El presidente Daniel Ortega y sus funcionarios insisten a diario en que su Gobierno promueve una “revolución”, treinta años después de la insurrección que derrocó al régimen somocista.
Pero Elena Flores, directora de relaciones internacionales de la fundación española Pablo Iglesias, cree que este Gobierno lo que promueve “es una contrarrevolución, más que una revolución”, pues se pregunta dónde están los principios de libertad y justicia por los que se luchó.
Para Flores, el gobierno de Ortega es más “un populismo, o lo que también algunos politólogos han llamado autoritarismos electorales”, pues estima que como otros en América Latina mantiene “la fachada” de los aspectos formales de la democracia con cierto grado de pluralismo o competencia electoral, que “después van recortando”, y aclara que hay mucha diferencia entre la legitimidad del origen de estos gobiernos y la que tienen luego en el ejercicio de éste.
Ortega y sus funcionarios también citan con frecuencia la palabra “socialismo”, pero Flores también cree que los gobiernos como éste “pervierten” el socialismo, que tampoco —dice— es del siglo XXI.
“Socialismo es libertad. Los regímenes comunistas en la etapa de la Unión Soviética y los países del eje pervirtieron esta palabra y ahora se habla de un socialismo del siglo XXI, que como digo no es socialismo, porque no es libertad y desde luego no es del siglo XXI, sino del siglo pasado y con un pasado bastante tenebroso”, sostiene.
Flores también responde entre risas un “sólo eso faltaba”, cuando los periodistas le dicen que Tomás Borge —el único de los fundadores del FSLN que aún está vivo— niega que este Gobierno sea una dictadura, porque no mata gente.
“Desde que tienen que explicar porque no son dictadura, ya eso dice bastante”, agrega la ejecutiva, tras explicar la ambigüedad con la que se maneja este bloque de países que disimulan sus “proyectos de poder personal”, porque saben que la comunidad internacional no demoraría en condenar una dictadura pura y dura.
DE LA ESPERANZA A LA FRUSTRACIÓN
Flores también estuvo en el país durante el primer gobierno de Ortega, en los años ochenta, y dice que contrario a lo que pudo ser el inicio de aquella época, el país luce sin esperanza.
“Treinta años después, todas las esperanzas, las expectativas que generó la revolución nicaragüense, y sobre todo para una generación de gente progresista —en todo el mundo, porque no solamente ocurrió aquí en América Latina— la verdad es que cuando llegas te encuentras con un sentimiento de frustración, porque el país se encuentra entre los más atrasados en América Latina, no se ha avanzado desde luego en institucionalidad democrática, te encuentras con que se están recortando libertades importantes: de manifestación, de expresión y a veces también de acoso a la oposición, a los medios de comunicación, la prensa internacional permanentemente denunciando fraudes electorales”, reflexionó.
Flores visitó el país para dirigir varios encuentros con miembros del Movimiento Renovador Sandinista (MRS) en el marco de un convenio de ese partido con la fundación española del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
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