“Nuestra historia, más pasión que razón”

Con el entusiasmo de un niño, Alejandro Serrano Caldera, de 71 años, filósofo de profesión, trabaja casi seis horas a la semana en ese proyecto. A veces más.

Es severo. Un profesor soltando un trueno cuando no está de acuerdo con algo. Una voz dirigiendo hacia donde va todo. Quizás la clave de tanto entusiasmo sea en ser disciplinado y no perder al mismo tiempo el asombro cultivado desde infante.

Alejandro Serrano Caldera tenía 13 años cuando conoció la filosofía. Entró a la biblioteca de su padre en la ciudad de Masaya y conoció a Friedrich Nietzche. ¡Vaya encuentro! La imaginación del muchacho daba brincos de emoción y algo de eso se lee en este hombre que, aunque celebra que Nicaragua ha sido desde siempre una tierra de novelistas y poetas, cree que debe abrírsele espacio a la filosofía.

¿Por qué ocurre esto? El hijo de Encarnación Serrano y “Lili” Caldera Vega ensaya su propia respuesta, mientras muestra sobre la mesa los primeros dos volúmenes de sus obras completas, el motivo de tanto oficio. No hay que esperar mucho, el filósofo quiere hablar de su trabajo.

¿Cómo siente este nuevo libro, como su herencia tal vez?

(Ríe) Es un proyecto fundamental para mí, desde el punto de vista intelectual, porque estoy organizando todo lo que he escrito y lo que sigo escribiendo. La idea es que no se detenga mi proyecto de escrituras actuales y de futuro, sino que le dé estructura organizativa.

¿Esta vez sobre qué tema quiere usted que pose la mirada el lector?

Eso depende sobre lo que a vos o el lector le parezca más importante. Bueno, pero las bases de estos dos primeros volúmenes son filosóficas y políticas. Hay una parte dedicada a la universidad, pero el eje básico está en los escritos filosóficos y políticos. La intención del autor es abrir un camino en el pensamiento filosófico crítico nicaragüense.

América Latina, no sólo Nicaragua en general, ha sido estupendamente prolífica y exuberante en producción poética, novelística, narrativa en general, pero ha tenido una participación escasa comparativamente hablando en el caso del pensamiento filosófico.

¿Por qué ocurre esto?

Octavio Paz dice que porque no tuvimos siglo XVIII en América Latina, fue el siglo de la revolución filosófica, racionalista, es decir Descartes y todos los grandes pensadores como Kant… y tampoco siglo XIX con (Karl) Marx, (Georg) Hegel, pero de alguna manera hay movimientos filosóficos muy fuertes en América Latina que están dando un aporte universal a la filosofía. Se trata de temas universales, no son circunscritos.

¿Qué temas son ésos?

En mi libro se exploran temas como la filosofía y la historia, el pensamiento y la realidad, la ética y los valores, la democracia, poder y Estado de derecho. Los derechos humanos y política, cómo se interrelacionan. Son temas universales.

…Y en los que está en deuda Nicaragua en muchos sentidos.

En deuda claro. Esta obra vendría a sistematizar este pensamiento discutible, debatible. Por primera vez se presentaría en forma orgánica una propuesta de reflexión. Aclaro que no es que esto viene a sustituir a la riquísima tradición poética que hemos tenido, en buena hora y maravillosamente que así sea, pero también es la posibilidad de sentar las bases para todo un desarrollo presente y futuro en el pensamiento crítico, racional y filosófico, esto quiere ser esta obra. Trata de abrir un camino nuevo. Esto nos obliga a pensar cómo estamos nosotros.

¿Por qué?

Porque nuestra historia ha sido una historia de pasión más que de razón. Se trata de que sea una historia de razón y pasión. Ése es otro punto que va más allá de lo local. Aquí hay una visión de la filosofía que no sólo es pensamiento puro, desde la torre de marfil. Es pensamiento de la realidad.

Hay gente que le causa alergia la filosofía, ¿cuál es el compromiso que tiene un filósofo nicaragüense como usted con la realidad que nos atañe?

La filosofía no puede ser pensamiento abstracto, aislado, porque el pensamiento no está en una burbuja. La filosofía está ligada al contexto histórico, regional y mundial.

No es lo mismo decir una idea sobre cualquier cosa, la ética, democracia, el poder en el siglo XVI en tiempos del absolutismo, que decirlas en el siglo XVIII en el tiempo de la revolución francesa, o en el siglo XXI en el momento de la crisis mundial, de valores, de crisis, del capitalismo financiero corporativo.

