La decisión tomada por seis “magistrados” de la CSJ autorizando la reelección del presidente Ortega fue dictada al margen de toda lógica jurídica, por lo tanto gastar neuronas en esa vía es perder el tiempo y lo que es peor, sería hacerle el juego al orteguismo.
La forma en que fue convocada la sala constitucional, su conformación y su mamotreto de sentencia me evitan dar mayores explicaciones. Por lo tanto mi análisis lo orientaré a tratar de explicar el comportamiento del presidente, sus juglares y especialmente el de don Chicón.
Si hay algo que Ortega no puede permitir es que alguien ya sea nacional o extranjero cuestione su “sentencia”.
Eso en cristiano quiere decir que el reciente comportamiento de las turbas orteguistas son sólo el principio de lo que se nos viene, si alguien lo duda les recuerdo las palabras de Tomás Borge cuando dijo: “Ortega hará lo que tenga que hacer, pero jamás entregará el poder”.
Y esa precisamente es la razón del acoso contra el embajador Robert Callahan, quien no hizo más que citar la preocupación de su gobierno. Pero volviendo a don Chicón, éste podrá rasgarse sus vestiduras y arrancarse los pocos pelos que le quedan reclamando legalidad para su resolución, pero ésta jamás llegará porque es ilegal, ilegítima e inexistente, apelativos que deben resultarle familiares.
Lo que el gobierno norteamericano expresó por medio de su embajador es lo mismo que los nicaragüenses pensamos. Si don Chicón y sus magistrados se creen superdotados para hacernos creer que analizaron y fallaron sin conocimiento previo sobre un tema constitucional en cuarenta y cinco minutos, es porque consideran que los casi seis millones de nicaragüenses somos imbéciles y que él y sus camaradas son genios, y ninguna de las dos cosas son ciertas.
Si Ortega quiere aferrarse a esa sentencia sólo tiene un camino; sacar sus turbas y masacrar a todo aquél que piense lo contrario, por ese camino tendrá que radicalizarse cada día más, lo que lo obligará a cerrar todos los espacios democráticos que habíamos conquistado. Por lo pronto la persecución a la prensa, a la sociedad civil, empresa privada y partidos políticos democráticos ya comenzaron. Lo que quiere decir para desgracia nuestra que ya empezamos a andar el vía crucis que vivimos en la década de los ochenta.
Injerencismo, inmiscuirse en la autodeterminación del pueblo, violación a la soberanía y otra cantidad de sandeces son las que enarbolan los que critican al embajador Callahan pretendiendo defender lo indefendible. Quién le ha dicho a don Chicón y compañía que el mamotreto que se sacaron de la manga tiene que ver con la autodeterminación y honor de los nicaragüenses.
Por el contrario, lo que él y sus cofrades le hicieron al pueblo, nos obligará a hurgar en lo más profundo de nuestra nicaraguanidad y enfrentar nuevamente el engendro de dictador en que se ha convertido Ortega, otros que le precedieron también tuvieron sus chicones y todos ellos hoy forman parte del basurero de nuestra historia. Cuando don Chicón quiera hablar de patriotismo que lea a Sandino y si quiere saber lo que es honor, valor y sacrificio que vea hacia Rigoberto, de lo contrario que se calle porque siempre habrá un sábado para los de su especie.
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