Hasta donde estamos llegando en Nicaragua, el país donde una vez todos la soñamos con total democracia.
La historia se repite a los años setenta y ochenta, reelección, control de los Poderes del Estado, turbas, agresión a periodistas, atentado a las libertades de expresión y de movilización, control total del gobierno en funciones que todo lo quiere acaparar por las ambiciones de continuar perpetrándose en el poder, al estilo Somoza, Fidel Castro y Hugo Chávez.
Ya estaba más que anunciado, ese fallo de la CSJ que hoy permite la reelección del presidente Ortega, tarde o temprano sería una realidad. Igual que con los resultados de las elecciones municipales de noviembre del 2008, que desde tempranas horas y por las acciones que indicaron fraude, anunciaban indiscutiblemente un triunfo electoral del Frente Sandinista.
Pero quién dijo miedo, ese fallo que le da a Ortega opciones libres para volver al poder, se puede revertir con las decisiones del pueblo nicaragüense en las próximas elecciones presidenciales, a la hora de depositar sus votos en las urnas electorales. La decisión es de los y las nicaragüenses, aunque se tema un nuevo fraude electoral, pues las ambiciones para reelegirse no basta solo con volver a participar en la contienda electoral, llegan a tal punto con intentar otro fraude.
Es también inaceptable, que por un comentario del Embajador de Estados Unidos, Robert Callahan, sobre el fallo de los magistrados sandinistas, el “pueblo organizado”, como le llaman, atenten contra la sede de la embajada diplomática y del mismo Embajador. Es cierto que todos tienen derecho a movilizarse al lugar que sea, pero no es sano para el país que lo realicen de manera violenta, porque en todo caso es atentar contra una persona, en este caso al diplomático, como lo sucedido en la Universidad Centroamericana (UCA), donde este asistió a un evento y se vio obligado a salir por el acoso de la prensa y las protestas violentas que se suscitaron en las afueras de dicho recinto.
Acontecimientos de esta naturaleza no son sanos para el país, por dos aspectos, uno porque pueden chocar y estropear las relaciones que se han mantenido, a pesar del triunfo electoral de Ortega en el 2006 y dos porque estos sucesos dan una mala imagen para el país, que mas bien pueden alejar la inversión extranjera como ya ha sucedido anteriormente por los actos violentos post electorales a raíz de los resultados electorales municipales del 2008.
Es insólito además, que estos actos vandálicos ocurran a la misma vista de la Policía Nacional que no actúa al momento del caos. ¿Qué pasa ahora comisionada Aminta Granera?, antes al menos mirábamos cómo los efectivos policiales actuaban ante protestas del 6 por ciento, con el fin de dispersar a los que provocaban el caos, hoy la actuación de la Policía es reprobable, ya no actúa, ya no le hace frente a la violencia. Es necesario mayor eficiencia de la institución del orden público, porque la misma palabra lo dice, “orden público” y ése es el deber que les llama, así como se reprimieron las protestas de los salineros leoneses, urge frenar las protestas que se vuelven cada vez más violentas.
Hay que seguir haciendo el llamado a la calma porque violencia engendra más violencia y no es bueno para la juventud de hoy. Insisto, existe el derecho a movilizarse, pero no de hacerlo violentamente.
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