Me imagino que usted ha pensado mucho en el país al tener la oportunidad de revisar su obra, ¿en qué situación está Nicaragua?

El tercer volumen será sobre eso: América Latina y Nicaragua. Pensamiento y realidad. Hasta ahora estos volúmenes tocan temas universales. No es lo mismo que haga el enfoque sobre la realidad del África que lo haga un europeo, que la haga un latinoamericano o un africano.

El observatorio, la vida cotidiana incide mucho. Mi idea es que hay que evitar esa dicotomía. La razón sin pasión es vacío y abstracción, vida congelada, pero la pasión sin razón es brutalidad y barbarie. Se trata de retroalimentar ambas cosas. En mi caso no he querido aislarme a leer y escribir, algunas veces he tenido la tentación de hacerlo, sobre todo cuando hay la posibilidad que una universidad te encargue un estudio sobre esto. Mañana sobre lo otro. Y vos te dedicás a leer y escribir, pero a mí me parece que eso mutila la verdadera fuente del contacto con la realidad.

¿Cómo hace filosofía usted?

Mis obras de filosofía han salido de necesidades que la realidad me ha planteado. Buscar explicación racional, porque las cosas están ocurriendo, son así y entonces recurrir a los grandes pensadores en la historia de la filosofía, los grandes que han señalado caminos.

¿Cuál es su tema más recurrente?

Uno de mis ejes temáticos básicos —esto hará hace cuarenta años— fue la relación entre Hegel, el gran filósofo idealista alemán, y Marx el filósofo del pensamiento socialista. Indudablemente fue reflexión entre dos paradigmas de lo que fue el expositor más grande del idealismo alemán y el expositor más grande del materialismo.

Difiero muchísimo en los enfoques que se han dado al marxismo y parte de mis libros han buscado rescatar lo que desde mis perspectiva es el aporte fundamental al concepto de la praxis. Me ha parecido muy válida la relación entre el individuo y el medio y la sociedad. Aquella frase de él, en el prefacio de la crítica de la economía política de 1857, que dice “no es la conciencia la que determina el ser, sino el ser social el que determina la conciencia”.

La vez pasada leí que a usted lo definían como hegeliano, pero que por eso mismo había intentado alejarse de la obra de él precisamente

Hegel me abrió el panorama a mí a la filosofía con la dialéctica. El más elevado en el siglo XIX, el más destacado dialéctico es Hegel, pero es una dialéctica idealista en donde la razón crea todas las formas materiales y sociales. Trabajé diez años a Hegel, leyendo y escribiendo sobre él, en donde el pensamiento me absorbió, de tal forma que un día dije no vuelvo a tocar un libro de Hegel ni vuelvo a escribir, no le he cumplido, pero sí me he alejado un poco. Es tan extraordinario y monumental su pensamiento que te absorbe.

Es de una riqueza, pero ahora yo me doy cuenta de lo profundo que difiero en muchas cosas de Hegel. Lo formidable en la filosofía es que no hay verdades filosóficas. Por eso hay tantas corrientes que se contradicen unas a otras. La riqueza de la filosofía está en su contradicción.

Usted esbozó el concepto de verdad y filosofía cuando presentó “los filósofos y sus caminos”, donde se acerca al pensamiento universal a través de la vida de 19 filósofos…

El ser humano es constitutivamente filosófico, se pregunta por problemas de su realidad inmediata. Porque está tomando decisiones a cada segundo aunque no sean sobre la razón pura ni dialéctica hegeliana, pero ésas son actitudes que nutren la dialéctica, el pensamiento y la filosofía, luego existe una corriente de pensadores que ante tantas escuelas y contradicciones quieren encontrar un principio irrebatible de la filosofía y todos los lineamientos filosóficos de h oy son rebatidos por los de mañana. Y los de hoy rebatieron los de ayer.

En la filosofía no hay verdades, esto contradice una serie de filósofos y escuelas. La filosofía no es una teología laica.

La teología parte de un dios, supremo, absoluto, la filosofía no puede trasladar la imagen de Dios a la razón, como la verdad absoluta. O la aprensión directa de las cosas. La filosofía está construida por dialéctico constante del cambio.

¿Qué representa la filosofía en su vida personal?

