CORRESPONSAL /MADRIZ
Representantes de diversas organizaciones gremiales, instituciones del Estado y sectores sociales del departamento de Madriz sostuvieron un encuentro en la ciudad de Somoto, donde debatieron los distintos problemas, principalmente el tema de la seguridad ciudadana que afecta a las comunidades rurales y barrios de los nueve municipios madricenses.
Otros aspectos abordados por los asistentes al encuentro fueron el problema de la sequía, el consumo de drogas y el expendio de licor; la violencia intrafamiliar, las actividades delictivas de algunos grupos juveniles ligados a las pandillas, el abigeato y las modalidades de robo con fuerza y violencia.
Durante la reunión, los participantes conformaron varias mesas temáticas, donde discutieron los problemas y presentaron sus propuestas de atención y solución.
El comisionado mayor Julio Rugama Cantillano, jefe departamental de la Policía de Madriz, destacó que al encuentro asistieron comerciantes, líderes religiosos, dirigentes de barrio, representantes de organizaciones gremiales y sociales, delegados de instituciones del Estado y organismos con incidencia en este departamento, judiciales e incluso algunos alcaldes.
BUSCANDO EL CONSENSO
“Con este encuentro buscamos que toda la sociedad madricense se involucre y aborde los problemas de seguridad ciudadana en el campo y la ciudad, y que a la vez surjan propuestas de atención y solución a esta problemática”, enfatizó el jefe policial.
Señaló que para la Policía es esencial el encuentro, ya que le permitirá elaborar los distintos planes operativos para el año 2010, principalmente lo que tiene que ver con la seguridad ciudadana en el departamento de Madriz.
En el encuentro no se conocieron las cifras de las actividades delictivas que afectan a este departamento, aunque se señaló que la actividad de las pandillas ha disminuido en el casco urbano de Somoto y en algunas zonas rurales como en el municipio de San Lucas.
No obstante, los problemas han aumentado de manera general porque algunos jóvenes del campo que trabajaron en países como Honduras y El Salvador han retornado a sus comunidades y se dedican a organizar a muchachos para formar estos grupos de violencia juvenil, aunque sin vinculación orgánica con las maras o pandillas.
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