Hace una semana Nicaragua se despertó con la expectativa de ver triunfar a José “Quiebra Jícara” Alfaro en su primera defensa de la corona ligero de la AMB.
Era lo que todos esperábamos. El japonés Yusuke Kobori aparecía en escena como un rival cómodo de vencer, a pesar que nunca se debe subestimar a un rival. Sino, recuerden lo que hizo Adonis Rivas en noviembre de 1999, cuando derrotó al mexicano Diego “Peluche” Morales, ampliamente favorito, para capturar el cinturón supermosca de la OMB.
Todas las expectativas alrededor de Alfaro empezaron a crecer en el primer asalto, cuando se plantó de tu a tu con el bravo peleador japonés. ¿Round de estudio? Parece que eso no estaba en los planes de ambos boxeadores, que se entregaron por entero en un fuerte intercambio de metralla.
En el segundo, todos creímos que Alfaro vendría de regreso con la corona cuando hizo tambalear a Kobori, obligando la intervención del árbitro Rafael Ramos y el conteo de protección.
Pero lamentablemente vino el inesperado desenlace en el siguiente asalto, un triste final para un pueblo asiduo de héroes deportivos, de atletas que emular, ya cansado de tanta política, alza de gasolina y problemas económicos.
Sin duda alguna, esta derrota tiene como principal culpable al mismo Alfaro, que decidió fajarse como si fuera el retador, el peleador que va en busca de la corona.
El “Quiebra Jícara” quiso lucir su poder, demostrar que era más fuerte, pero se encontró con un crecido rival que echó al traste todos sus planes, aprovechando algo que ya habíamos visto en otras peleas: la poca consistente quijada de Alfaro.
El día anterior a la pelea, el domingo 18 de los corrientes, el dirigente de la AMB, Gilberto De Jesús Mendoza, de Venezuela, advirtió la peligrosidad que podría significar Kobori para Alfaro.
Mendoza Jr. manejaba muy buena información del japonés, del desarrollo que había adquirido con una gran preparación, del compromiso que no sólo tenía con su público, sino con un promotor que invirtió miles de dólares para llevar al nicaragüense a Japón.
Lamentablemente, Mendoza Jr. tuvo razón en sus señalamientos, y Kobori nos dejó con las manos vacías, sin un Campeón del Mundo que apenas fue destronado en su primera defensa de la corona.
Alfaro está joven. Apenas tiene 24 años, pero urge replantearse su carrera. No dudo que el púgil se dedicó por entero en su preparación, que su entrenador Gustavo Herrera puso su mayor esfuerzo, que sus manejadores también aportaron lo mejor.
Pero Alfaro ya necesita más que eso para pensar en una nueva corona. Hay que fortalecer el equipo de trabajo, integrar a entrenadores más experimentados, ya sean nacionales o internacionales, enviarlo a verdaderos campos de entrenamiento, donde se respire boxeo las 24 horas del día.
Tengo entendido que Silvio Conrado Jr. recibió varias ofertas para que Alfaro entrenara fuera, pero no las tomó. Quizás confiado que podrían resolver sin problemas a Kobori, pero la mala experiencia ahí está, el “Quiebra Jícara” fue superado por un peleador que debió haber vencido, y que sin temor a equivocarme, podría superar en un nuevo enfrentamiento.
Claro, debe fortalecerse el equipo, no dejar a Herrera solo, y con esta experiencia, hacer los ajustes necesarios para que Román “Chocolatito” González tampoco falle en su oportunidad de título con el japonés Yutaka Niida, campeón mínimo de la AMB.