En la cumbre del Alba que se realizó el fin de semana pasado en La Habana, Cuba, los presidentes Hugo Chávez, Raúl Castro y otros de la misma especie repitieron una vez más su virulento discurso contra Estados Unidos. Ahora el pretexto fue que la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, criticó el viernes 11 de diciembre a los gobiernos latinoamericanos que están estrechando relaciones con el régimen de Irán, siendo éste un patrocinador del terrorismo internacional. Y mencionó específicamente, la señora Clinton, a Venezuela y Bolivia.
Pero el tema central que abordó la secretaria de Estado de Estados Unidos en su presentación del viernes pasado, fue el de aquellos gobernantes que han logrado tomar el poder aprovechando las oportunidades que brinda el sistema democrático, y ya en el gobierno violan los principios republicanos y socavan las instituciones de la democracia, con el fin de gobernar de manera autoritaria y tratar de perpetuarse en el poder mediante reelecciones continuas e ilimitadas. Y mencionó Clinton a Nicaragua y Venezuela como casos concretos de países en los que está ocurriendo esa aberración antidemocrática.
“Nos preocupan los líderes que son electos de manera libre, justa y legítima, pero que después de ser elegidos comienzan a socavar el orden constitucional y democrático, el sector privado, los derechos de los ciudadanos de vivir libres de hostigamiento, de represión y de poder participar libremente en sus sociedades”, dijo la señora Clinton. Y agregó que “es importante que hagamos un fuerte llamamiento a la gente y a los líderes para que se mantengan realmente en el camino de la democracia”, y reconozcan “que la democracia no es cuestión de líderes individuales, sino de instituciones fuertes”.
Pero la verdad es que el Gobierno de Estados Unidos, primero bajo la presidencia de George W. Bush y ahora de Barack Obama, ha reconocido a Daniel Ortega como un gobernante democrático sólo porque surgió de una elección popular, aunque haya sido elegido por una clara minoría gracias a un pacto antidemocrático. Además, se había hecho caso omiso de que Ortega, desde que retomó la Presidencia el 10 de enero de 2007 comenzó a violar la Constitución y a socavar las instituciones de la democracia, y que por lo tanto su gobierno no es democrático.
Siempre ha estado claro que para que exista una verdadera democracia no basta con que el gobernante suba al poder mediante elecciones. También tiene que gobernar democráticamente. La toma del poder por medio de elecciones es sólo el punto de partida de la democracia. El gobierno será realmente democrático sólo si respeta los principios de la democracia republicana, la separación e independencia de los poderes del Estado, la libertad de prensa y la libre expresión de las diversas ideas y corrientes de opinión, la libertad de organización y de movilización de todos los partidos y organismos sociales, sin excepción de ninguna clase, si el gobierno no se apropia de los espacios públicos ni manda a agredir a quienes salen a las calles a manifestarse pacíficamente, si respeta los principios y mecanismos de las elecciones libres y no hace fraude con los resultados de las votaciones populares, etc.
Incluso en el artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana de la OEA, que es un organismo de gobiernos, se dice que: “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”. Mientras que el Artículo 4 establece: “Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa”. Y agrega que: “La subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al Estado de Derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia”.
De manera que aunque Daniel Ortega haya sido elegido en votación popular, su gobierno no es democrático porque desde que volvió a tomar el poder ha pateado la Constitución y socavado las instituciones de la democracia. Así de monstruoso.
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