Momentos en que el embajador de los Estados Unidos, Robert Callahan, es resguardado hasta su vehículo en el parqueo de la UCA, para evitar que las turbas de Daniel Ortega le causaran daños.
LA PRENSA/G. MIRANDA
Las instalaciones de la Universidad Centroamericana (UCA) se convirtieron ayer en el escenario de un nuevo episodio de enfrentamiento entre el embajador de Estados Unidos, Robert Callahan, y los grupos afines al Gobierno de Daniel Ortega, que este jueves en una “Asamblea del Pueblo” lo declararon “non grato” y exigen al Gobierno que lo expulse del país.
Las turbas orteguistas no ingresaron al campus, pero los gritos de periodistas oficialistas que exigían al diplomático que pidiera disculpas por sus recientes críticas a la decisión de los magistrados sandinistas, de atropellar la Constitución para permitir la reelección del presidente Daniel Ortega, provocaron una exagerada reacción del equipo de seguridad y acompañantes, que incluso llegaron a acusar a periodistas de medios independientes de poner en riesgo la vida del embajador.
Mientras, los guardaespaldas y un grupo de antimotines que llegó a garantizar su salida del centro de estudios sin ser atacado por los grupos de choque que permanecían en los portones, atropellaban lo que encontraban a su paso para evitar que los periodistas oficialistas e independientes se acercaran al embajador. Callahan nunca dio muestras de preocupación; por el contrario, hubo momentos en los que sonrió, a pesar de los momentos que se vivían en la UCA.
Callahan, junto a diplomáticos de varios países, participó ayer por la mañana en la inauguración de la Feria Internacional de la Cultura y la Amistad (FICA) que se realiza cada año en la UCA. Al finalizar el acto, un nutrido grupo de periodistas intentó obtener una reacción suya a la nota emitida por Cancillería, censurando sus críticas y acusándolo de ser parte de un plan desestabilizador. Asimismo, se le preguntaría por el ataque que este jueves ejecutaron grupos de choque del Gobierno orteguista a la sede diplomática estadounidense.
Sin embargo, la forma violenta en que los periodistas de los medios oficialistas trataron de acercarse, y sus gritos exigiendo que pidiera “disculpas a Nicaragua por su intromisión”, provocaron que él se negara a brindar declaraciones y que los antimotines y guardaespaldas atropellaran a todo el grupo.
En medio de los gritos y el forcejeo, ingresó al edificio de la biblioteca, donde se cerró el acceso, y trató de salir por una puerta trasera. Pero el grupo de periodistas —en su mayoría graduados en la UCA— conoce el edificio y ya lo esperaba, por lo que desistió.
Después de unos minutos, Callahan decidió salir por la puerta principal y caminar hacia su vehículo, que se encontraba frente a la Facultad de Derecho. Al llegar al vehículo, casi a empujones de su cuerpo de seguridad entró a la camioneta y salieron abruptamente. Uno de los fotógrafos fue golpeado por el vehículo y gracias a su agilidad se salvó de ser arrollado. Después de algunas maniobras Callahan logró abandonar el recinto sin que los grupos que lo esperaban percibieran su salida.
Mientras tanto, en la sede de la embajada el único movimiento era el del equipo de limpieza que eliminaba los vestigios de la agresión de las turbas dirigidas por el sindicalista y diputado Gustavo Porras. Las paredes y pisos fueron lavados y una capa de pintura cubrió las pintas y manchas de los huevos que los integrantes de la “Asamblea” que presidió Porras había arrojado.
Sin embargo, por la tarde hubo una fuerte movilización policial. Más de 200 efectivos, entre oficiales y antimotines, resguardaban la sede, como alertados por un nuevo brote de violencia.
El jefe del Distrito Tres de la Policía de Managua, comisionado mayor Yuri Valle, aseguró que se trataba de un “plan de prevención normal”. Después de un par de horas parte del grupo se retiró.
MAGISTRADO ROSALES LODECLARA “NON GRATO”
El ex canciller Miguel D’Escoto, en declaraciones al oficialista Canal 4, calificó a Callahan como un diplomático irrespetuoso. “Es un nuevo diplomático irrespetuoso que ojalá se fuera cuanto antes de Nicaragua. ¿Por qué se pone a dar cátedra sobre derecho? Es el Poder Judicial el que tiene que interpretar y que no nos vengan los americanos a decir cómo o no tenían que actuar los magistrados”, expresó.
En tanto, el magistrado sandinista de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Francisco Rosales, lo calificó como una persona “non grata” y lo acusó de “injerencista” por calificar de “precipitada” la decisión que el mismo Rosales, junto con otros cinco magistrados sandinistas, tomó para allanar el camino para la reelección de Ortega.
Rosales aseguró que Callahan no tiene “ninguna autoridad moral” para opinar sobre los asuntos internos del país, porque Estados Unidos le debe a Nicaragua más de 17 mil millones de dólares y porque ese país tiene una deuda con la humanidad.
BRAVUCÓN DESDE SU SILLA
Rosales se mostró complacido por la violencia que desataron el jueves turbas orteguistas frente a la embajada estadounidense. “Ni siquiera pudieron botar un pinche rótulo”, dijo, al tiempo que culpó a Callahan por esos actos de violencia, por “injerencista”. “La injerencia no se la voy a admitir a Callahan, y menos que invoque la autodeterminación de los pueblos”, porque sobre esa base Estados Unidos ha perdido dos guerras en el mundo, remató.
El alto cargo de la CSJ evadió, con epítetos contra Estados Unidos, responder sobre el costo económico que Nicaragua podría pagar por las pretensiones dictatoriales de Ortega de reelegirse, pasando por encima de la Constitución Política.
El magistrado también rechazó el comunicado emitido por siete magistrados liberales que cuestionan la decisión a favor de Ortega. Aseguró que tiene pruebas de que los magistrados liberales habían sido convocados para analizar la solicitud de amparo que hicieron Ortega y sus alcaldes sandinistas sobre el derecho a la reelección en el poder.
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