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Decepción

Es lamentable ver el uso que hacen de nuestro idioma los futuros comunicadores nicaragüenses. Debemos hacer algo No hay otra palabra para resumir lo que siento. En los últimos días he realizado varios exámenes de ingreso a egresados y estudiantes de Comunicación Social de algunas universidades y casi todos han salido mal. Y cuando les […]

  • Es lamentable ver el uso que hacen de nuestro idioma los futuros comunicadores nicaragüenses. Debemos hacer algo

No hay otra palabra para resumir lo que siento. En los últimos días he realizado varios exámenes de ingreso a egresados y estudiantes de Comunicación Social de algunas universidades y casi todos han salido mal.

Y cuando les digo mal, no me refiero a que tuvieron dos o tres errores. No. Nada de eso. Les puedo decir que los disparates andan por unos 80 u 85 en cada examen.

Hay casos que obtienen 14 puntos, aclaro el examen vale 100 puntos.

¿Qué está pasando con esos jóvenes que ni siquiera saben dividir en sílabas o clasificar en agudas, graves o esdrújulas ciertas palabras?

Es una lástima este fenómeno que nos concierne a todos. Cuando digo a todos, incluyo no sólo al alumno sino a los profesores, a las autoridades de las universidades, a los medios de comunicación, a los políticos.

Tuve un profesor que decía: “ No hay alumnos malos, sino maestros incapaces”. Y nos demostraba cómo un buen maestro podía motivar a sus alumnos, y exigirles para que cumplieran los objetivos propuestos.

Existen múltiples dinámicas grupales para enseñar el idioma. Sin equivocación alguna la enseñanza de la lengua se puede apoyar en variadas formas para ejercitar, adquirir un nuevo conocimiento o desarrollar capacidades.

En mis clases nunca me han fallado los juegos del Hospital Ortográfico, la Cárcel Ortográfica, el Beisbol Ortográfico, etc.

Con estos juegos se sistematiza el contenido y los estudiantes se divierten a la vez que aprenden.

Hay que dinamizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, utilizar las nuevas tecnologías, aprovechar el lado amable de la globalización, para dar mejores clases.

El aula del futuro no tiene paredes, pero sí habrá siempre un facilitador, una persona que ayude a desbrozar el camino para que sus discípulos no saquen 14 puntos en un examen que vale 100.

Hablemos del idioma

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