas en las que no confiamos; en otros entornos hemos aprendido a confiar sólo en nuestros íntimos o en aquellos que […]

  • El apoyo emocional y la confianza distinguen la amistad de alta calidad

Nuestra época se caracteriza, entre otras cosas, por un escepticismo en las interacciones humanas. En el trabajo nos encontramos a menudo con personas en las que no confiamos; en otros entornos hemos aprendido a confiar sólo en nuestros íntimos o en aquellos que nos han demostrado con hechos, que son dignos fiar.

La amistad no es ajena tampoco a este escepticismo. El vínculo de la amistad nos une a otros, de manera voluntaria y diferente a lo que experimentamos con nuestros parientes. Un compartir que nada tiene que ver la sangre.

Es bien sabida la importancia de la amistad para nuestro bienestar integral. Se ha analizado el dilema de si existe o no la amistad haciendo eco del escepticismo mencionado. Por mi parte, soy una convencida de que sí existe la amistad verdadera pero, como todo, debe ser vista con realismo y abonada para que se desarrolle.

Alguien me expresaba por allí que un amigo es aquel que viéndolo a uno a punto de hacer el ridículo, lo llama con discreción para prevenirlo de que puede ser el blanco de comentarios destructivos. Esta caracterización engloba varios de los aspectos importantes de la amistad: el apoyo, la lealtad, el sentido de “me importas” poniendo en alta prioridad los intereses del otro.

Como toda interacción humana, la amistad esta gobernada principalmente por dos dimensiones: una, lo que esperamos de cada quien, y la otra, por reglas que esperamos que ambos observemos.

El Dr. Steven Duck, exerto en relaciones, dice que esperamos de nuestros amigos honestidad, apertura, muestras de afecto, compartir secretos y problemas, ayudarnos cuando lo necesitamos, confianza mutua, compartir tiempo y actividades, respeto, valorarnos y tener la plena disposición de arreglar los entuertos que surjan. Las reglas de la amistad contemplan que conversamos y hacemos cosas juntos, nos guardamos las confidencias, no nos criticamos en público, y correspondemos los favores.

Algunas investigaciones nos dicen que el apoyo emocional y la confianza son dos de las reglas que distinguen la amistad de alta calidad de aquellas que no lo son.

El Dalai Lama expresa que “la verdadera amistad se basa en el sentimiento de cercanía que es el sentido de compartir y vincularnos. Es genuina cuando no es afectada por el nivel de riqueza, status o poder. Es más bien tener un mutuo sentimiento de afecto y amor”. De allí que debemos preguntarnos, no si existe la amistad sino más bien, cuán genuina es la que experimentamos.

La autora es periodista y Magíster en Comunicación de Universidad Southern Illinois, catedrática de la Thomas More Universitas. Escríbale a [email protected]

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