Nada Personal
Los venezolanos se asustaron más en la última semana y, quienes pudieron, corrieron a comprar dólares. No era para menos. El presidente Hugo Chávez, quien cerró cuatro bancos, amenazó con intervenir a toda la banca privada.
La consecuencia económica por los exabruptos de Chávez llegó pronto: la moneda venezolana, el bolívar, perdió hasta el nueve por ciento de su valor en el mercado paralelo, donde el dólar subió a 6.30 bolívares, distante de los 2.15 que establece el cambio oficial.
Es el nivel más bajo a que ha llegado el bolívar desde septiembre, según la agencia Bloomberg, y es también un presagio de más penurias económicas para la población de Venezuela, a la que Chávez trata de mantener confrontada en una “lucha de clases”.
Como su gobierno no ha podido aumentar los indicadores del progreso económico, el presidente venezolano se ha concentrado en aumentar los conflictos, con la intención de que sus seguidores vivan más atentos a las batallas contra el enemigo “burgués” o “imperialista”, e ignoren cómo se hunde el barco en que creen ir hacia el “paraíso social”.
El gobierno chavista controla siete millones de hectáreas de tierras agropecuarias, entre intervenidas y “regularizadas”, que se supone ahora producen más porque antes estaban “ociosas”. Sin embargo, Venezuela importa este año el 70 por ciento de los alimentos de origen agrícola que consume su población, entre estos arroz, maíz y soya.
Según la federación de asociaciones de productores agropecuarios (Fedeagro), las importaciones de alimentos de Venezuela han aumentado en 25 por ciento con relación a 2008.
Los hechos muestran que las tierras productivas intervenidas dejan resultados negativos, porque el Estado las entrega a personas que desconocen cómo sacarles provecho, o no les interesa, y después de un tiempo terminan como tierras ociosas, la condición en que estaban, según Chávez, cuando las quitó a los productores privados.
Hugo Chávez también tropieza en el terreno político internacional. Perdió a su aliado en Honduras, Manuel Zelaya; no logró llevar a su redil al presidente de El Salvador, Mauricio Funes; y todo indica que el presidente electo de Uruguay, José Mujica, mantendrá distancia.
Horas antes de ser electo, el 29 de noviembre pasado, Mujica declaró a un periódico brasileño que Chávez “no está construyendo ningún socialismo” sino “mucha burocracia” y, por tanto, el nuevo gobierno uruguayo preferirá una relación “muy especial” con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
Un socialista influyente, el ex presidente español Felipe González también envió una señal a Chávez al decir, en Portugal, que el modelo del presidente venezolano es “imposible de imitar”.
Cada vez que Chávez grita amenazas a “burgueses” y “oligarcas”, aunque se dirija a gente común y corriente que busca libertad y democracia, lo que manifiesta es desesperación por sus fracasos. Como no puede mostrar frutos, suelta disparates. Como dijo Mujica, Chávez “a veces genera más problemas de los que resuelve”.
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