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El acoso del Gobierno a las ONG

Si las actividades de las organizaciones no gubernamentales denominadas Centro de Investigaciones de la Comunicación (Cinco) y Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM), fueran a favor del gobierno de Daniel Ortega, éste no las estuviera persiguiendo y tratando de liquidar con toda la fuerza gubernamental, estatal, institucional y propagandística que tiene a su disposición. Más bien las premiaría.

Pero la ofensiva del Gobierno no es sólo contra Cinco y el MAM; es contra todos los medios de comunicación, organismos sociales y personas que se oponen a la pretensión de Daniel Ortega de restaurar la dictadura en Nicaragua, o que simplemente critican su gestión gubernamental. Según los voceros oficialistas, la campaña del gobierno contra las ONG independientes se debe a que éstas actúan al servicio del imperio (yanqui) y son financiadas por la CÍA.

Esa es la misma justificación que se daba a la represión de los años ochenta contra todo lo que calificaban de derecha. Sin embargo, ahora las víctimas de la agresión gubernamental son también organizaciones y personas de izquierda. En el caso de Cinco y el MAM, sus líderes Carlos Fernando Chamorro Barrios y Sofía Montenegro son reconocidos intelectuales de izquierda. Chamorro Barrios fue el director del diario del FSLN, Barricada, durante la primera dictadura de Ortega. Pero ahora es un periodista independiente y crítico del autoritarismo y la corrupción orteguista, lo cual es considerado como un grave “delito” por el régimen autoritario e intolerante que se ha impuesto y pretende consolidarse en Nicaragua.

El acoso gubernamental a los medios de comunicación independientes y organismos democráticos de la sociedad civil, ya sean de derecha, de centro o de izquierda, lo mismo que las agresiones físicas contra las personas que se manifiestan cívicamente en defensa de la democracia y repudio a la pretensión de instaurar en el país una nueva dictadura, como ocurrió en León el sábado 20 de septiembre pasado y en Managua el jueves de esta semana, evidencian el carácter fascista del régimen orteguista. Y como dijimos en el comentario editorial del viernes 12 de septiembre pasado (“Solidaridad y unidad de las víctimas”), el garrote con que se golpea a los demócratas de derecha es el mismo palo con que se vapulea a la izquierda democrática.

Eso es fascismo. A los fascistas todo se les permite hacer, incluso calumniar, difamar, agredir físicamente, golpear y hasta matar a personas indefensas, siempre y cuando esto sea en beneficio del régimen establecido. Pero en contra de éste no se tolera absolutamente nada, ni siquiera manifestaciones cívicas y pacíficas ni críticas verbales. Y como todavía no las pueden prohibir, entonces acusan criminalmente en sus órganos fiscales y judiciales a los periodistas independientes, a los líderes democráticos y a los representantes de las organizaciones cívicas; o asaltan y golpean brutalmente en las calles a las personas que tratan de ejercer su derecho humano y constitucional de libre expresión y manifestación pacífica.

El fundador del movimiento político fascista, el italiano Benito Mussolini, a quien llamaban Il Duce, o sea el caudillo, el que fuera antes un socialista radical, dijo en su escrito ideológico fundamental titulado Doctrina del Fascismo, el cual formó parte de la Enciclopedia Italiana de 1932, que: “La concepción fascista del Estado es totalmente incluyente; fuera del mismo no puede existir ningún valor humano o espiritual, mucho menos tener valor. Comprendido esto, el fascismo es totalitario, y el estado fascista —síntesis y unidad que incluye todos los valores— interpreta, desarrolla y potencia toda la vida de un pueblo.

“El fascismo —sigue diciendo Mussolini— es una concepción religiosa en la que un hombre es visto bajo la perspectiva de su relación inmanente con una ley superior y con una voluntad objetiva que trasciende al individuo particular y le eleva a la pertenencia consciente a una sociedad espiritual. Cualquiera que no haya visto en las políticas religiosas del régimen fascista nada más que mero oportunismo, no ha entendido que el fascismo, aparte de ser un sistema de gobierno, es también, y sobre todo, un sistema de pensamiento”.

Pero, ¿ acaso no es eso mismo lo que estamos sufriendo y viendo ahora en Nicaragua, y además adornado con flores, altares y gigantescas imágenes del comandante caudillo para su culto a la personalidad, e incluso con capellanes para su servicio religioso?

El que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga y el que no quiera que le arrebaten su derecho a vivir en libertad y democracia, que luche.

Editorial
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