Es mi actividad, es mi familia, mis amigos, mis libros, mis cátedras, en todos ellos hay una actitud que revela, de cómo llevás tus cosas sentimentales, tu vida familiar, social, tu vida laboral. Para mí eso es fundamentalmente. Ésa es la idea un poco que se contiene en estos volúmenes.

¿Desde cuándo le nace la pasión por la filosofía?

Desde siempre. A la edad de 13 y 14 años leí los libros de Nietsche que estaban en la biblioteca de mi papá. Así hablaba Zaratustra, Humano demasiado humano, era un chavalo de secundaria.

¿Qué sentía como niño?

Una curiosidad tremenda por la tesis planteada y me desconcertaba mi mundo de pensamiento tradicional.

¿Como me lo imagino, usted en la biblioteca y el resto de niños jugando?

Yo jugaba beisbol, futbol. Había un momento en que ya terminaba mis juegos y tomaba los libros de mi papá. Mi papá tenía los libros de Niestche y (Sigmund) Freud, además de la narrativa española de esa época. La novelística. Empecé con la lectura de Niestche, que me fue planteando interrogantes. Primero la escritura, luego el debate, después los libros y ahora la obra.

¿Cuándo se sintió usted filósofo?

No quiero sentirme filósofo, es como asumir jerarquía heriática, quiero trabajar con la filosofía en la vida cotidiana. Ése es un libro de Henri Lefebvre. No me quiero sentir filósofo de colocarme en una categoría, más allá del bien y del mal, sino mantener esta relación. Yo quisiera que la gente lea mis libros y pueda estimular el debate, yo quiero contribuir al debate de las ideas en mi país, creo que eso ha faltado a lo largo de toda la historia.

¿Por eso se repiten muchas cosas?

Por eso se repiten, por eso nuestra historia yo la comparo con la bicicleta estacionaria que se pedalea, no cesa de dar vueltas, pero no camina. El pasado se nos vuelve futuro y presente. La rueda da vueltas sobre su propio eje.

¿Qué lecciones no hemos aprendido los nicaragüenses de la filosofía?

La primera es asumir la filosofía. La filosofía ha estado ausente como disciplina, como escritura no ha estado muy presente. Hay escritos filosóficos en diferentes momentos de la vida nicaragüense, pero no ha sido un tema que le hayamos dado el valor y la importancia que tienen.

¿Hay algún tema con el que usted se sienta en deuda?

Con todos, el día que uno se sienta satisfecho de todo lo que ha escrito, hay que preocuparse.

El más reciente libro de Alejandro Serrano Caldera está próximo a presentarse gracias al apoyo de Hispamer y el Consejo Nacional de Universidades.

Según el autor, trata de organizar sus trabajos de filosofía y derecho distribuidos en los 23 libros que ha escrito a lo largo de su vida.

“Es un todo orgánico, no una compilación”, se encarga de explicar en su casa ubicada en Managua.

Hasta ahora lleva dos volúmenes. Ha invertido tres años en ese trabajo. El primero salió publicado en julio de 2008 y el segundo aparece ahora en noviembre de 2009.

Según Serrano, el primero es sobre “escritos filosóficos y políticos I”, mientras el segundo versa sobre “escritos filosóficos y políticos II y escritos sobre la universidad”.

“Hay días que son intensos, nos sentamos una mañana a leer, a veces dos ocasiones por semana, entre cinco y seis horas a la semana”, narra Serrano Caldera.

El equipo de trabajo lo componen Pablo Kraudy, su editor, y la esposa del filósofo, Giovanna Amara Pace, de origen italiano, con quien él se casó el 20 de diciembre de 1964, en la iglesia de San Giovanni e Paolo en Roma.

El escritor pretende presentar un tercer volumen sobre filosofía y pensamiento desde América Latina y Nicaragua, y un cuarto sobre derecho.

Serrano Caldera fue elegido entre los cien filósofos más influyentes del mundo en años pasados. La selección la hizo la Revista Internacional de Filosofía de Aachen, Alemania, que les preguntó entonces las tareas primordiales para la reflexión filosófica en el comienzo del Siglo XXI.

Según publicaciones periodísticas, otra de sus pasiones es la música clásica. La madre del pensador, “Lili” Caldera Vega era sobrina del famoso compositor Alejandro Vega Matus y desde los seis años el hombre le gustó este tipo de música. Hasta tiene un disco: Meditaciones .

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