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Australia

“Una épica de rápido olvido” Lo siento por el director Baz Luhrman. Su bien intencionado intento por reconectarse con sus raíces en Australia reveló que hay formatos que le quedan muy grandes. No Baz, lo sentimos mucho. No serás el director que recupere para el siglo XXI esas grandes épicas dignas de la época dorada […]

  • “Una épica de rápido olvido”

Lo siento por el director Baz Luhrman. Su bien intencionado intento por reconectarse con sus raíces en Australia reveló que hay formatos que le quedan muy grandes. No Baz, lo sentimos mucho. No serás el director que recupere para el siglo XXI esas grandes épicas dignas de la época dorada de Hollywood. Por lo menos, no lo lograrás con Australia.

Todo estaba listo para convertir a Australia en Lo que el viento se llevó fue en su momento para los Estados Unidos. Tarea ambiciosa. Se usó lo mejor. Una actriz ganadora del Oscar (la muy popular Nicole Kidman), al hombre más sexy del mundo, según la revista People (Hugh Jackman) y las credenciales de calidad de Luhrman (Moulin Rouge, Romeo y Julieta). Todos ellos australianos. Pero al parecer Luhrman olvidó aquel principio básico que dice que el que mucho abarca, poco aprieta.

Lady Sarah Ashley (Kidman) es una repentina viuda que tiene que hacer maletas para tomar posesión de una abandonada y enorme propiedad en la Australia pre Segunda Guerra Mundial. Providencialmente, luego de una divertida pelea con sus calzones de por medio, Kidman conoce a un anónimo vaquero (Jackman) al que todo el mundo llama “El Capataz”, que la ayudará a en su difícil tarea.

Así se condensan casi tres horas de una película que tropieza en sus intentos para convertirse en una épica al sufrir durante su desarrollo varias transmutaciones. Es un melodrama, una cinta de aventuras, una historia de amor, un homenaje a los aborígenes australianos. Es todo y a la vez no es nada. Quiere ser grandiosa, pero no pasa de ser un producto de rápido olvido. Luhrman intenta divertir y encantar con sus tiros de cámara, pero esta vez no cuenta con el glamour y colorido de Moulin Rouge para adornar. Unas cuantas bellas tomas de los ambientes del territorio australiano no pueden ocultar lo simplón, artificioso y cursi de una historia que no termina de ser lo que pretende.

¿Y la bella Nicole? Un columnista dijo que era tan buena que pagaría un boleto de cine aunque la película sólo tratase de verla a ella leyendo la guía telefónica. Bueno, creo que quienes paguen por ver Australia tendrán suficiente de ella por un buen rato. La tendrán llorando, cantando, bailando, arreando ganado. Hay para todos los gustos. Yo mejor me quedó con su trabajo en Cold Mountain. Pero tome su tiempo para ver esta cinta también. Después de Australia, como que ya suficiente Nicole para rato.

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