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Los hermanos Roy y Bertrand Sosa. ((c) 2009, AméricaEconomía)

Reintérpretes de Robin Hood

Miami El mexicano Roy Sosa dice que su negocio cuadra por todos lados: dar una tarjeta de plástico con el logo Visa a un ciudadano que no tiene acceso a servicio bancario –ni a cheques ni a crédito– y cuya única experiencia en el intercambio comercial ha sido con el analógico efectivo. En general es […]

Miami

El mexicano Roy Sosa dice que su negocio cuadra por todos lados: dar una tarjeta de plástico con el logo Visa a un ciudadano que no tiene acceso a servicio bancario –ni a cheques ni a crédito– y cuya única experiencia en el intercambio comercial ha sido con el analógico efectivo. En general es alguien de bajos recursos y que forma parte de la enorme masa humana conocida como los desbancarizados, que en conjunto manejan varios miles de millones de dólares en transacciones.

“Son muchos los que no tienen acceso a servicios financieros y que valoran mucho la posibilidad de tenerlos”, dice Sosa.

Él y su hermano Bertrand lo saben. En 1999, en medio de la burbuja puntocom, crearon Netspend Corp., una empresa en Estados Unidos que vendía tarjetas prepagadas y recargables a quienes no tenían servicios bancarios, pero querían comprar por internet. Convencieron a Visa y a MasterCard para que pusieran su logo y fuese aceptada en diversos puntos de pago, y a algunos bancos para que reciban el dinero con que el usuario carga su tarjeta. Eso, sumado a una distribución masiva por miles de puntos de venta, les permitió crear un negocio del que, en 2007, vendieron una parte en US$ 700 millones a la financiera Capitol One.

Después de algo así, muchos habrían tomado un yate y se habrían dedicado a dar la vuelta al mundo. Pero los hermanos Sosa, que llegaron como inmigrantes desde su natal Monterrey, quieren repetir la experiencia y masificar sus mecanismos de pago populares a escala global.

“No sólo hablamos de tarjetas prepagadas, también pago por el teléfono celular y otros servicios financieros que hoy sólo recibe una élite, como el acceso a fondos mutuos”, dice Roy, desde Austin. Es en esta ciudad texana donde está conformada la base de lo que quiere convertir en un imperio financiero planetario para los más pobres.

El grupo comienza en Mpower Ventures, un fondo de inversión de US$ 50 millones, que han sido aportados por los dos hermanos y por el mexicano Enrique Vergara, conocido por ser el dueño del equipo de fútbol Las Chivas de Guadalajara y millonario por ser el dueño de Omnilife, la firma de productos nutritivos y que maneja una red planetaria de equipos de venta directa.

Mpower Ventures invierte en un grupo de pequeñas empresas distribuidas por regiones geográficas y especializadas en distintas aplicaciones. Una maneja las redes de tarjetas prepagadas. Otra se dedica a popularizar servicios financieros avanzados. Otra, a la banca móvil (ver cuadro). Todas, con la misma premisa: hacer dinero dando herramientas transaccionales a quienes están fuera del radar de los bancos.

Es un mercado enorme. Según The Boston Consulting Group, el número de transacciones detallistas con tarjetas pasará de los 17,200 millones registrados en 2008 a un total estimado en 44,200 millones en 2015. El volumen de dinero aumentará desde US$ 4,700 millones a US$ 10,300 millones.

Economía

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