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Freddy Potoy Rosales

Mi Punto de Vista

Cada día el Gobierno dictatorial de Daniel Ortega y sus secuaces se encargan de presentar más detalles de lo pernicioso que son para el interés general de la nación, y en particular para el bienestar de cada ciudadano.

Ortega mandó a decir (a través de los altos mandos policiales) a las organizaciones civiles que impulsan la marcha (contra la dictadura, la no reelección del mandatario y el latrocinio electoral de noviembre de 2008), que cambien de ruta porque la que tenían asignada ha sido autorizada a las turbas del FSLN.

Triste papel el que sigue desempeñando la primera comisionada Aminta Granera, a quien Ortega y su séquito la humillan públicamente e irrespetan como les da la gana. Ella está pintada como cualquier leyenda que ponen las turbas en los muros de la ciudad. Ya no tiene autoridad y simplemente está ahí para asegurarse su retiro feliz, mientras el pueblo sufre los embates de la dictadura.

El problema no sólo es el daño en diferentes sectores de la economía de los nicaragüenses, sino también la falta de tranquilidad en familias que tienen otros criterios políticos, ideológicos, religiosos, culturales y sobre todo, que creía que los tiempos de cuando la vida de un nicaragüense dependía de la voluntad de los dictadores de turno de la década del 80, ya había terminado.

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En aquellos tiempos de guerra, los jóvenes, madres y padres de familia estábamos sometidos a una burbuja de muerte todos los días. Ahora, en supuestos “tiempos de paz” (porque en la práctica el régimen dictatorial de Ortega mantiene en zozobra a mucha gente), las cosas en el país andan muy mal.

La desesperanza es enorme. Mientras Ortega se ha venido enriqueciendo, los “colaboradores” de la pareja presidencial intimidan a los empleados públicos para que vayan a las calles a agredir a sus hermanos nicaragüenses y a destruir los bienes públicos y privados. El colmo es que los dirigentes de las turbas orteguistas llaman a marchar contra otros sectores de la población que tienen derecho a expresar sus desacuerdos con la dictadura.

Las personas comentan en todas partes de lo mal que andan las cosas en el país con el dictador de turno. Ortega con su soberbia, sed de poder y ansias de seguir enrriqueciéndose, no tiene empacho en pretender aplastar a un alto porcentaje de la ciudadanía que sólo siente mucho daño de su parte. Es un gobernante malvado que no escucha el clamor de todo su pueblo.

Por eso es que no hay que permitir que un hombre enfermo por el poder trate de permanecer como Presidente de Nicaragua. Nuestra nación se merece un verdadero Jefe de Estado, no a un hombre perverso que sustituye a la institucionalidad, la democracia, el Estado de Derecho, la tolerancia, el respeto a la vida, el desarrollo del país, la armonía con los donantes, la honestidad, transparencia en la administración pública, etc., por conceptos tan deleznables como la maldad que prevalece en su gobierno.

Este es un gobierno déspota, miserable, ladrón del voto popular de los nicaragüenses en más de 40 alcaldías del país en el 2008. Una persona que está deseosa de un posible baño de sangre, no es más que alguien que no abandona la cultura de muerte que le alimentó en el pasado.

Columna del día Opinión Granera marcha Ortega turbas archivo
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