14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

(FOTOS LA PRENSA/G. MIRANDA)

“Jugar fue bueno, pero hay vida después del beisbol”

Treinta años después de su última visita a Nicaragua, Albert Williams está de nuevo entre nosotros, y en este diálogo con LA PRENSA, pasa revista a su vida, surgida en la pequeña Laguna de Perlas, en el Atlántico Sur. Este espigado moreno, es apenas uno de los nueve pinoleros que han escalado la cima del […]

  • Treinta años después de su última visita a Nicaragua, Albert Williams está de nuevo entre nosotros, y en este diálogo con LA PRENSA, pasa revista a su vida, surgida en la pequeña Laguna de Perlas, en el Atlántico Sur. Este espigado moreno, es apenas uno de los nueve pinoleros que han escalado la cima del beisbol, las Grandes Ligas y siempre cubierto por su humildad, hoy comparte algunas de sus vivencias con nosotros en el Suplemento Deportivo

Albert Williams, lanzador de Grandes Ligas

Hasta los diecisiete años, el beisbol no era algo que interesara a Albert Williams, el séptimo de una familia de diez hermanos, dedicados a la agricultura y a la pesca en Laguna de Perlas, en el Atlántico Sur del país.

Sin embargo una tarde Winston, uno de los hermanos mayores de Albert, le dijo las palabras mágicas que modificarían su atención: cuando juegas, puedes conseguir muchachas bellas. Ellas llegan al estadio.

Y justo ahí, comenzaron a descansar los caballos que tenían que soportar a Williams todo el día. Hubo más quietud en los ríos adonde llegaba a bañarse a diario y la agricultura pasó a un segundo plano. Se hizo jugador.

“Y creo que me fue bastante bien con las muchachas”, dice Williams mientras su rostro serio dibuja una sonrisa. Eso sí, no hay alarde en sus palabras. De hecho, la ostentación no es una de sus características.

“Mi mamá decía que la humildad vale más que el oro. El humilde llega largo, pero que el que se exalta, cuando cae, lo hace dolorosamente”, explica Williams, a quien no se le miraba por estos lados en más de treinta años.

Este señor, ahora con escasos cabellos sobre su cabeza y con una figura que ha dejado de ser atlética, pero que conserva su imponencia (mide 6’4 pies) ha sido uno de los más grandes deportistas de la historia pinolera.

Albert fue el tercer nicaragüense en subir a las Grandes Ligas en 1980 y es uno de los apenas nueve que lo han conseguido desde que Andrés Castro le cruzó el tercer strike a Byron Cole.

Desde su aparición en el Pacífico a finales de 1972, Williams sembró el pánico con su velocidad e intimidaba con su estampa. Luego saltó a la pelota rentada y en uno de los más accidentados trayectos, llegó a las Mayores.

Hoy en LA PRENSA, Williams nos cuenta su historia, desde sus días infantiles en Laguna de Perlas, hasta su apertura inaugural en 1984 en Minnesota con 34,381 personas en el Metrodome y su paso por el Yankee Stadium, la catedral del beisbol.

NO ES ORGULLO, ES PENA

No ha sido fácil encontrarte. ¿Te nos escondés un poco?

No. Más bien es que soy penoso. Mi forma de ser no es como la de ciertas personas que dicen ‘yo hice’, ‘yo fui tal cosa’. Eso no va conmigo. Lo que pasa es que por razones de trabajo no había podido venir antes, pero quiero mucho a mi país, y voy a aprovechar esta ocasión para enviarle un saludo a todos los nicaragüenses. A los que me apoyaron cuando yo jugaba.

De verdad, algunos como yo te habíamos buscado antes…

Pero qué raro, si yo soy tan grande (es enorme) y no creo que cueste mucho encontrarme (Sonríe). Quizá han buscado en el lugar equivocado. Pero ahora voy a venir más seguido y quiero vincularme más con el beisbol. Voy a ver si puedo ayudar a los niños y también a los grandes porque aquí hay talento, sólo falta descubrirlo y luego pulirlo.

Si ves lo que hiciste en el juego, ¿hay satisfacción en vos?

Realmente estoy contento. Vine de un pueblo chiquito que casi nadie lo conocía y me esforcé. Quería llegar a las Grandes Ligas y lo conseguí, pero tuve la mala suerte que me lastimé el brazo y por eso no duré mucho, pero lo que me propuse lo conseguí. Dios me dio la fortaleza en mi corazón y lo logré. Así que el balance que yo hago es positivo. Estoy orgulloso de mi carrera.

¿Cuál es el mejor recuerdo que te dejaron las Grandes Ligas?

Haber llegado el propio día de mi cumpleaños (el 6 de mayo de 1980). Ese día cumplí 26 años. También haber conocido a grandes jugadores como Rod Carew, con quien llegué a tener una buena amistad. Haber lanzado en el Yankee Stadium. Tener el honor de abrir el juego inaugural de 1983 por Minnesota contra Jack Morris de los Tigres de Detroit con el Metrodome lleno.

LANZÓ CONTRA DENIS MARTÍNEZ

Y haber lanzado contra Denis, ¿te provocó algún sentimiento especial?

Claro que sí. Aún recuerdo bien cuando nos enfrentamos. Ese día (18 de mayo de 1982) yo no estaba programado para abrir, pero me adelantaron la apertura y cuando supe que era contra Denis me emocioné. Éramos dos nicaragüenses frente a frente. Eso no se había visto antes en las Grandes Ligas.

¿Ustedes hablaron antes o durante el juego en esa ocasión?

