14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Lecciones de la derrota de Chávez

Sería un error pensar que el resultado del referendo constitucional en Venezuela del domingo pasado ha cambiado las intenciones de Hugo Chávez, de imponer su socialismo autoritario del siglo XXI. A Chávez le caben muchos adjetivos, pero no el de tonto. Él no provocaría un estallido social que pusiera su gobierno al borde del colapso. El sabía que el grado de oposición a las reformas constitucionales era demasiado alto, mucho más que lo reflejado en el conteo del Consejo Nacional Electoral chavista. Por eso reconoció su derrota en el referendo.

Sin embargo, hay que estar claros de que para Chávez esta derrota es sólo un “por ahora”. Chávez volverá a intentar imponer sus reformas. Así lo dijo en la conferencia de prensa que convocó para reconocer el triunfo del No: “Por ahora, no pudimos hacerlo”, advirtió. Fue lo mismo que dijo cuando era un militar golpista en el año 2002 después que fracasó en su intento de derrocar mediante un golpe de Estado al Presidente democrático Carlos Andrés Pérez.

No hay pues, que equivocarse, ni inventarse falsas expectativas. El Chávez de antes de la votación del 2 de diciembre es el mismo que después de ella. La Constitución le da amplísimos poderes. Conserva un Poder Legislativo con todos los diputados afines a él. Lo mismo ocurre con los Poderes Judicial y Electoral. Tampoco es cierto que el hecho de que haya reconocido su derrota, lo haga un presidente democrático o humilde. Chávez sigue siendo un presidente absolutista, con fuertes tendencias monárquicas y profundamente soberbio. Lo que han dejado claro las multitudinarias manifestaciones callejeras de las últimas semanas en Venezuela es que Hugo Chávez ha llevado a su país a una polarización extrema. La nación está políticamente partida en dos mitades: Una pro Chávez y otra anti Chávez. Venezuela es una bomba de tiempo y el Presidente venezolano tratará de evitar que explote, no porque le importe la gente sino porque quiere mantenerse en el poder.

Chávez dijo después del referendo, “de aquí en adelante estemos en calma. Aquí no hay dictadura”. Pero es el mismo Chávez quien ha quitado la paz a los venezolanos: Ha impulsado la formación de un partido socialista único en el país, clausuró una cadena de televisión crítica a su gobierno y nacionalizó compañías de teléfono y electricidad. Además, Chávez mantiene una campaña sistemática contra la empresa privada y contra los medios de comunicación independientes. Su discurso es agresivo no sólo internamente sino también en la comunidad internacional, donde se ha ganado muchas antipatías. Ha irrespetado de forma vulgar a otros mandatarios como el mexicano Vicente Fox, a quien llamó “cachorro del imperio” y últimamente ha tenido fortísimos choques con el gobierno español, personalmente con el rey Juan Carlos. La más reciente rabieta de Chávez fue dirigida al Presidente colombiano Álvaro Uribe, quien canceló la mediación de Chávez para tratar de liberar a los secuestrados por las narcoguerrillas FARC, porque el mandatario venezolano estaba manipulando el caso para sus fines políticos particulares. Como dijo el presidente Uribe, “nosotros necesitamos una mediación contra el terrorismo y no legitimadores del terrorismo”. Por otro lado, es necesario reconocer que Chávez consultó al pueblo sobre sus reformas constitucionales, en vez de imponerlas por medio del simple voto de los diputados. Pero probablemente lo hizo porque se sentía seguro de que ganaría el referendo, igual que ganó todas las votaciones anteriores desde que manda en Venezuela. Sin embargo, lo importante es que lo hizo y de esto debería tomar nota Daniel Ortega con respecto a sus intenciones de cambiar el sistema de Gobierno en Nicaragua vía reformas constitucionales. La Asamblea Nacional de Nicaragua no ha recibido el mandato de cambiar el sistema de presidencialista a parlamentarista. Esto sólo sería posible si la mayoría del pueblo lo aprobara por medio de un plebiscito y un referendo.

En todo caso, los nicaragüenses demócratas, que somos la mayoría de la nación, debemos aprender del inmenso valor cívico de los venezolanos democráticos, los cuales con los estudiantes universitarios a la cabeza salieron a las calles a defender la democracia y su derecho a la libertad. Y los políticos democráticos de Nicaragua deberían aprender también del formidable ejemplo de unidad y combatividad que les han dado sus colegas venezolanos.

Editorial
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí