BAGDAD/AFP
Cinco potentes bombas provocaron ayer martes la muerte de al menos 127 personas y dejaron 448 heridos en Bagdad, en la tercera ola de ataques perpetrada desde agosto pasado en la capital de Irak.
- El Presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, condenó los atentados en Bagdad, al declarar: Estoy indignado por estos bárbaros crímenes, que mataron e hirieron a centenares de personas y dañaron las sedes de varios ministerios iraquíes.
Condenamos firmemente esta violencia, dijo el portavoz de la Presidencia estadounidense, Robert Gibbs.
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Los ataques eclipsaron el anuncio de la Presidencia, que fijó para el 7 de marzo la fecha de las segundas elecciones legislativas desde la caída del régimen de Saddam Hussein en 2003.
Los atentados con coches bomba, cuatro de ellos perpetrados por conductores kamikazes, se produjeron de forma casi simultánea en diversos barrios de la capital.
“Al menos 127 personas murieron y 448 resultaron heridas en los atentados con coches bomba”, indicó una fuente del Ministerio del Interior.
En el barrio de Dora, en la entrada sur de Bagdad, un kamikaze hizo explotar su vehículo contra una patrulla de la policía frente al Instituto de Tecnología, matando a 15 personas —tres policías y 12 estudiantes— e hiriendo a 23, según la misma fuente.
Los otros cuatro atentados, que se cobraron la vida de al menos 112 personas, tenían por blanco el Palacio de Justicia en el barrio de Mansur (oeste), el Ministerio de Trabajo en la calle Palestina, una oficina del Ministerio del Interior en la zona de Al Nahda y el mercado Rasafi, en el centro de la ciudad.
“Los crímenes llevan la marca del grupo terrorista Al Qaeda y de los Baasistas (miembros del partido Baas de Saddam Hussein), apoyados por el exterior”, afirmó en un comunicado el primer ministro Nuri Al Maliki.
El parlamento decidió convocar para que declaren mañana jueves a Al Maliki y a sus ministros encargados de la seguridad, anunció su presidente Iyad Al Samarrai.
La coordinación de los atentados se asemeja a la de los ataques del 19 de agosto y del 25 de octubre contra símbolos del poder en Bagdad, que habían dejado más de 250 muertos. Fueron atribuidos a Al Qaeda y a simpatizantes del régimen derrocado.
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