Sí. Lo hicimos antes de ir a calentar. Denis como siempre estaba dando bromas. Al final me dijo que me iba a ganar. Yo le dije lo mismo, pero quedamos sin decisión. Después nos enfrentamos en Minnesota. Pero siempre era algo emocionante. Denis estaba muy orgulloso de que dos nicas nos enfrentáramos.

Subís en tu cumpleaños y debutás al día siguiente, ¿cómo fue ese día?

Fue una mezcla de emoción y de sorpresa. Yo no me lo esperaba tan rápido. Recuerdo que el día antes de subir, el mánager del equipo de Toledo, me dijo, ‘empaca ya tus maletas porque mañana a las seis sales para Baltimore’. Yo estaba emocionado. Desde que uno firma lo hace pensando en ese día.

¿Y cómo te sentiste ya en el box?

Un poco nervioso porque además estaba abriendo juego. Ese año, yo había tirado en Toledo y en mes y medio había ganado 9 juegos (9-3 y 2.10 era su récord) cuando me subieron y comencé contra los Orioles y no duré mucho ese día, pero mi mánager me dijo que le había gustado lo que vio y me dejó como abridor en la temporada.

¿Qué bateador era el más complicado para vos?

Wade Boggs, el tercera base de los Medias Rojas. También Rod Carew. Eran hombres de mucho tacto. En cambio, me gustaba lanzar contra Reggie Jackson y en una ocasión le metí tres ponches. A esos niveles, cualquiera puede batearte.

Al final te vas después de cuatro años, muy poco, ¿ no?

Sí. Al momento que yo me retiro tenía 30 años, pero el doctor que me vio me dijo que mi problema se iba a estar manifestando de nuevo. Los huesos se me habían astillado y los pedacitos me cortaban los tendones. Tenía que acomodarme los huesos por el codo. Hubo momentos en los que no podía ni cepillarme o peinarme, así que tuve que retirarme.

¿Económicamente cómo te fue durante el tiempo que jugaste?

Más o menos. Imaginá que yo gané 17 mil dólares en mi primer año y 240 mil en 1984, cuando me tocó mi salida del beisbol. Nada que ver con los salarios de ahora

¿Eso te incomoda?

No. Me alegra por los jugadores. Además, yo tomé lo que Dios tenía para mí y estoy muy agradecido.

“CALVIN BYRON FUE QUIEN ME TRAJO AL PACÍFICO”

Después de comenzar con el equipo los Diablitos en Laguna de Perlas, Albert Williams fue seleccionado en el conjunto de su comunidad que viajó a la Serie del Atlántico en Bluefields en 1972 y ahí fue visto por Calvin Byron.

“Recuerdo que Calvin fue a hablar con mi mamá para que yo me viniera y ella dijo que yo decidiera, que era mi vida, y yo me vine al Cinco Estrellas”, recuerda Williams con nostalgia.

¿Te adaptaste rápido?

Sí. Me gustaba todo lo que miraba. Ir a Estelí, Granada, Masaya, León. Todo era nuevo para mí. Y como había lanzado en Bluefields, pues seguí así con el Cinco Estrellas.

¿Y tenías conocidos en el equipo?

Conocí a Willie Hooker, pero después conocí a Cirilo Errington, Aubrey Taylor, Chéster Davis y a todos los demás costeños. Eso me ayudó mucho con el asunto del idioma.

¿No era tan bueno tu español?

Bueno, ahora tampoco es bueno (sonríe), pero la gente me ayudaba. Hice amistad con Segundo Marenco y los hermanos Mairena (Julio, Valeriano y Alfonso). Me trataron muy bien todos ellos.

Dicen que lanzabas muy duro?

Yo creo que sí, aunque uno no lo sabe en realidad. Lo saben sus compañeros, los bateadores y la gente. Uno no lo nota mucho. Aunque nunca olvido que Chéster se quejaba de que tiraba muy duro y como la recta se me movía, a veces lo quemaba, decía él.

¿Y en las Mayores cuánto tiraste?

97 millas, aunque me mantenía en 94 o 95. Era rápido en realidad.

¿Quién te firma para los Piratas?

Byron también. Eso fue en 1975 y lancé dos años con ellos. Recuerdo que fui al equipo, estaba en Charleston, Carolina del Sur.

Me llamó la atención que lanzaste en 1975 y 1976, pero te veniste…

En 1977 me regresé a Laguna de Perlas y no volví. Había mucho racismo en Charleston. Había hoteles, tiendas, restaurantes donde no podía entrar porque era negro. No voy a jugar más me dije. Y pasé dos años sin jugar, sembrando y pescando en mi pueblo.

¿Y cómo regresás al beisbol?

El mismo Byron me consiguió un contrato con un equipo de Panamá y luego tiré en Venezuela en la Liga Invernal. De ahí me firmaron los Mellizos en 1980 y ese mismo año subí a las Grandes Ligas.

Y se dijo que eras venezolano…

Sí, yo tuve que aclarar eso después. Lo que pasa es que me firmaron ahí, yo vivía ahí y mi esposa era de Venezuela. Así que se pensó eso, pero no, Nicaragua is my home.

¿Cuándo podrías regresarte a Nicaragua a vivir?

Quizá en cuatro o cinco años. Una de mis hijas está estudiando aún y necesito que quede establecida para entonces venirme a vivir aquí.

¿Sentís que has sido feliz?

Sí, he sido feliz. Cumplí mi sueño, he tenido una familia. Tengo tres hijas que viven en Orlando, Florida. Y a veces he pensado en que tal vez sería millonario, pero muchas veces la plata no trae felicidad. La felicidad no está en los billetes. Está en uno, en tu familia, en tu comportamiento.

Deportes

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí