¿Bajo qué tiranía quiero vivir? Bajo ninguna. Pero si fuere preciso escoger, detestaría menos la dictadura de uno solo que la de muchos. Un déspota tiene momentos buenos, una asamblea de déspotas no los tiene jamás”. Voltaire
Reelección ha sido en Nicaragua cuestión de personalismos. Reformas constitucionales beneficiando al presidente de turno se aprueban sin preocupar el debilitamiento institucional, sin cuestionar mecanismos corruptos usados, argumentando “la popularidad del caudillo, el apoyo de las mayorías”, una opinión pública supuestamente extasiada ante ilusorios resultados de su gestión, convencidos que el líder supremo es irremplazable, idea creada por una parvada de ignorantes, incapaces de ser verdaderos seres humanos, si no es pegados a la cola y dadivas del mandatario de turno.
Menosprecio a nuestras instituciones democráticas y la manipulación miope de “correligionarios seguidores del líder”, produjo en nuestro país conocidas tragedias: Zelaya, Somoza, Ortega… Estos mandatarios abusadores con vocación de dictadores, no les satisfizo segundos períodos, quieren más. Si se hace necesario, en el siguiente período el nuevo tirano será el familiar más cercano al dictador que goce de su confianza. Reelegirse por medio de testaferros, al mejor estilo de Somoza.
Aspiran hacerlo cuantas veces sea posible, darle oportunidad a sus bien aceitadas “mayorías” que vuelvan a expresar en las urnas la fraudulenta “supuesta voluntad democrática”, perpetuarse en el poder, seguir despojando al pueblo de su riqueza, recibiendo prebendas jugosas que sólo el Gobierno puede entregar, mantener “el poder”, la influencia, el hacer nada para ganar mucho, papel de parásitos del pueblo. ¡Malditos osteófagos!
Ante pasiones que despiertan controversias personalizadas sobre virtudes y defectos caudillescos es necesario llevar el debate al campo analítico político e institucional. No hay duda que la imagen del mandatario no es positiva; ha desmejorado la seguridad, ha contribuido a perder la confianza en el país, pero aún sin reconocer esos factores negativos, es cuestionable el cambio de reglas y los procedimientos corruptos utilizados para cambiar la Constitución en beneficio propio.
Existen legisladores que pueden prestarse al juego a cambio de jugosos cañonazos; esto hace necesario entablar un debate nacional independiente de la figura del presidente, porque un nuevo cambio de la Constitución para beneficiar por cuarta vez al tirano, tiene profundas consecuencias para el andamiaje institucional del Estado que trasciende más allá de la bien llevanza de nuestro país, estado de derecho y sus instituciones, nuestro futuro como una nación funcional.
Debemos debatir si el marco constitucional vigente posee pesos, contrapesos democráticos que permitan evitar abusos de poder del mandatario en ejercicio. Un sistema para evitar arbitrariedades por parte del mandatario, basándose en un período presidencial de cinco años y división institucional de Poderes. En el gobierno de “paz y reconciliación” esa estantería institucional se vino abajo, en la actualidad en el país sólo hay un poder: el Ejecutivo.
Un cuarto gobierno del tirano agravará el problema de la erosión que ha sufrido en estos tres años la anulación de poderes, uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia. No hay que olvidar que lo que saca adelante a las naciones no son el ímpetu ni la buena voluntad de sus líderes, sino la fortaleza de sus instituciones. Una presidencia de 10 años, más los ya gobernados en los ochenta es demasiado riesgo y abuso.
El beneficiario de la reforma es el tirano, no la Nación. Usa como justificación personal su ambición y el hecho de que sus homólogos contemporáneos, Chávez, Correa, Morales, reformaron sus respectivas constituciones para seguir mandando, experimentos caudillistas inspirados en supuestas revoluciones socialistas que no son precisamente ejemplos a seguir.
La postura de los que oponen la reelección debe ser firme. A Nicaragua no le conviene reelección, sino, legislación sin recursos jurídicos, con artículos pétreos que refuercen lo ya establecido en la Constitución.
Promover líderes que aprendan a conocer, respetar sus deberes ciudadanos, identificar claramente, que todos tenemos deberes, derechos, obligación de servirle a nuestra Patria sin esperar remuneraciones enriquecedoras, instrumentos que hagan cambiar el rumbo del país para que sí haya seguridad, libertad, pero con democracia, que la confianza de los inversionistas no se construya a expensas de la necesidad de los trabajadores y los campesinos, que la cohesión social no se construya sobre endeble base de dádivas caritativas del tirano, sino sobre garantía de los derechos económicos y sociales de toda la población y la protección de los más pobres.
Nicaragua no quiere llegar a elecciones presidenciales el 2011 con reformas constitucionales logradas con marrullas de la CSJ o compra de diputadillos, sin reconocer espacios a la oposición, y con los mismos árbitros electorales armadores del fraude en las elecciones de noviembre del 2008. Hermanémonos, luchemos contra el tirano [email protected]
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