“Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”.
Oliver Goldsmith (1728-1774), escritor británico.
Fue hace muchos años, en 1974, que
vi una pinta en una de las paredes del pabellón ocho del Recinto Universitario Rubén Darío de la UNAN que decía: Despertar al pueblo dormido, organizar al pueblo despierto, armar al pueblo organizado para conducirlo a la victoria final.
Este pensamiento del general vietnamita Vo Nguyen Giap, “El Napoleón Asiático”, que luchó junto a Ho Chi Minh, maestro en técnicas de guerrilla, aparece en su libro Guerra del Pueblo Ejército del Pueblo , el cual leí cuando en Nicaragua la lucha armada era la única opción para liberarse de una dictadura.
Hoy, más de 30 años después, leo nuevamente al general, a quien tuve el honor de estrecharle la mano en los ochenta, y me pregunto: ¿En esta nueva etapa de Nicaragua hemos logrado despertar al pueblo dormido? Por supuesto que no. La razón principal es que no hay un trabajo de base. Mientras los dirigentes opositores de esa época, antes de los ochenta, aparecían en las cámaras de televisión, decenas de guerrilleros y colaboradores estaban presos o en la clandestinidad, los barrios eran enjambres de conspiración, con los comités de base; los comunicadores haciendo periodismo de catacumbas; los empresarios privados con paros nacionales y los estudiantes marchábamos en las calles desafiando a la genocida; lo mismo hacían el Movimiento Pueblo Unido y el Frente Amplio Opositor. Despertábamos al pueblo dormido.
Aunque se dice que en Nicaragua no hay huevos, la verdad es que sí hay huevos; la muestra de ello es que el doctor Francisco Rosales, el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, quien leyó la sentencia ridícula que desnuda los deseos reeleccionistas del presidente Daniel Ortega, fue agarrado a “huevazos” por ciudadanos inconformes en las afueras de un canal de televisión que le manifestaron de esta manera su repudio. Pero el asunto no se trata de huevos, porque inmediatamente vino la represión y el resultado fue una activista con un brazo quebrado.
El prestigioso escritor de la Universidad de Harvard, Richard Millett, afirmó en su libro Guardianes de la Dinastía , refiriéndose al general Anastasio Somoza Debayle, que “la historia de Nicaragua quizá sea la historia más triste de pesar de un país latinoamericano, ya que el presidente actual y su familia han dominado el país por más tiempo que cualquier otra familia y lo han hecho mediante golpes de Estado, fraudes electorales o ‘elecciones libres’, pues a pesar de la prohibición constitucional se ha lanzando a la reelección”. Me pregunto: ¿existe diferencia entre Tachito y Daniel Ortega?
Los Ortega se apropiaron de la revolución popular, ahora han elaborado un modelo “chavista” para organizar a sus seguidores, favoreciéndoles puestos con jugosos salarios que les permiten desempeñarse como agitadores a tiempo completo. Garroteando gente y ofreciendo la política del “burro y la zanahoria” a la clase obrera y campesina.
Tenemos que regresar a lo básico. A comenzar el trabajo de conciencia social, en los barrios, en las comarcas, en las comunidades. Un trabajo de hormiga sin afán electorero partidario, sino libre de pretensiones egoístas. Mientras no hagamos caso de despertar al pueblo dormido, y organizar al pueblo despierto, seguiremos poniendo los bueyes detrás de la carreta y estaremos como los perritos, girando en círculos tratando de mordernos nuestra propia cola.
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