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Freddy Potoy Rosales

El salbeque de Ortega

Después de la marcha del pasado 21 de noviembre en la que el pueblo democrático demostró que no quiere en el Gobierno a un dictador, hay varias cosas en el ambiente que deben tomarse muy en cuenta.

El presidente Daniel Ortega, este 21 de noviembre pasado se llevó su “salbeque” con ganancias, puesto que después de haber manoseado como quiso la institucionalidad de la Policía Nacional, hizo aparecer a la primera comisionada Aminta Granera como la gran salvadora de la seguridad en la marcha, cosa que no es cierta porque el mandatario simplemente orientó a sus huestes no agredir a los demócratas porque su Gobierno está bajo el ojo de la comunidad internacional. Granera ni siquiera ha empezado a cumplir porque Ortega no la deja, de lo contrario ya estarían presos y enjuiciados los sujetos que agredieron a los miembros de la Coordinadora Civil en los predios de la Catedral de Managua y que uno de ellos es el mismo que encabezó el ataque a la joven Leonor Martínez, a quien le fracturaron un brazo recientemente. También deberían estar presos los pistoleros orteguistas cuyas imágenes ha publicado LA PRENSA cuando uno ellos estaba armado en la rotonda universitaria en Managua hace varias semanas, y el otro, sobre la carretera a León amenazando a las caravanas que participaron en la marcha del 21.

Además, la misteriosa muerte del tricampeón del mundo Alexis Argüello, que han dado en llamar suicidio, no está clara y la Policía se hace la desentendida.

Por otra parte, es importante no perder de vista las acciones de los caudillos Ortega y el ex presidente Arnoldo Alemán, quienes “coincidentemente” hablaron de diálogo el mismo 21 de noviembre y que, seguramente, querrán como “garante” de un “diálogo” al cardenal Miguel Obando, quien no es hoy por hoy el más indicado. ¿Están negociando Ortega y Alemán a espaldas del pueblo? ¿Cederá Alemán ante Ortega por las amenazas de echarlo preso si lo condenan en Panamá?

Allegados a los colaboradores de Ortega indican que la estrategia de este caudillo es llevar al extremo las tensiones en el país, al punto de generar un baño de sangre para negociar desde ese escenario lo que él quiere y a cambio le da “tranquilidad” a los ciudadanos. A Ortega no le importan los ciudadanos, la democracia, la estabilidad y el desarrollo económico de la nación, sino enriquecerse y perpetuarse en el poder.

Este 21 de noviembre Ortega se quitó de encima la tensión de nombrar al nuevo Jefe del Ejército, apaciguó los ánimos que habían agitado los rectores del cuestionado Consejo Nacional de Universidades (CNU) por habérsele quitado facultades en virtud de que es señalado de cobrar “coimas” y, de paso, hace creer a Granera que respeta la institucionalidad.

Pero faltan más cositas. El orteguismo ya tiene un tiempo que empezó a trabajar en función del fraude de las elecciones en el 2011, lo que implica tocar el padrón electoral, las Juntas Receptoras de Votos (JRV) y todo el andamiaje del Consejo Supremo Electoral (CSE). Así que en este mentado diálogo, lo que Ortega quiere es su reelección, cosa que no se debe permitir. La oposición en su conjunto no debe permitir que se elijan magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y del CSE, a la medida de los caudillos, como tampoco hay que dejar que se instaure la dictadura de Ortega. La Sociedad Civil debe seguir beligerante y no dejarse manosear de quienes también dicen estar en contra de la dictadura de Ortega.

Columna del día Opinión
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